
Si Cádiz es la tacita de plata del Sur, se me ocurre que San Sebastián es la del Norte. Y quizá no me equivoque demasiado si digo que Donostia es la ciudad más bonita de la costa Cantábrica. Actualizo este post «homenaje» a San Sebastián porque he vuelto, una vez más, y me apetece completarlo con las nuevas impresiones de una ciudad que no me cansa.
En este artículo podrás leer sobre...
- 1 San Sebastián y la química especial
- 2 Qué ver en San Sebastián
- 2.1 Un paseo por la bahía de la Concha no tiene precio
- 2.2 El edificio del Ayuntamiento
- 2.3 El puerto de San Sebastián
- 2.4 El Aquarium, una de las grandes atracciones de San Sebastián
- 2.5 El Paseo Nuevo
- 2.6 La zona del Kursaal
- 2.7 Volvamos sobre nuestros pasos y vayamos al casco viejo de San Sebastián
- 2.8 Otro icono de San Sebastián: el Peine de los Vientos del maestro Chillida
- 2.9 Bonus: busca vistas panorámicas diferentes y visita el cementerio de Polloe
- 3 Si quieres leer sobre otros lugares de el País Vasco no te pierdas estos posts!
San Sebastián y la química especial
Empecé el año 2013 con una pequeña escapada a San Sebastián, y he vuelto a empezar otro año, el 2020, con el mismo planazo.
Lo tengo fácil (excepto la distancia), ya que tengo familia allí. Tíos y primos repartidos entre Zarautz y Donosti, con los que siempre he sentido una química especial. Para que te hagas una idea, cuando éramos pequeños mis hermanos y yo nos volvíamos locos al saber que íbamos a pasar unos días allí. Y a ellos les ocurría lo mismo 🙂
Veranos, semanas santas, y algún puente que otro fuimos a verles y a disfrutar de aquélla tierra, que siempre me ha parecido preciosa. Recuerdos de infancia que sobre todo transcurrieron en el pueblo y la playa de Zarautz, donde entonces vivían todos. De San Sebastián en cambio no recuerdo mucho, aunque sí íbamos de vez en cuando. El monte Igueldo dominando la ciudad, la famosa playa de la Concha, y poco más.
El caso es que me sigue ilusionando ir a verles, conversar, pasear y disfrutar del entorno. La llama no se apaga, y mi atracción por el Norte tampoco. Por eso, y porque lo merece en sí misma, te animo a que vayas 🙂
San Sebastián es una ciudad llena de rincones magníficos, aunque yo me quedo, sobre todo, con las vistas desde el mar.
Qué ver en San Sebastián
Un paseo por la bahía de la Concha no tiene precio
Como ya he dicho, si tengo que elegir me quedo con las vistas al mar. Y si tengo que elegir otra vez, me quedo con las de La Concha. El mar se extiende enmarcado por la bahía de forma semicircular, casi perfecta, y la ciudad alzándose con sus bellos edificios en el otro lado. La barandilla blanca, que aporta una buena dosis de romanticismo y es todo un símbolo de San Sebastián, es de 1910 y costó la friolera de 34 €, según he leído en la página web de turismo de San Sebastián. Aquí tienes más información.
No es de extrañar que esta fuera una de las principales ciudades donde los ricos iban a veranear, y de ahí le ha quedado esa fama de «ciudad pija».
También me debo volver para subir al monte Igueldo. Desde allí arriba puedes apreciar bien todo esto que te describo a vista de pájaro… o de dron.
El edificio del Ayuntamiento
El edificio que ocupa el Ayuntamiento de San Sebastián desde 1947 fue construido para ser el Gran Casino, a finales del siglo XIX, con la idea de engrandecer a la ciudad en su época dorada.
Elegante, mezclando estilos, mantiene ése aire romántico que casa muy bien con la barandilla y el mar a su vera. Está junto a La Concha, así que es imposible que te lo pierdas en tus paseos.
El puerto de San Sebastián
Siguiendo el paseo junto al mar, pasando de largo el Ayuntamiento, enseguida te plantas en el puerto de San Sebastián.
El pequeño puerto (si lo comparamos con el tamaño de la ciudad) con sus casas pegadas al monte nos recuerdan la tradición de pesca. Y los restos de la antigua muralla evocan los orígenes, cuando San Sebastián era apenas un bastión defensivo de la costa.
En Enero de 2013, por cierto, acababa de cerrar la cofradía que aún operaba. La imagen de los barcos pesqueros desembarcando cajas de pescado ya es historia, aunque si miras atentamente al horizonte, verás que la pesca sigue viva en la Costa Vasca.
Por cierto, las casas que se apoyan en el Monte Urgull cobijan una larga fila de restaurantes que encontré cerrados por ser día festivo. Por lo visto son de lo más famoso, aunque dicen las malas lenguas que el turismo se les ha subido a la cabeza y los platos se pagan caros, siendo de una calidad similar a otros lugares. En cualquier caso, hablamos de alta calidad y no seré yo quien te niegue ése capricho 🙂
Cuando pases al lado de estas casas, fíjate en los detalles. Fachadas con azulejos, como si estuviéramos en un rincón de Portugal, ladrillo y vigas de aire medieval, y la muralla antigua ya citada.
El Aquarium, una de las grandes atracciones de San Sebastián
Sigue andando. Enseguida pasarás delante del Museo de la Ciudad y de un grupo de casas preciosas. Y de ahí al Aquarium son dos pasos.
El Aquarium de San Sebastián está situado sobre el muelle y dicen que es una visita obligada. Reconozco que aún no he entrado, pero no descarto hacerlo algún día. La muestra de especies es del Cantábrico, aunque también hay tropicales. Además tiene un gran esqueleto de ballena franca y un pequeño museo naval.
