Actualizado el 7 abril, 2024
Cogimos un vuelo interno de Teherán a Shiraz. Se suponía que iban a recogernos en el hotel para llevarnos al aeropuerto para ese vuelo (a más de 8 km de la ciudad), pero se olvidaron de nosotros. In extremis, decidimos ir en taxi. El señor que estaba en la recepción de nuestro hotel, muy amable, nos lo consiguió enseguida. Era muy temprano y casi no había circulación en Teherán ¡Menos mal!
Shiraz es una de las ciudades más importantes de Irán. Cerca de ella se encuentran las ruinas de Persépolis, las de Naq-e-Rustam y las de Firuzabad (a algo más de 100 km). Como ya comenté, habíamos contratado algunos servicios a la agencia iraní que nos tramitó los visados en España, y entre ellos estaban estas excursiones.
Firuzabad, donde Alejandro Magno dio uno de sus geniales golpes
Al día siguiente, esta vez sí, nos recibió el guía y nos encaminamos a Firuzabad, ruinas sasánidas, antigua ciudad emplazada en la llanura fértil del río Khoja.
Es aquí donde Alejandro Magno, desesperado porque no podía hacerse con esta ciudad, construyó una presa aprovechando la garganta que el río había excavado. Inundó así el valle y sus ciudades. Fin del problema…
Impresionante el gran edificio que destaca por encima del resto de ruinas… es el templo del fuego de Ardacher I.
En Shiraz se venera a los poetas
Shiraz también tiene sus propios «encantos». De hecho, me gustó desde el primer vistazo. Conocida como la ciudad de los jardines, esa misma tarde, al regreso de Firuzabad, nos fuimos a ver los famosos mausoleos de los poetas Hafez y Saadi.
Rodeado de jardines muy cuidados, la gente se acerca hasta el ataúd de mármol labrado y lo toca, orando o leyendo sus poemas en voz alta. Sobre todo las mujeres, porque Hafez cantaba a su belleza.
Hay una inscripción en su tumba. El poema que escribió para su epitafio, y que dice así:
Siéntate junto a mi tumba y trae vino y música, sintiendo mi presencia. Saldré de mi sepulcro. Elévate, moviéndote suavemente, criatura, y déjame pues contemplar la belleza.
En el centro de Shiraz destaca un buen puñado de edificios notables. Mezquitas, madrasas, bazares y las murallas de la antigua ciudadela Arg-e-Karim Khan. Todo fue construido entre los siglos XVII y XVIII.
Por allí anda también el Sagrado Sepulcro de Ahmadi. Este es uno de los centros más importantes de peregrinación del país. Se puede visitar, aunque las mujeres tenemos que ponernos encima un chador. Encima de lo que ya tenemos que llevar. Hay una caseta junto a la entrada donde por un pequeño alquiler te prestan uno.
Allí pude observar que centros sagrados como éstos no son sólo para rezar. Las familias y grupos de peregrinos se reparten por el amplio patio central preparando sus comidas en los hornillos, tumbados bajo la sombra de los árboles. Como en una una romería :-)
Me encantó la experiencia de entrar al lugar donde está el sepulcro de Ahmadi. Tuve que hacerlo por la parte de las mujeres, y sola, ya que mis amigos eran todos chicos.
Allí reinaba un ambiente de relajo total. Las mujeres reclinadas en las alfombras, rezando con sus rosarios o sencillamente hablando. Algunas me miraban curiosas. Otras estaban apoyadas en la verja que protege el sarcófago, rezando con la mirada baja. Por sus agujeros se podía ver el lado de los hombres. Unos cuantos años después he vivido las mismas escenas en la ciudad de Baalbek, en Líbano.
El bazar de Shiraz, de los más bonitos de todo Irán
El bazar Vakil me encantó, no sólo por su ambiente, sino por sus callejuelas y caravasares donde las antiguas caravanas de este ramal de la Ruta de la Seda paraban a descansar de camino a lo que hoy es Iraq. Hay dos caravanserais integrados en la estructura del bazar y son reconocibles por sus patios.
Por cierto, en la mayoría de los bazares de Irán se conservan las fotos o retratos de Jomeini, dando la «bienvenida» al público que los frecuenta.
Hay que recordar que en la época de la Revolución Islámica, los bazares movían en torno al 70% de la economía del país. Estos fueron los primeros (y más fervientes) seguidores de Jomeini. Financiaron su causa y de no ser por ellos quizá los islamistas no hubieran llegado al poder. Aun hoy, son un cuerpo económico muy muy importante.
Otro gran punto de interés es la mezquita Vakil, construida en el año 1773. Me sorprendió con sus azulejos historiados con los mismos motivos de las famosas alfombras persas, y con algún que otro recuerdo a los mártires de la guerra Irán-Irak.
Realmente Shiraz es una ciudad que merece mucho la pena, aparte de servir de «campo base» para visitar los yacimientos arqueológicos que hay a su alrededor. Lástima que no tenga más y mejores fotos… voy a tener que volver :-)
Si quieres seguir leyendo sobre este viaje a Irán, aquí tienes todos los posts
- Isfahan, perla de Oriente
- Persépolis, la capital persa
- Shiraz, la ciudad de los jardines y los poetas
- Teherán y alrededores
- Viaje a Irán