Mientras dábamos paseos por Nápoles no pude evitar pensar que estaba en una ciudad bizarra, valiente. ¿Cómo no lo va a ser, si vive entre fachadas que parece que van a caerse de un momento a otro? ¿si vive bajo el Vesubio, ese gran volcán que en cualquier momento puede volver a explosionar, como dicen los expertos?
Sí, el adjetivo que más encaja con Nápoles es este. El de una ciudad valiente que cada día se despierta rebosante de vida pero con una relación especial con la muerte, dicen por ahí. En mi opinión podría ser una evolución del animismo. O sea, que piensan que sus muertos están cerca y les protegen.
Pasear por Nápoles es vigilar tu bolsa y bolsillos
Mientras curioseas en los mil y un estímulos que la ciudad te ofrece tendrás que tener un punto de cuidado con tu bolso y bolsillos, pero sin volverte loco o loca. Entre esos estímulos yo me quedo con…
- Las pescaderías a pie de calle, escaparates que parecen de otro continente, iglesias barrocas.
- El tráfico loco que no respeta al peatón. Mucho ojo a la hora de cruzar.
- Los napolitanos que te transportan a las películas del cine italiano y algunas de Hollywood. Sí, no puedes evitar pensar en la Mafia. Allí no les gusta ni mencionarla (y en cualquier caso no con este nombre).
Se nota que en Nápoles hay un índice de paro más alto que en otras zonas de Italia.
Grupos de hombres ociosos con sus chaquetas de cuero o paño y sus gorras, se agrupan en círculos hablando o discutiendo entre ellos. También te miran y no sabrías decir de qué manera. No es con desconfianza, ni con agresividad, ni con pasividad, ni con lascivia, ni con sospecha. Pero te miran, fijamente, siguiendo tu paso.
En Nápoles no hay que dejar de mirar hacia arriba. Siempre hay algo. Arte callejero, una columna antigua empotrada en una esquina, una cornisa barroca, un santo o una virgen en su capilla, o una difunta con sus velas y todo. Descanse en paz.
Y, por encima de todo, balcones y más balcones cargados de ropa tendida incluso en días encapotados y medio lluviosos como los que me tocaron en esta primera visita.
Definitivamente en esta ciudad bizarra hay que andar y andar. Atreverse a entrar en los callejones, fijarse en las pastelerías, empaparse de pizza, iglesias, estatuas y plazas.
Como otras ciudades, quizá por eso de la globalización, se viste de arte callejero. A veces con humor y otras con ironía corrosiva. También de publicidad. Y de casticismo mezclado con modernidad.
Y luego están los castillos, palazzos, museos e iglesias.
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Decidir qué ver en tus paseos por Nápoles
Hay muchas cosas que ver en tus paseos por Nápoles, pero si no tienes mucho tiempo tendrás que elegir. Como esta primera visita ha sido un visto y no visto, una escapada de fin de semana en la que cumplir el sueño de Pompeya, yo sólo puedo hablar de las cinco horas que dedicamos a andar por Nápoles y lo que nos dio tiempo a ver en ese tiempo. Bueno, y un par de salidas por la noche para cenar y poco más. Sin prisa pero sin pausa.
Vía Duomo y la Catedral de Nápoles
Empezamos por la vía Duomo en busca de la catedral de Nápoles, porque era lo que nos quedaba más cerca de nuestro alojamiento. Con un interior gótico, hay que entrar y ver cómo los napolitanos adoran a su santo patrón, San Gennaro.
Un techo impresionante nos acompaña hasta la capilla del santo, conocida como la Capella del Tesoro.
Si vas hasta el fondo y desciendes a la capilla Carafa o Succorpo, llegarás al lugar donde se guardan las reliquias de San Gennaro en una vasija de barro y dos urnas, junto con las dos ampollas de cristal que contienen su sangre. La misma que se licúa tres veces al año, nada más y nada menos…
La entrada es libre excepto el museo. Nosotras nos lo saltamos así que no puedo decir si merece la pena.
Vía Tribunalli
La Vía Tribunalli es una de las principales calles que se ven en el mapa corriendo paralela a la costa, pero dentro del centro histórico. Algo angosta, es uno de los mejores paseos por Nápoles que puedes dar para ver su lado castizo, y la sorpresa de una iglesia detrás de otra.
