Como ya es tradición en el blog, vuelvo a empezar a contar un viaje con un primer volcado, en esta ocasión las imágenes y sensaciones de Kenia y Tanzania. Un viaje tan bonito como rápido, excesivamente rápido, y que me ha dejado pequeñas frustraciones. Aun así fui feliz, como siempre que pongo un pie en el continente vecino 😊
¿Por qué fue tan rápido? sólo tenía dos semanas y me apunté a un viaje organizado con ese tiempo. En los viajes a Kenia y Tanzania o vas por tu cuenta tomándotelo con calma, o haces un recorrido que la oferta de las agencias se empeña en abarcar lo máximo posible en un paquete de días. Te dejo aquí el mapa con los sitios visitados.
La trampa de las expectativas
Probablemente es lo peor que puedes hacer cuando encaras un viaje, sea de la manera que sea. Ir con las expectativas muy definidas y además altas.
Este era mi segundo viaje donde hacer safaris (fotográficos, no puedo imaginarlo de otra manera, pero es cierto que mucha gente me pide la aclaración).
El primero fue en la Ruta del Okavango, del que ya he hablado largo y tendido. Por eso mi mente no iba «virgen». A ello vamos a sumar los clichés que oyes por todas partes. Que si en Kenia y Tanzania están las mejores reservas de fauna de África. Que si sólo allí vas a ver grandes concentraciones de animales, etc. Es posible que sea así y yo aún no lo haya comprendido.
Sea como sea, yo iba con la ilusión de ver cómo los ñúes y cebras cruzan el río Mara en grupos de cientos o miles, en eso que se ha dado en llamar la gran migración. También iba con la ilusión de ver alguna/s escenas de caza entre animales, algo que no pude ver en Namibia o Botswana. Pero no. La naturaleza no quiso que lo viera. No tuve esa suerte. Ya está, ya lo he dicho.
Ante estas «quejas» toca hacer autocrítica: ¿acaso pensabas que iba a abrirse el telón en el punto de la obra que querías ver? ¿Te crees que la naturaleza está ahí para posar ante tu cámara con las escenas que buscas, en las escasas horas en que la vas a contemplar? ¿No valoras todo lo que has visto, que es muchísimo? ¿Toda esa belleza, ese reencuentro con la naturaleza en estado puro? ¿Ese «estar» en África que tanto te gusta, tanto te aporta?
Sí, lo valoro. El viaje ha sido precioso, lo he dicho nada más empezar, así que después de esta retahíla de niña privilegiada occidental, voy a centrarme en lo verdaderamente importante.
Las imágenes y sensaciones de Kenia y Tanzania
Los Masai, la tribu de los sueños infantiles
Cuando era pequeña soñaba con conocer a los Masai. Me encantaba su atuendo, me parecía fantástico. Pulseras, collares, pendientes y cinturones hechos con bolitas de colores contrastando a las mil maravillas con su piel oscura. Los peinados de trenzas de los hombres y sus cabellos teñidos de rojo. Sus rasgos nobles. Las mantas con las que se protegen del frío, llevadas con un estilo más que envidiable. Y esas danzas hechas a base de saltos en vertical. Me moría por ir y verlo en persona. La idea de viajar a Kenia o Tanzania viene de entonces, y por ellos.
En el segundo día de viaje ahí estaba frente a ellos y ellas. Con las paredes de la Falla del Rift de fondo. Un día que empieza fresco, nublado y ventoso, donde el polvo lo envuelve todo. Y no dejé de encontrármelos el resto del viaje.
En compañía de sus rebaños, surcando la inmensidad de la sabana, los Masai son pinceladas de color rojo entre el amarillo de la hierba vieja y el verde de la joven. Caminando con elegancia y determinación en su tierra.
Ejerciendo de chóferes en los parques nacionales. Con sus móviles de primera generación y su sonrisa pícara. El coqueteo con el siglo XXI luchando por compensar lo que la necesaria conservación de la naturaleza les ha quitado.
La sabana y sus múltiples caras
La sabana son enormes extensiones de hierba y polvo que a veces forma remolinos y sólo se achanta bajo la lluvia. Acacias solitarias, haciendo que la postal sea soberbia y permitiendo que entiendas la escala del lugar en el que estás.
A la hora de hacer fotos el conflicto es permanente: quieres abarcar la inmensidad del paisaje, pero también retratar la fauna bien de cerca.
Los cielos nublados me acompañan en el mes de agosto de 2017. Un mes de agosto raruno. Las lluvias se han retrasado un mes y los ciclos de la naturaleza con ello. El cambio climático, siempre el cambio climático, rompe todas las certezas.
