Actualizado el 12 mayo, 2019
Una tierra dura en su clima, costumbres, y conflicto. Así es Cachemira. Tan fascinante… Hoy os hablo de lo que dio de sí el trayecto entre Lamayuru y Srinagar y de esos pueblos de Cachemira que me hicieron soñar y volver a los sueños que tuve, leyendo algunos libros de viajes.
Rostros azotados por el aire, el sol hiriente, el viento helador, la nieve, la lluvia.
Mujeres vestidas con pantalones muy anchos, ropas floreadas, hiyab o pañuelo tapando sus cabellos. Hombres con gorros de estilo afgano, o pakistaní.
Estamos muy cerca de esos países tan conocidos por sus conflictos como por lo míticos que llegaron a ser en la época más hippie de los viajes.
Rostros que cuentan toda una vida y que miran fijamente, atravesando tu alma.
No sonríen con facilidad hasta que les ofreces un salam aleikhum o una sonrisa, que generalmente es correspondida. Sabes que los hombres son despiadados con las mujeres, en este su reino. Y que ellas pueden ser castigadas si se salen del tiesto, aunque ello sólo sea por aproximarse a una occidental, por su cuenta. Nosotras, «las blancas», somos representantes del vicio y de lo que es ser una “mala mujer”, por libres e independientes. Sin embargo, también somos personas, y ellos lo saben y agradecen tu saludo respetuoso y sonrisa. O eso me gustaría creer.
Una viajera ciclista con la que nos cruzamos en Lamayuru venía de hacer el mismo camino que nosotros haríamos al día siguiente. Cuando vimos las carreteras a las que se enfrentó sola con su bici, casi nos echamos a temblar. Sentimos mucho respeto y admiración hacia ella. Allá donde estés: ¡bravo!
Esta chica nos contó que le había cogido la noche en Drass. Consiguió una habitación en el -tal vez- único hotel del pueblo. Dejó su bici y salió a la calle oscura en busca de algo de comer. Y entonces se encontró con un grupo de hombres que enfundados en sus mantas, con los rostros semiocultos, la miraban fijamente. Decidió volver a su habitación y no salir más. Tuvo miedo.
He aquí mis humildes apuntes sobre los pueblos de Cachemira que vi de camino a Srinagar
Kargil
La población más importante antes de llegar a Srinagar, pero en la que no pudimos parar. No había tiempo, el camino que nos esperaba era largo y tortuoso… y además tampoco es considerado un sitio muy seguro.
Una verdadera pena. Desde la ventanilla del coche miraba pasar el lugar. Parecía de esos sitios en los que me hubiera gustado estar un par de días.
Kargil tenía mucho de Asia Central, con una calle que es bazar, y casas que aún lucen preciosos balcones de madera tallados. Una mezquita con soportales en los que guarecerse del sol, un gran río junto al que iban los escolares recién salidos de la escuela, y muchas farmacias… No sé por qué, pero hay muchas farmacias.
Drass
Nosotros llegamos a Drass (el pueblo donde la ciclista pasó miedo) a mediodía, y decidimos comer allí.
Preguntamos en una casa de comidas qué tenían. El dueño, un hombretón tan grueso como amable, nos señaló las mesas libres y se aprestó a tomarnos nota.
Podíamos elegir entre pollo, cordero… y arroz basmati, por supuesto. Todo acompañado del fantástico pan recién hecho de estas latitudes: el naan. Creo recordar que envió a un chaval a por plátanos. También que tenía wifi y por eso algunos jóvenes (todos hombres) estaban allí con sus móviles dale que te pego. Y yo, je, je.
Salí a la puerta a sentarme en los escalones de la entrada para ver la vida pasar…
Algo insegura, no me atrevía a sacar la cámara. Algunos otros hombres estaban sentados por allí y me miraban. Miradas que no sabes interpretar. Códigos de lenguaje tan distintos incluso en el gesto. Me relajé un poquito, pero al poco tuve que entrar a comer. Después sí, dimos un pequeño paseo, calle arriba y calle abajo.
Acababa de llegar una pequeña caravana de caballos. En sus lomos, mantas bordadas de colores que alegraban la vista.
La conformaban un hombre de mediana edad, una mujer y sus hijos, creo que también el abuelo. La niña más pequeña iba encaramada en lo alto de un caballo y era como una princesa, bien erguida sobre su montura.