Por aquí te encontrarás con el famoso Polichinela o Pulcinella, personaje napolitano de la comedia muy querido allí, tan rufián como filósofo.
Piazza del Gesú Nuovo
La piazza del Gesú Novo es otro punto importante del centro histórico de Nápoles. Una plaza irregular que preside un enorme obelisco, el Guglia dell’Inmacolata. Cada 8 de Diciembre, para celebrar el Día de la Inmaculada, colocan una corona de flores.
Junto al obelisco está la famosa Iglesia del Gesú Nuovo, del siglo XV, que antes formó parte del palacio de los Sanseverino (me encanta este nombre: Sanseverino). Entra, merece la pena… ¿Alguna iglesia italiana no merece la pena?
Galleria Umberto I
Otra de las atracciones básicas de Nápoles es la Galleria Umberto I conocida por películas y anuncios y por su parecido a la de Milán. Dicen que es el punto de encuentro preferido de los napolitanos. Sinceramente no me pareció tan impresionante como me la habían pintado, pero está muy de paso y es gratis, así que no te la pases que igual te gusta más que a mí 😉
Piazza del Plebiscito
Y por fin llegamos a la plaza más importante de Nápoles, la Piazza del Plebiscito. A un lado, la iglesia de San Francesco di Paola. Al otro, el Palacio Real.
El nombre de la plaza conmemora la anexión de Nápoles al reino de Italia en 1860. No ha pasado tanto tiempo, pues, desde que Nápoles pertenece a Italia. Puede que esto explique su carácter independiente ;)
Por otro lado, aquí se celebra la entrada al año nuevo todos los 31 de Diciembre.
Arriba, a lo lejos, se puede ver el Castillo de Sant’Elmo, desde el que dicen se disfrutan unas buenísimas vistas de la Bahía de Nápoles con el Vesubio. No tenía pinta de que ese fuera un buen día para subir, así que se ha quedado en la cuenta de pendientes.
Castel dell’Ovo o Castillo del Huevo
Desde la Piazza del Plebiscito, a cinco minutos bajando hacia el mar y girando a la derecha, aparece este castillo de nombre, cuanto menos, curioso. El Castillo del Huevo fue de los rincones que más me sorprendieron de Nápoles, seguramente porque no tenía ninguna expectativa hacia él.
Está situado en el islote de Megaride y su nombre dicen que es por el huevo que Virgilio escondió en una jaula ¿Qué, cómo? ¿qué es eso de esconder un huevo en una jaula?
Se dice que de ese huevo dependía todo lo que pasaba en el castillo. Incluido su destino, su suerte, su «sino». Por eso cerraron el lugar donde lo había guardado y se consideró secreto.
Más allá de las leyendas, esta es una estupenda atalaya para observar la parte de Nápoles que mira al mar.
Los accesos están adaptados para personas con discapacidad. Además, se puede comer en el pequeño puerto que hay junto a la isla. Ojo, el acceso al castillo cierra a las 14 h
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No te puedes ir de Nápoles sin probar la pizza más auténtica y otras cosillas…
Esto es así de rotundo. Ni se te ocurra. En Nápoles se come mucho, bien y a un precio bastante arreglado.
Para no bajarnos del casticismo de la ciudad, y porque realmente merecen la pena tanto en calidad como en ambiente y precio, no hay que dejar de ir a dos de las pizzerías más antiguas de Nápoles. Se puede ir a una cada noche, no pasa nada. Ya lo quemarás andando al día siguiente, y si no es así… un día es un día 😀.
Te introduzco en las variedades más famosas de pizza en Nápoles, que dicen es el lugar donde nació esta riquísima opción para cenar:
- La pizza marinara que a nosotros nos suena a mar = marisco o algo así, no es más que tomate, ajo, aceite de oliva y hierbas. Está de muerte. Lo bueno si breve, o sencillo, dos veces bueno, y aquí te queda claro.
- La pizza margherita, que se hizo en honor a la visita de la reina Margarita, es la clásica de tomate y queso mozzarela. También riquísima.
La pasta es otra gran opción, y ahí entran los Vermicelli alle Vologne, o lo que es lo mismo, unos spaghettis (más gruesos que los que comemos aquí) con almejas. ¡¡Riquísimos!! Por supuesto hay muchísimos más tipos de pasta y formas de comerla, pero yo destacaría este plato.