Formaciones de rocas redondeadas salpican los prados. Son los kopi, lugar preferido por los felinos para avistar a sus presas. Oasis de palmeras alrededor de pequeños ríos llevando el paisaje a la irrealidad, porque no esperas ver palmeras en un lugar así. Y suma y sigue, porque esos grandes paisajes están llenos de todo y de nada.
Al recordar una estancia en las tierras altas africanas te impresiona el sentimiento de haber vivido durante un tiempo en el aire.
Lo habitual era que el cielo tuviera un color azul pálido o violeta, con una profusión de nubes poderosas, ingrávidas, siempre cambiantes, encumbradas y flotantes, pero también tenía un vigor azulado, y a corta distancia coloreaba con un azul intenso y fresco las cadenas de colinas y los bosques.
A mediodía el aire estaba vivo sobre la tierra, como una llama; centelleaba, se ondulaba y brillaba como agua fluyendo, reflejaba y duplicaba todos los objetos, creando una gran Fata Morgana.
Allí arriba respirabas a gusto y absorbías seguridad y ligereza de corazón.
En las tierras altas te despertabas por la mañana y pensabas: «Estoy donde debo estar».
Memorias de África, Isak Dinesen.
La vida salvaje que lucha por existir todos los días
La naturaleza salvaje se aferra a la vida. Perfectamente sincronizada por engranajes genéticos que siempre te dejan con la boca abierta.
Vas entrenando la vista hora tras hora. Empiezas a distinguir a las gacelas Thompson de las de Grant, unas más pequeñas que otras, todas gráciles y preciosas. También a las jirafas, los ñúes y los búfalos, las cebras y los leones. El reto comienza a ser distinguir qué animal es cuando está a una distancia de… ¿medio, un kilómetro?
Dos leonas retozan de espaldas y lo hacen una junto a la otra como si de un ejercicio de gimnasia sincronizada se tratara. Un leopardo se camufla perfectamente entre las ramas de la acacia hasta que llegue la hora de bajar a cazar. Los elefantes vienen y van, siempre pendientes de los suyos, en especial de los más pequeños.
Las imágenes y sensaciones de Kenia y Tanzania son poderosas. Estando allí es difícil saber hasta qué punto te afectan. No hay tregua para pensar o reflexionar, sólo para observar y callar.
El mundo paralelo de la chapa ondulada junto a las carreteras
Tejados y paredes de chapa ondulada, a menudo pintada de colores. Más feas de lejos que de cerca. Te preguntas qué calor hará allí dentro.
Mercados caóticos y llenos de todo. El África que más te gusta, la de la gente, está ahí. No quieres cerrar nunca los ojos mientras respondes a cada saludo.
Pocas personas no levantan la mano o gritan jambo al paso de los mzungu, los blancos. A veces ni les ves, de tan lejos que están. Los niños corren descalzos o saltan o bailan en la puerta de sus casas, de camino a la escuela. Increíble recibimiento.
Kenia y Tanzania son dos países que no sabes distinguir hasta que viajas a ellos. Allí las diferencias se palpan. Económicas, políticas y sociales.
En Tanzania la gente es más tranquila, pacífica y dirías que más amable con el extranjero.
En Kenia son más enérgicos y puedes recibir más miradas que no te gustarán tanto. Pero también es cierto que en Agosto de 2017 hubo elecciones y con ellas mucha tensión en el ambiente. Grupos de gente casi parando la carretera, alguno alzando un machete. Puede que esto haya distorsionado un poco la imagen que me llevo de un país que en cualquier caso no podré decir nunca que he conocido. O no hasta que vuelva por mucho más tiempo y extensión.
La isla de Zanzíbar
Zanzíbar es otra cosa. Otro mundo. Mundo musulmán, de hombres y mujeres vestidos como en Omán. No en vano perteneció a ese sultanato hace unos siglos. Sus pies descalzos y sus manos es lo máximo que ves de su piel. A veces ni los rostros -de ellas- se te revelan.
Tiempos a ritmo de pole pole, es decir, muy tranquilo. Vidas sencillas en los pueblos de la costa, entre resorts de todo tipo.
Playas increíbles, hechas de puro coral, como las casas y edificios tradicionales de su capital, Stone Town. Azules, turquesas y bancos de arena reluciente en medio del mar. El mejor pescado y marisco que has probado nunca, probablemente. Niños que se pasan el día pescando cangrejos en la marea baja.
En definitiva, las imágenes y sensaciones de Kenia y Tanzania son muy buenas, aunque hubiera estado mejor si hubiera podido dedicar más tiempo. Te dejo un vídeo donde podrás sentir un poco más estas tierras:
Si quieres seguir leyendo sobre este viaje, no te pierdas el resto de posts!
