Allí donde confluyen las provincias de Álava, Bizkaia y Burgos se sitúa uno de los grandes espectáculos de España. El Salto del Nervión es la caída de agua más alta de la Península Ibérica, con más de 270 metros de altura. Un cortado de piedra casi vertical y en un entorno natural más que envidiable ¿Te vienes? 😊
El Salto del Nervión es tan espectacular como esquivo
Lo había visto en fotos, la mayoría con mucha agua. Desde arriba y desde abajo. Y tenía una ganas locas de verme allí. Tantas como curiosidad por saber si tendría agua cuando íbamos nosotros, si me daría vértigo, si el paisaje de alrededor sería bonito, si, si, si… Cuando viajas a un lugar concreto con el que has soñado, poco antes te asaltan todo tipo de dudas, cuando no temores ¿no? 😉
Yo sabía que hacer coincidir la visita al Salto del Nervión con un flujo de agua suficiente no es cosa fácil. Tiene que haber llovido mucho, pero que mucho, los días o semanas anteriores. O tienes que ir justo en el momento en que el deshielo está terminando. Nosotros fuimos a principios de octubre y la semana anterior había llovido «bastante» en la zona. De hecho siguió haciéndolo con menos fuerza durante el fin de semana que elegimos. Total, que mis amigos y yo éramos optimistas.
¿Por qué el Salto del Nervión no tiene agua siempre? como puedes leer en la página de Turismo Vasco el agua fluye por el interior del macizo rocoso y sólo cuando se desborda surge la famosa cascada. Por tanto se necesita mucha, pero que mucha agua para poder verlo en todo su esplendor. Un cuento que me recordó al nacimiento del Río Mundo.
¿Merece la pena ir al Salto del Nervión si no vas a ver la cascada? Pues gustos hay de todos los colores e intensidades. Desde mi punto de vista el lugar es suficientemente espectacular como para ir en cualquier momento, aunque mejor en el inicio de la primavera o avanzado el otoño, y en invierno teniendo en cuenta que puede estar muy nevado y poco practicable. Quizá el verano sea la época menos sexy.


Spoiler: nosotros no logramos ver más que un hilillo de agua que surgía desde el centro de la pared. Aun así, sentimos la magia y el poder del Salto del Nervión.
Acercándonos a la cascada más alta de la Península
Después te explico cómo llegar y dónde dejar el coche, pero ahora voy a lo que a más me gusta: contar mi experiencia.
Comenzamos andando en la Casa del Parque Fuente Santiago, que está a algo menos de dos kilómetros del mirador del Salto del Nervión. Lloviznaba casi todo el tiempo y a ratos iba a más.
Enseguida nos llamaron la atención las ruinas del monasterio medieval Santiago de Langreriz. Otro de esos sitios a los que algunos monjes se iban a vivir en la naturaleza, apartados del mundanal ruido. Por cierto, que también hay algunos túmulos neolíticos en la zona, así que los seglares cristianos no fueron los primeros en poner un pie allí.
Justo al lado vemos que hay un cartel indicando un sendero estrecho que se dirige al bosque. Decidimos ir por ahí, en vez de tomar el camino ancho que va directo al mirador del Salto del Nervión. Al menos estaríamos algo cobijados bajo los árboles porque la lluvia fina ya había hecho acto de presencia.
Como el día anterior en el Hayedo de Sarría, nos sentimos encantados caminando entre hayas con troncos y piedras tapizados de musgo verde que contrastan con las hojas caídas. Estamos andando por el Monte Santiago, un buen ejemplo de hayedo meridional del Cantábrico, entre troncos curvados hacia el cielo o retorcidos sobre sí mismos. Cada paso es un nuevo descubrimiento, una nueva perspectiva, mientras la atmósfera invita a guardar silencio.




Después de unos minutos, más de lo normal porque no paramos de hacer fotos, el bosque comienza a despejarse. Unos carteles desvaídos y casi ilegibles nos confirman que vamos por el buen camino. Justo cuando ya estábamos dudando de si el desvío espontáneo que habíamos tomado nos llevaría a nuestro objetivo. En realidad la dirección hacia el cañón está clara, otra cosa es que te encuentres con que no puedes avanzar.

A partir de ahí el avance es más claro y rápido. Primero vemos un prado lleno de hierbas altas y helechos con algún árbol suelto y mucha niebla. Un poco más allá, los cortados de Sierra Salvada.



Llegamos al borde del precipicio. El camino discurre paralelo al mismo a unos pocos metros “tierra adentro”. Es un camino sinuoso, con muchas piedras y raíces, que nos obliga a mirar bien por dónde pisamos para no resbalar y caer… No puedo evitar pensar en que hay cierto peligro en eso, en que una caída ahí es más que mortal. Cosas del vértigo latente.
A pesar de las nubes bajas se adivinan las paredes del cañón en el que está el Salto del Nervión. Parece inmenso ¿Cómo será bajo el sol?