En el capítulo de dulces, hay tantas pastelerías como quieras. Dejando de lado los helados, te contaré que uno de los dulces más famosos es el Sfogliatella. Es un pastelito que parece un minicroissant, hecho de hojaldre muy fino y relleno de queso ricotta. Se sirve templado. A mi me pareció un poco pesado pero hay que probarlo :) También encontrarás cannoli sicilianos, y cientos de pasteles y bollos diferentes.
Hay muchas más cosas que probar pero como te decía al principio, en un fin de semana repartido entre Pompeya y Nápoles no nos dio tiempo a más.
Dónde comer en Nápoles
L’Antica Pizzería Da Michele
Empiezo por esta pizzería aunque fue la segunda que probamos. L’Antica Pizzería Da Michele es una de las pizzerías más tradicionales de Nápoles. Ofrecen sólo dos variedades: pizza marinara y margherita. Así no hay líos sobre cuál pedir.
Al llegar tendrás que pedir número y esperar en la calle. Un empleado sale y grita los números. Van colocando a la gente según el número de comensales, así que no siempre lleva un orden natural. Puedes preguntarle cuánto tienes que esperar… habla español (al menos el que estaba ese día, je, je).
En esta pizzería, además de otros personajes, estuvo Julia Roberts rodando la peli Come, reza, ama
Pizzería Trianon
Muy cerca de la anterior está Trianon, un local de 1923 muy bonito, con tres pisos y un horno en cada uno. Aquí la variedad de pizzas es mucho mayor y también están muy ricas. Es un pelín más cara que L’Antica, pero no es mucho y merece la pena. Además, al estar tan cerca, es una buena alternativa si tienes que esperar mucho en la anterior (¡pero no te la pierdas!).
Trattoria O’Tabbaccaro, un pequeño secreto junto al Castillo dell’Ovo
Fuimos a la Trattoria O’Tabbaccaro, que en su día fue estanco (de ahí el nombre), por recomendación de la chica de nuestra pensión. Pequeño, familiar, frecuentado por italianos y buenos precios. Los demás restaurantes de alrededor tienen pinta de ser más turísticos.
Qué queda pendiente para próximas visitas a Nápoles
En realidad me queda mucha ciudad para visitar. Esto sólo ha sido un aperitivo y estoy segura de que Nápoles bien vale una visita de varios días sólo para ella. Además, está situada en una región con grandes atractivos, como la Costa Amalfitana y los yacimientos arqueológicos de Herculano, Pompeya y Oplontis.
Si nos centramos en Nápoles… en la próxima visita no voy a dudar ni un segundo en ir a:
- Museo Arqueológico Nacional de Nápoles: aquí se exhibe una buena parte de los mejores hallazgos originales de Pompeya y otros yacimientos. Todo el mundo habla muy bien de este museo y estoy convencida de que merece mucho la pena.
- Spaccanapoli: seguramente la calle más larga de Nápoles. Atraviesa todo el centro y me gustaría recorrerla, sí…
- Napoli Sotterranea: las profundidades de la ciudad. Vimos uno o dos accesos en Via Tribunali, pero es una visita que lleva un tiempo ¡¡Por lo visto hay un teatro grecorromano -el teatro de Nerón- con capacidad para 6.000 espectadores en los bajos de una casa!! Puedes reservar aquí tu plaza.
- Convento de Santa Chiara: dicen que es precioso.
- Castel Sant’Elmo: ya lo he dicho más arriba, no hacía buen día y no íbamos a ver nada, así que espero que en la próxima visita pueda subir y contemplar el Vesubio y la Bahía en todo su esplendor :)
- Catacumbas de San Genaro: una muestra de la relación de los napolitanos con la muerte que tampoco pienso perderme.
- Plaza del Mercado y alrededores: por lo que vimos fugazmente cuando íbamos/veníamos del tren, toda esa zona está llena de mercados callejeros y seguro que hay un ambiente digno de ser observado y fotografiado ;)
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Si viajas a Nápoles es un pecado no visitar Pompeya y Herculano, aquí tienes más información
- Visita a Herculano, un pueblo abandonado en el año 79 d.C.
- Paseos por Nápoles, ciudad canalla y bizarra a partes iguales
- Visita a Pompeya, la ventana a nuestro pasado
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