- Playas de Zanzíbar, el broche final para unas vacaciones en África Oriental
- Stone Town, la ciudad de piedra Patrimonio de la Humanidad
- Lago Naivasha, un paisaje fantástico con aires de película de terror (Kenia)
- Dos días en Masai Mara entre ñúes, cebras, leones y más
- Dos días en el Lago Victoria, un mar interior con nombre de reina
- Visita al Parque Nacional Serengueti, la llanura infinita
- Tribu Masai, un encuentro con los sueños de la infancia
- El cráter de Ngorongoro, un lugar único en la Tierra
- Imágenes y sensaciones de Kenia y Tanzania
Me ha gustado mucho el relato de tu viaje. Desprende poesía y consigues que por un momento, el lector, viaje con la mente a las llanuras infinitas y a las playas salvajes del Indico. Lo leeré nuevamente en alguna otra ocasión, cuando esté con el estrés del trabajo y quiera desconectar.
Bueno, después de estas palabras, merecidas, me ha llamado mucho la atención, al ver tus fotos, la sequedad de la sabana, ¿no tendría que estar todo mucho más verde en esta época del año? Reconozco que esa parte del mundo sólo la conozco por los documentales, pero me imaginaba el Ngorongoro lleno de animales pastando. En tus fotos se ven llanuras resecas con escasísimos animales, ¿Es normal? ¿Has tenido mala suerte o el mundo salvaje de Africa está desapareciendo?
Cuentas también que hiciste el viaje organizado y casi lo cuentas como disculpándote por ello. Yo creo que es una forma de viajar tan válida como otras, con su parte positiva y negativa. Los que disponemos del tiempo muy limitado por el trabajo, no nos podemos permitir el lujo de movernos por el mundo sin saber cuando llegaremos a casa.
Un abrazo y sigue escribiendo.
Hola Joaquín! Muchas gracias por tu comentario!! Con respecto a la sequedad… Nos dijeron que Ngorongoro estaba más verde de lo habitual y en cuanto a Serengeti y Masai Mara, si, están más secos porque las lluvias se han retrasado como 1 mes. No sé si eso ha sumado para no ver los grandes rebaños a los que te refieres, pero de los documentales ten en cuenta que se graban con mucho tiempo por delante y los juegos de cámara y teleobjetivos pueden mostrarte algo que en la realidad se ve así… De lejos, parecen pocos bichos y o bien no puedes acercarte a ese lugar, o con el tele de una cámara normal no sacas a todos los bichos de la manada 😀 No me disculpo por hacer un viaje organizado, pienso como tú, pero en destinos como este (o Egipto cuando fui) me pesa más de lo habitual el lado negativo.
Un abrazo y gracias!
¡Hola Alicia! Hace tiempo que te sigo y he ido viendo (admirando sería más correcto) las fotos que has colgado en Flickr (impresionante reportaje) y esperaba con ganas tu relato del viaje. El vídeo es el remate final a esa colección de fotografías: imágenes impactantes y poético, simplemente conmovedor.
¡Un abrazo y gracias por la inspiración que transmites!
Muchas gracias Pablo! Me alegro un montón! Poco a poco iré contando más 😉
Un abrazo!
Alicia
¡Qué bien volver a leerte después de mi mes de ausencia! jejeje Muchas ganas de repetir en África y mucho más después de ver tus fotones amigui!!! Un beso mu grandeee
Gracias por encontrar un momento para leerme guapa!! Un besazo!! 😘😘
Siempre es un placer leer tus relatos!!!! Y este particular me hizo revivir mi viaje por Africa. Las fotos, tu relato que te hace viajar!! y para terminar el video!!!! Te felicito.
Gracias Gabriela!!! 😊😊
¡Me ha encantado, Ali!
Un primer acercamiento estupendo a unos países que tengo muchísimas ganas de conocer. Súper bien descrito, contando lo bueno y también lo malo, como debe de ser. Me he quedado con ganas de más, así que espero que Kenia y Tanzania vuelvan a ser protagonistas del blog pronto!
¡Un besote!
Gracias Cristina por todos los piropos! 😊 Sí, ya voy preparando nuevos relatos, espero que estén a la altura, je, je. Un beso grande y esperando leer sobre Senegal en tu blog!!
Me ha encantado tu relato, me ha hecho revivir mi experiencia muy reciente y que ha sido espectacular ya que iba con el pensamiento puesto en que todo me iba a fascinar y así ha sido, hubo escenas con los animales que me hicieron llorar de emoción, se que algún día volveré.
Me alegro mucho Pilar! Y gracias por tu comentario! En breve publicaré más relatos de este precioso viaje 😉
Hola, Alicia. No te conocía; te descubrí ayer en RNE. Para mí, ha sido una emoción leer este blog sobre Kenia. He vivido dos años en Nairobi. Un saludo desde Asturias.
Hola Mar! ay qué bien, me alegro mucho de que me hayas encontrado y te guste lo que escribo!! 🥰🥰🥰
Abrazo desde Madrid!