Bure Beach es un pequeño paraíso de la costa de Sierra Leona, conocido como la capital del surf en este país. Un oasis amenazado por la explotación de los recursos naturales, que terminará por negar el futuro a las próximas generaciones.
Vuelvo con mis recuerdos de la travesía de 45 días por África Central y Occidental que hice en la primavera de 2023 con Kumakonda. Y vuelvo a Sierra Leona, donde pasamos varios días en el que ya era el final del viaje.
Tras un día en Freetown flipando con todo, decidimos alquilar una furgoneta para ir a pasar el día a una playa. No una playa cualquiera, sino Bure Beach. Posiblemente una de las más bonitas de la costa de Sierra Leona.
Dónde está Bure Beach y cómo llegar desde Freetown
Bure Beach está a 40 kilómetros de la capital de Sierra Leona en dirección sur.
La opción de ir en “transporte público” no la conozco bien. Nosotros fuimos a la estación de “autobuses” (tengo que entrecomillarlo todo, je, je), y al no encontrar un transporte claro y con un horario de vuelta, decidimos alquilar una furgoneta que nos llevara y trajera de vuelta, ya que éramos varios.
Freetown se encuentra en el extremo norte de una gran península y Bure Beach, como ya he dicho, está más al sur dentro de dicha península.
Durante el trayecto vemos una serie de playas preciosas, todas de arena blanca y con palmeras junto a montañas con vegetación selvática. Varios ríos desembocan en dichas playas formando grandes ensenadas donde hay manglares.
No tengo muchas fotos de este día porque no quería «exhibir» mucho la cámara y además quise desconectar un poco.
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La situación de esta costa de Sierra Leona
A pesar de la exuberancia del paisaje que acabo de describir, las heridas se ven a simple vista.
Circulamos por una carretera que está en obras y para ello tienen que llevarse por delante una buena porción de bosque. Quizá ya hayan terminado dicha carretera, aunque en esta parte del mundo nunca se sabe.
Pero lo más grave es que este entorno está siendo explotado de manera legal e ilegal para extraer materiales de construcción: piedras y arena. Algo tan simple y tan destructor.
Para hacerlo están cambiando el curso de los ríos, vaciando las ensenadas y playas de arena, quemando los bosques y los manglares.
El paraíso está desapareciendo. Y no lo digo por las postales, sino por su valor ecológico y las consecuencias para las comunidades de la zona.
Con todo, Bure Beach aún resiste. Al menos en abril de 2023, aunque un año después he visto a los chicos de Dos Manchegos por el Mundo visitar esta misma playa y por sus imágenes no parecía haber cambiado mucho… aún.
Bure Beach, la capital del surf de Sierra Leona
Cuando llegamos a Bure Beach nos encontramos con una playa de arena blanca situada en una bahía, interrumpida por rocas de origen volcánico pulidas por el mar.
El paisaje es una fantasía digna de postal del Paraíso.
El pueblo se despereza tranquilo. Está construido de cara al mar, sobre el suelo rocoso y arenoso, bajo la sombra de los árboles.
Cuando llegamos a la playa nos encontramos con que está dividida de forma natural en dos zonas por un macizo de rocas negras. A un lado, enfrente de un islote, están las barcas de los pescadores.
Uno o dos perros perezosos están sentados bajo los árboles y nos miran con atención antes de levantarse para merodear a nuestro alrededor. Decidimos irnos al otro lado para dejarles en paz.
Cuatro o cinco alojamientos a base de bungalows, y restaurantes de aspecto tropical, se extienden por la orilla.
De ellos, sólo uno es regentado por locales. Los propietarios de los otros son extranjeros que se han afincado allí. Presentan un aspecto bastante europeo y no son nada baratos.
Imagino que este es un sitio frecuentado por las clases pudientes de Freetown y los expatriados, todos gente con suficiente dinero como para pagar precios europeos subiditos. De hecho, es uno de los lugares preferidos para pasar el fin de semana.
Por suerte no era sábado ni domingo, y puede que el mes de abril no sea la temporada alta porque las lluvias están a punto de llegar, así que había muy poca gente.
Decidimos ir al restaurante local, un lugar que ya conocía Alonso de Kumakonda de un viaje anterior, para encargar la comida.
Como en muchos otros lugares de África, es importante encargar la comida con varias horas por delante para que puedan reunir los ingredientes y cocinar.
En realidad este sitio no es sólo un restaurante. También es una escuela de surf. «La» escuela de surf que llevan los jóvenes de la comunidad de forma cooperativa y que ha traído mucho más que este deporte a Bure Beach.
Fue la primera escuela de surf de Sierra Leona y por eso Bure Beach es considerada como la “capital del surf” en este país. Ojo, que algunos de sus surfistas han sido invitados a competiciones en Liberia y Costa de Marfil.
Como he dicho, la escuela de surf se lleva de forma cooperativa y junto a ella han desarrollado varios negocios pequeños: restaurante, camping, bungalows, alquiler de tablas de surf y una tienda de artesanía y souvenirs.
Los precios no son baratos, pero la comida a base de pescados frescos es buena y el dinero se queda en la comunidad. Precisamente este es el gran valor de lo que empezó siendo una pequeña escuela.
Porque no es sólo surf y negocio para los turistas.
Alrededor de la escuela, ayudada por una o dos ONG, se ha podido construir un pequeño centro sanitario, se ha desarrollado un proyecto educativo y los chavales del pueblo encuentran sentido a quedarse en el pueblo.
Son oportunidades para todos a nivel de empleo, perspectivas de futuro y mayor cohesión social. En un país que aún se siente muy herido por la tremenda guerra civil que ha vivido hace sólo unas décadas, y en el que el nivel de vida de la mayor parte de la gente está por los suelos, esto es importantísimo.
Charlando un poco con ellos, nos cuentan que están muy preocupados por la explotación de las montañas y la costa que nosotros mismos hemos observado en el camino.
No saben qué va a pasar con este rincón paradisiaco, con sus proyectos y con su futuro. De momento ahí siguen, disfrutando del surf, que es una actividad deportiva realmente terapéutica, y manteniendo los trabajos que les procura. Tratando de ofrecer un turismo responsable y respetuoso.
Luego hay gente a la que le extraña o le molesta que estos jóvenes quieran migrar a Europa. El mundo occidental, con la connivencia de los gobernantes de allí, les está destrozando el futuro para mantener nuestro nivel de vida.
Mientras esperamos ¡me doy el primer baño en la playa de todo el viaje! En Benín no pude por las peligrosas corrientes de las playas de Grand Popo, y lo mismo me ocurrió en Ghana. Pero aquí sí.
El agua está calentita y limpia. También la playa está limpia porque los chicos de la cooperativa también se encargan de esto. Además no hay corrientes fuertes y, aunque hay oleaje (básico para la práctica del suf), no son olas incómodas ni demasiado altas, al menos en el mes de abril.
Cuando se acerca el atardecer emprendemos la vuelta a Freetown porque no conviene circular muy de noche por estas carreteras.
Por el camino observo cómo el sol se va poniendo rojísimo y cómo se refleja en el agua creando un efecto precioso. Lástima que estuviéramos en la carretera y no pudiera hacer ninguna foto. No me importaría volver a Bure Beach para pasar un par de días allí 🥰
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