Disfrutar de las cumbres altas de la Sierra de Madrid en primavera es una gozada, y la ruta a la Loma de Bailanderos una buena muestra. Requiere un poco de esfuerzo, las pendientes son bastante pronunciadas y no hay agua, pero llegar arriba compensa todo porque es un entorno increíble, lleno de vida y que te llena de vida ¿Te vienes? 😊
Siendo un pequeño tramo de la famosa Cuerda Larga, una de las rutas más exigentes de la Sierra de Madrid, la ruta a la Loma de los Bailanderos es una pasada de bonita. Ya me había avisado de ello mi amiga Marta, autora del blog La mochila de mamá que además publicó su propia ruta, algo más larga, y que puedes leer aquí. Pero como siempre, la realidad supera a las fotos y palabras de los demás. Y es lo que te pasará si después de leer este artículo decides subir. Si no lo haces porque te queda lejos o porque no te es posible, espero transportarte de la mejor manera posible, que para eso estamos también 😉
El Puerto de la Morcuera
Llegamos al Puerto de la Morcuera en coche. Este puerto está situado a 1796 metros de altura y tiene un parking amplio. La carretera desde Miraflores es estrecha, llena de curvas, y muy muy transitada por ciclistas, pero cuando llegas arriba ¡qué vistas!
A un lado hay una pequeña caseta abierta. Es como un pequeño refugio con algunos bancos y un cartel que explica el entorno, fauna y flora que se puede encontrar allí. En dicho cartel leo lo siguiente:
El Puerto de la Morcuera ha sido transitado desde la antigüedad para atravesar la Sierra. El camino histórico comunicaba Porquerizas (Miraflores), Chozas (Soto del Real), El Poblar (El Paular) y Santa Ana (Alameda). La realeza viajaba por este camino hacia el Monasterio de El Paular y el palacio de la Granja, en Segovia.
Entonces no habría una moderna carretera como ahora, y seguiría siendo un paraje tan salvaje como el actual. Por cierto, estamos en el Parque Nacional de Guadarrama. Y es primavera. Se nota de principio a fin. Te puede tocar un día de clima complicado, o más benigno. En nuestro caso ni lo uno, ni lo otro. Nubes altas, algunas rachas de viento frío, pero nada dramático y sin lluvia, nieblas o granizo como a buen seguro ocurrió al día siguiente, ya que una DANA o gran temporal venía de camino.
Decía que la primavera se nota, y es que las laderas del monte están llenas de piornos en flor. Son como pequeñas orquídeas de un amarillo intenso que crecen en arbustos abiertos en abanico.
Junto a la caseta arrancan unas escaleras y un cartel nos indica por dónde debemos ir. Esta es una de las posibilidades para empezar a caminar hacia la Loma de Bailanderos, nuestro objetivo del día, pero el cartel lo que indica es la dirección del Pico de la Najarra.
Cruzamos la puerta o cancela para el ganado y nos dirigimos a la izquierda. En realidad, si quieres subir directamente a la Loma de Bailanderos sólo tienes que seguir el sendero bien marcado. Una vez arriba el camino no se ve tanto, pero hay muchos hitos y señales pintadas con una raya blanca y otra amarilla.
Subida fallida al Pico de la Najarra
El Pico de la Najarra está “ahí mismo”, y es el primero de la Cuerda Larga si empiezas a hacerla en el Puerto de la Morcuera. Está ahí mismo, pero a 2.120 metros, o sea que hay que salvar un desnivel de 324 metros de altura. Así para empezar, sin comerlo ni beberlo.
Tengo que confesar que a mí las cuestas me cuestan bastante, valga la redundancia. Me encanta andar y no me importa que haya desnivel, pero prefiero las subidas suaves y definitivamente soy más de llanear. Ahora bien, si quieres subir arriba hay que subir cuestas, no hay vuelta de hoja, y tengo claro que llegar arriba es una maravilla incomparable. Los valles están bien, son bonitos, pero las cumbres son harina de otro costal. Llegar significa que te has superado, también sentirte libre, y estar en un mundo diferente. La vegetación es distinta, la fauna, el cielo está como más cerca. Es difícil de explicar.
Como decía, nosotros nos dirigimos a la izquierda y empezamos a subir por la falda de la montaña hacia un pequeño pico que tiene un hito de piedra en la cima. Creíamos que este es el Pico de la Najarra, pero no, La Najarra está a más distancia, en la línea superior que marca el perfil de la montaña.