Serían nómadas, como los que más adelante veríamos en los prados entre la carretera y los ríos.
Algunas niñas nos seguían, mirándonos con curiosidad. La más atrevida aceptó que le hiciera una fotografía con su amiga.
Grupos de chicos jóvenes también iban y venían, cogidos de la mano o el brazo, como si fueran novios. Allí es un gesto de camaradería pero si lo es de algo más, se guarda en estricto secreto porque no está permitido.
Había una tienda llena hasta arriba de pasteles y pastas que era espectacular en colores, formas, y promesas de dulzor… y un par de mezquitas al fondo de calles perpendiculares a la de la carretera.
Sonamarg
Nuestro destino antes de llegar a Srinagar. Allí teníamos que esperar unas cuatro o cinco horas, quizá más, antes de acometer los últimos 80 km. hasta la capital. Los haríamos de noche, por el toque de queda. Otro día os lo cuento.
Sonamarg es una población tranquila que a ratos parece una urbanización de chalets alpinos. Hay muchas casas nuevas, con tejados iguales, de color verde.
Pero lo que más llama la atención, y de manera inquietante, es el cuartel militar que ocupa buena parte de uno de los lados de la carretera.
Cuando cae la noche, se encienden grandes focos para iluminar todo su perímetro, por seguridad. Hay varios soldados con el arma presta. Colocados en línea, vigilan atentamente los movimientos de todos los que paseamos al lado de la valla.
Enfrente de este cuartel, se despliega la típica hilera de casas con tiendas que venden todo tipo de productos a los que pasan por allí. Alimentación, farmacias (¡cuántas farmacias hay en estos pueblos!), chiringuitos para tomar un chai o comer algo, y algunos comercios de telas y camisas típicas de Cachemira donde regatear duro mientras dejas que pase el tiempo.
Alrededor, picos de laderas muy empinadas y semi cubiertas de abetos altísimos. Según dónde mires, estás en Asia o en los Alpes.
Nómadas en la ruta a Sonamarg
Quizá no vivan todo el año allí. Probablemente no, sólo lo hagan durante el verano… el caso es que este tramo de la ruta es donde más nómadas o seminómadas vimos de todo el viaje por Ladakh.
Pequeños campamentos de más de una decena de tiendas se alternan con asentamientos más pequeños. La mayoría con lonas de plástico de colores brillantes. ¿Será para que se les pueda distinguir en caso de que caiga una nevada o haya algún desprendimiento de rocas? ¿O porque es «lo que se lleva» en tiendas de campaña?
Junto al agua, o al borde de precipicios tallados por esta misma, viven con sus cuatro pertenencias y el ganado del que seguramente vivirán. Caballos, cabras, ovejas y vacas.
Algunos se sientan en el arcén de la carretera. Esperarán que alguien les recoja para llevarles a algún punto que necesiten. A alguna aldea invisible desde aquí, o igual a una ciudad que está mucho más lejos. A lo mejor quieren ir a Srinagar y con paciencia y tiempo lo van consiguiendo. Pueden tardar horas o días, depende de su suerte.
Viajeros por necesidad, me digo a mi misma que no tiene nada de romántico. Pero en ese momento, viendo uno de estos valles brillar bajo el sol, siento que es un privilegio pasar allí el verano. ¿Lo sentirán ellos así? ¿lo pensarán? ¿amarán su tierra? ¿se sentirán libres o tan sólo seguirán la tradición, intentando vivir y sobrevivir como sus padres y abuelos, y ya está?
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Una entrada preciosa de un sitio realmente desconocido. Gracias. Y sobre todo gracias por la maravillosa foto de la caravana de caballos, impresionante.
Gracias Paloma!!
Ali.., enhorabuena..!! Esa carretera es una de los lugares más bonitos de esta tierra…, cruzarla con el bus es una historia extraordinaria. Leh, lamayaru, Drass, Kargil, Srinagar, etc… Todo es excitadamente hermoso..!!
Gracias!! Si, uno de los lugares más increíbles del planeta!!
es verdad! estuve alli hace unos años y los paisajes son increibles. Es maravillos andar por alli. EStuve unos dias en los houseboats y en navegando en el lago. Una experiencia inolvidable!
¿A que sí? :) Gracias por tu comentario!!!