La lluvia no cesa y vamos un poco preocupados por las cámaras, lo móviles. Tratando de limpiar el objetivo y evitar que se empañe. Queremos registrar el momento, el paisaje, la magia que nos rodea. Nadie dijo que sería fácil y ya vamos registrando mentalmente el deseo de volver sin lluvia.
Hay un momento en que no sé hacia dónde mirar, si hacia los árboles sin hojas que se yerguen oscuros y fantasmales entre la niebla, o hacia el precipicio que se intuye. Hasta que despeja un poco y entonces ya lo tengo claro. El precipicio gana. Qué magnetismo tienen las alturas.

Por fin vemos el valle que se abre a nuestros pies. El río Nervión ha excavado las calizas blandas abriendo caminos. El paisaje se abre un poco más allá hacia Orduña, ampliándose en anchura. Es como una olla gigante, alargada, que se pierde en el horizonte marcado por las montañas. Adivinamos los verdes y contemplamos los árboles que se asientan en un equilibrio casi imposible en el mismo borde de las rocas. Puede que alguno acabe cayendo con la erosión.


Seguimos andando junto al cortado hasta que llegamos al mirador del Salto del Nervión. Este es una plataforma con una barandilla alta que se asoma como en un volandero junto al Salto del Nervión. Si tienes vértigo y quieres probarte, éste es tu sitio.

Entre las fuertes rachas de viento y algo de lluvia, contemplamos a algún que otro buitre volando delante de nosotros. Incluso descubrimos a uno parapetado en un saliente de roca. Las formaciones rocosas coronadas de vegetación, allí abajo, parecen crestas de dragón. Y a un lado, por fin, un hilillo de agua en la pared caliza. No era lo que nos hubiera gustado, pero al menos no estaba seco del todo.





Nos hubiera gustado continuar por el camino hasta llegar a un punto donde ves el Salto del Nervión del otro lado, según había visto en fotos. En el blog Se hace camino al andar tienes el detalle y fotos del salto con agua. También nos hubiera gustado hacer una ruta que discurre por el valle hasta llegar a sus pies, pero con ése clima y teniendo que cruzar el río al menos un par de veces, no lo vimos claro.


Volviendo entre loberas
La vuelta la hicimos por el camino fácil. Ahora llovía mucho más y nosotros ya íbamos bastante mojados. De la cámara no voy a hablar, se nota en las fotos también. El caso es que vimos un pequeño desvío que indicaba el camino hacia una lobera. Unas esculturas recuerdan la práctica de antaño y resultan inquietantes, al menos en un día de mal tiempo.


Las loberas eran grandes trampas preparadas por los pastores para matar a los lobos, la gran amenaza para el ganado. Los hombres les rodeaban y conducían asustándoles con ruidos hasta una especie de foso en el que caían los pobres animales para ser rematados.


Después seguimos caminando hacia la Casa del Parque Monte Santiago. Una vez más, nos distraemos con los preciosos hayedos, aquí de árboles más jóvenes, hasta llegar a nuestro destino.

Junto a la Casa del Parque está la surgencia y sumidero Fuente de Santiago, un lugar bucólico en el que el agua es la protagonista. Resulta que el arroyo sale a la superficie en la fuente, y discurre unos pocos metros hasta volver a las profundidades por el sumidero kárstico. Por ahí dentro se pierde en la red de galerías y cuevas, algunas exploradas, que horadan la montaña, hasta que termina saliendo por las paredes del cañón.




Cómo llegar al Salto del Nervión
- Para subir al Salto del Nervión desde Orduña tienes que dirigirte al Puerto de Orduña (carretera BU-556).
- Poco después de llegar arriba, ya en la meseta, verás un acceso señalizado con un cartel que dice: Monumento Natural Monte de Santiago. Es ahí, no te lo pases de largo como hicimos nosotros, je, je, je.
- En el mismo desvío verás que hay un parking, pero debes saber que no es el único. De hecho hay cuatro, si bien uno está en otra dirección. El parking 3 llamado Fuente Santiago es el que está más cerca del Mirador del Salto del Nervión, a 2 kilómetros en concreto. Tiene 54 plazas de turismo. Nosotros no tuvimos ningún problema para encontrar sitio, pero eran las cuatro de la tarde y hacía muy mal tiempo.
- Ojo, está prohibido dejar el coche fuera de los parkings ya que es un espacio protegido.
- En el Área Recreativa de Monte Santiago hay un centro de visitantes (Casa del Parque Monte Santiago) y aseos, así como varios carteles informativos sobre el entorno que estás visitando.
- Si quieres comer por allí, lleva tus provisiones porque no hay ningún sitio donde comprar, y por supuesto deja el sitio limpio.
- Si te alojas en Vitoria o vas a ir allí, pues está muy cerca, apúntate a un freetour para conocerla bien. Aquí tienes varias opciones.
¡Espero que este post te anime a visitar el Salto del Nervión y ojalá lo puedas ver con agua!
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