Estamos en el Valle del Rift, junto al lago Manyara, subiendo hacia el que dicen es el cráter volcánico cerrado más grande del mundo: el cráter de Ngorongoro. No sabemos muy bien cómo será eso de andar por ahí viendo fauna. Es el primer safari del viaje, así que la expectación es máxima.
La tarde va cayendo y una vez traspasada la puerta del Área de Conservación, la vegetación se espesa. De repente avistamos un búfalo en la ladera de la montaña, entre arbustos frondosos. Más arriba empezamos a cruzarnos con cebras e incluso un par de elefantes. Esto sólo acaba de empezar… 🥰
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La primera visión del cráter de Ngorongoro es fastuosa.
Recordándome un poco a la caldera volcánica de Isla Isabela (Galápagos), llenamos nuestros pulmones de aire en el mirador que hay junto a la carretera. Un lugar llamado The Heroes Point.
Contemplar los 260 kilómetros cuadrados de ese lugar, desde una altura de unos 600 metros es increíble. Los que tienen prismáticos de largo alcance nos avisan de que allí abajo hay un par de rinocerontes! es el animal más difícil de ver, pues está en serio peligro de extinción… ¿los alcanzaremos al día siguiente, cuando bajemos?
A partir de ahí ya siempre veremos este inmenso cráter junto a nosotros, a un lado de la carretera. En su día fue una montaña tan grande o más que el Kilimanjaro. Por lo visto implosionó de tal manera -hace entre dos y tres ¡millones! de años- que formó esta gran olla en la que hoy viven un buen puñado de especies.
Otra de sus peculiaridades es que siendo un pequeño Edén, los animales no tienen necesidad de migrar a otras tierras y suelen estar más lustrosos que fuera del cráter.
El camping en el que dormimos, Simba camp, está arriba, al borde del cráter. Toca aguantar las ganas de bajar hasta el día siguiente, aunque tenemos suficiente distracción también aquí arriba…
El camping está abierto y las cebras deciden venir a comer hierba fresca junto a las tiendas. Durante toda la noche oigo con total claridad cómo la cortan con sus dientes y la mastican. Sólo nos separa una capa de tela.
Cuando sales al baño, con la linterna mirando atentamente, un montón de pares de ojos relucientes por la luz que les enfoca te observan. Toca mantener la sangre fría y caminar decidido. Ha habido suerte, sólo son cebras. Podían haber sido leones, hienas, o incluso algún leopardo.
También es la noche más fría del viaje, estando a unos 2.500 metros de altura, con una temperatura de entre 5 y 10 grados y bastante viento. Pero todo pasa, y con pocas horas de sueño, por fin llega la hora.
Mientras amanece, a las 6 de la mañana, nos vamos de safari
Los accesos al cráter de Ngorongoro, controlados por el hombre, son escasos. Unas pistas para bajar y otras para subir.
Los masai tuvieron que salir de allí abajo cuando se declaró Parque Nacional, en los años 50 del siglo XX. Se han de conformar con vivir en las laderas próximas. Stanley, nuestro chófer y guía para la jornada, natural de Arusha, nos cuenta que carecen de muchos recursos y no mandan a los niños a la escuela porque están demasiado lejos.
Un paisaje increíble y mucho más
A pesar de los grandes nubarrones que sólo de vez en cuando permiten pasar unos rayos de luz, el cráter de Ngorongoro es un lugar decididamente mágico.
Con su lago salado, el Magadi, las extensiones de hierba más o menos fresca, y las paredes que lo encierran, hay veces en que no parece de este planeta.
Mientras vemos acercarse ese paisaje grandioso una leona cruza la pista andando de frente a nosotros. Paramos. Ella sigue su camino esquivando el bulto que somos, y pasa pegada al costado del 4×4. Es la primera que vemos un león tan cerca y no será la última, pero por ser la primera es más especial…
Ya abajo, las manadas de ñúes y cebras (aquí viven unas 5.000) se suceden sin parar.
También vemos avestruces, hipopótamos amontonados en una charca, grullas coronadas, avutardas, búfalos, flamencos, gacelas de Grant y Thomson, y una manada de 16 leonas y sus cachorros en medio de un prado quemado.
Solamente faltan las jirafas, que no hay. Algunos investigadores dicen que es porque no son capaces de bajar las empinadas laderas de la caldera.
Cuando estaba allí no hacía más que admirar la luz, la fauna y pensar que quería más. Porque siempre quieres más. Más elefantes (vimos dos de lejos entre los árboles), más leones, más leopardos, más avestruces, más de todo. Una especie de ambición se apodera de ti mientras disfrutas de lo que ves. Y cuando ascendíamos por la pista de salida, empecé a cobrar conciencia de ese lugar tan especial en el que había estado. Ojalá pudiera repetirlo.
Cómo visitar el cráter de Ngorongoro
Visitar el cráter en tu propio vehículo es, por lo visto, bastante complicado. La mejor opción es contratar un safari que suele incluir todo. Aquí puedes ver distintos precios y reservar uno.
Asegúrate de llevar agua suficiente y algo para comer a no ser que esté incluido.
Los accesos al Área de Conservación, que es mucho mayor que el cráter en sí mismo, se contratan por 24 horas y cuestan al menos 50$ por persona para ese tiempo. Aparte se ha de pagar por el vehículo, el camping, etc.
👉 Te dejo aquí el link a la web oficial de la NCA (Área de Conservación de Ngorongoro) por si quieres más información de primera mano.
Bajar al cráter cuesta en torno a 200$ por vehículo, siempre por 24 horas, pero en realidad no está permitido bajar antes de la salida del sol, ni después de las 16 horas, y hay que estar fuera de allí antes de la puesta de sol (en torno a las 18 h).
Hay que calcular por dónde entras y sales del Área de Conservación para que no te pongan una multa si se te hace tarde. Como dato, merece la pena esperar un rato más antes de entrar si eso te va a favorecer para la hora de salida del Área. Es decir, si entras a las 17 h., tendrás hasta las 17 horas del día siguiente para salir de allí.
Recuerda: una cosa es el Área de Conservación, y otra el Cráter. La primera es mucho más grande y es la que cuenta en esas 24 horas.
Por último, y aunque parezca un consejo de perogrullo: hay que respetar el entorno y guardar silencio para disfrutar tú y los demás de la fauna, sin estresarla más de lo debido. No está permitido salir de las pistas para vehículos.
De todas formas cualquier incomodidad es compensada con creces con la visita al cráter de Ngorongoro, una de las maravillas de la Tierra sin lugar a dudas 🥰
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Ay, Ali, ¡qué recuerdos!
Te leo y me entran unas ganas enormes de volver a hacer un safari por algún país de África. Hoy mismo lo hablaba con una amiga: disfrutar de la vida salvaje en primera persona es algo incomparable con ningún otro viaje que se haga. Y es algo que hay que vivir alguna vez en la vida, sí o sí.
¡Un placer leerte, como siempre!
Gracias Cristina!! Así es, una vez en la vida como mínimo! Y a África en general también 😉 Seguro que encuentras el momento de «repetir»
Estamos pensando hacer un viaje a Kenia y Tanzania. ¿Puedes recomendarnos alguna agencia o persona responsable?
Hola, yo he viajado con Kananga a este destino. También os recomiendo Udare, siendo una agencia con una política de responsabilidad en el destino bastante buena.
Saludos
Alicia