Entres a visitarlo o no, al pasar junto a él verás la curiosa estatua de Vicente Zaragüeta, el hombre que fue presidente del Aquarium entre 1988 y 2015. Este hombre se empeñó en revitalizar el antiguo, consiguiendo fondos y energía para ello. Fue una obra complicada, pero el resultado es un ascenso espectacular del número de visitantes.
El Paseo Nuevo
Continuamos andando junto al Urgull Kalea. Desde que se hizo el Paseo Nuevo, si no hay temporal, es posible rodear todo el perfil del monte sin abandonar el paseo junto al mar. Puedes hacerlo en el sentido que estoy comentando o en el inverso, viniendo del famoso Kursaal, y te aseguro que es un placer.
La zona del Kursaal
Según tu velocidad y ganas de pararte a ver cómo el mar rompe en las rocas -algo que hipnotiza-, tardarás más o menos en llegar a ver el Kursaal, pero te aseguro que no es un paseo largo, y no se hace largo.
El famoso Kursaal es el palacio de congresos donde se celebran todo tipo de eventos y en especial el Festival de Cine Internacional de San Sebastián que cada Septiembre llena la ciudad de un ambiente maravilloso (estuve hace unos años). Su figura es inconfundible ¿Sabías que recrea los bloques de hormigón que reciben los embistes de las olas?
Pero no te pares ahí. Continúa. Cruza el puente del Kursaal, con sus gallardas farolas pintadas de blanco y verde, y observa las fachadas que hay enfrente.
Después puedes continuar hacia la playa de Zurriola, que está un poco más allá y es como la hermana pequeña de La Concha. La diferencia es que está menos protegida, y por tanto es ideal para los surfistas.
Son paseos que sólo se pueden dar en San Sebastián.
Volvamos sobre nuestros pasos y vayamos al casco viejo de San Sebastián
Va llegando la hora del aperitivo y la comida, y se impone reponer fuerzas. Habiendo saciado las ganas de empaparte de horizonte de mar, no te importará internarte en las calles umbrías del casco viejo.
Desde el Ayuntamiento, caminando hacia el monte Urgull, enseguida estarás en todo el meollo. Y ahí está una de las postales que más me gustan de San Sebastián, con permiso de La Concha: la calle Mayor con la Basílica de Nuestra Señora del Coro al fondo. Si vas por la mañana o al mediodía, la fachada estará iluminada por el sol.
El interior de esta iglesia barroca no es nada del otro jueves, pero si la ves abierta asómate, que es gratis 😉
A partir de ahí puedes bajar por la calle Abuztuaren. Además de estar llena de tabernas de pintxos en los que ir haciendo paradas a tu gusto (prepara el bolsillo, eso sí), podrás acercarte a la plaza de la Trinidad, o al Museo de San Telmo.
Y al final de dicha calle encontrarás otra iglesia, esta sí mucho más bonita desde mi punto de vista. Es la Iglesia de San Vicente, del Románico tardío con elementos góticos. Tanto el exterior como el interior son muy chulos.
Callejea un poco más y no te olvides de asomarte a la Plaza de la Constitución. Aquí se celebra la Tamborrada todos los 20 de Enero, y la feria del día de Santo Tomás, el 21 diciembre, que da el pistoletazo de salida a las Navidades.
Siendo la típica plaza rodeada de soportales, que recuerda un poco a la Plaza Mayor de Madrid, verás que tiene una curiosidad. Todos sus balcones están numerados. Es así porque sirvieron de palcos cuando la plaza se hizo servir de Plaza de Toros.
Otro icono de San Sebastián: el Peine de los Vientos del maestro Chillida
Ya has comido y se impone otro paseo junto al mar ¿no? ¡que no se diga!
Volvemos a La Concha y la recorremos entera. En el lado opuesto al casco viejo, siguiendo la línea de la costa, llegas a un rincón especial y maravilloso. Es el Peine de los Vientos.
La escultura de hierro que el artista Chillida dejó allí como regalo a sus vecinos se integra con las rocas y el paisaje, aportando más textura y color, si cabe, y en especial los días despejados como éste. El óxido ya chorrea por las piedras, y las olas lamen constantemente esa especie de tridentes retorcidos que me recuerdan el mito de Poseidón, el rey del mar.
Bonus: busca vistas panorámicas diferentes y visita el cementerio de Polloe
¿Has leído la novela Patria de Fernando Aramburu? Si es así, te sonará el nombre de Polloe. Este es un cementerio que se ubica en el barrio de Intxaurrondo, en una de las zonas altas de San Sebastián.
Merece la pena coger un autobús para evitar la subida empinada y plantarte allí en 10 o 15 minutos. El paseo por este cementerio será tan tranquilo como curioso, ya que está lleno de mausoleos grandiosos de las familias donostiarras.
Después te sugiero que te des un paseo hacia el mar, por las calles altas que hay un poco más allá, en esa dirección, y te encontrarás con unas vistas brutales de San Sebastián y su costa. Pues bajar tranquilamente hacia la playa de Zurriola, en diez o quince minutos llegarás.
Así he vivido unos primeros días del año luminosos, que me han regalado un mar y un cielo intensamente azules. Tanto en el año 2013 como en el 2020. Parece que Enero no es mal mes para visitar San Sebastián, pues. Colores y luces que hacen que la mente se relaje y se concentre únicamente en la belleza que contempla, mientras un nuevo año de incertidumbre comienza. Qué tendrá el mar que hace que te olvides de todo…
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Por fin algo que conozco.
San Sebastian es maravillosa. Una de mis ciudades preferidas y donde no me importaría vivir. Eso si mejor que te toque la lotería para instalarte allí. Jjeej