Desde allí decidimos caminar siguiendo la línea de la montaña, que continúa hasta La Najarra. Sin embargo, a poco de llegar a sus faldas decidimos no subir hasta arriba porque iba a ser «too much», y giramos un poco a la derecha para continuar hacia Bailanderos.
Caminamos siempre por la ladera de la montaña, a unos cuantos metros más arriba del camino ya citado porque nos apetecía seguir en lo alto y subir más progresivamente.
Esto es lo bueno de la zona que pisamos. La visibilidad es perfecta si no hay niebla, y por tanto el riesgo de perderte es bajo. Puedes ir trazando tu ruta con el objetivo siempre a la vista, pero ojo, tiene trampa.
La montaña engaña. Unas veces te parece que las distancias son muy grandes, y otras mucho más pequeñas de lo que son en realidad. Vas andando y de repente te encuentras con que el terreno se eleva y detrás esconde una pedrera o reguero de grandes piedras de granito que hay que sortear. El riesgo es que te encuentres con un cortado que te obligue a volver sobre tus pasos. Es decir, los relieves no se ven hasta que estás encima y, desde luego, si es un día con poca visibilidad mejor quédate en el camino.
El Collado de la Najarra
Aunque no coronásemos el Pico de la Najarra, sí llegamos al Collado del mismo nombre. Para ello bajamos al camino “oficial” de los Bailanderos, abandonando la travesía por la ladera de la montaña, y subimos los últimos metros. Ahora sí estamos en el perfil de la montaña y podemos ver los dos lados de sierra. La vista es realmente espectacular.
A un lado se extiende la llanura que llega hasta Madrid, siendo bien visibles las poblaciones de Soto del Real y el embalse de Manzanares el Real (todo muy de la realeza, sí). A nuestra derecha se extiende la vertiente sur de la Pedriza, el gran macizo granítico compuesto de grandes riscos, paredes rocosas, canchales.
La Pedriza es el reino de piedra de la sierra de Madrid, escuela de grandes montañeros y refugio de bandoleros hasta hace un par de siglos. Dicen que estas formaciones geológicas son las más antiguas de la Península Ibérica.
Al otro lado, el Valle de Rascafría, el puerto de Navafría que da paso a la provincia de Segovia, y el Puerto de la Morcuera del que hemos salido. Es esta vertiente donde la montaña aparece alfombrada de amarillo y verde gracias a los piornos.
Caminando hacia la Loma de Bailanderos
Después de un descanso para disfrutar de las vistas, observando a las grandes aves sobrevolando nuestra cabeza, continuamos la marcha. Ya no hay mucha pérdida, los Bailanderos está siempre a la vista y la senda, que es la Cuerda Larga, bastante marcada.
Loma de Bailanderos
La Loma de Bailanderos está a 2.133 metros de altura, a unos 5 kilómetros del Puerto de la Morcuera si vas por el camino trazado. Como nosotros habíamos hecho un recorrido diferente, ya habíamos andado casi 5 km y aún no nos habíamos acercado pero… ¿qué más da? 😅
Aunque ya me había ido fijando, a partir de este punto disfruto mucho de las señales de la primavera. Los líquenes de color verde fluorescente que tapizan las rocas graníticas. Los cuarzos blancos que brillan al sol y al principio incluso pensamos que eran plásticos blancos que algún desalmado había dejado allí. Las flores silvestres, no sólo piornos sino también pequeñas Crocus malvas, onagras amarillas, tulipanes silvestres…
Andamos y andamos. Los más pequeños se quejan un poco, pero les vamos distrayendo con historietas y conversaciones varias, y por fin llegamos a la Loma de Bailanderos.
La cima de los Bailanderos no es muy “cima”. Es una loma, y por tanto es un monte suave con una pradera amplia y las rocas mencionadas. Pero allí, allí… estaba el regalo más bonito de la excursión, ya que había una gran familia de cabras montesas.
Dicen que el nombre Bailanderos viene del balanceo de las grandes rocas que hay en la cima. Un nombre acuñado por los pastores que pasaban por allí.
La fauna de la ruta a la Loma de Bailanderos
Yo había leído que es probable que veas cabras montesas, pero durante todo el recorrido no habíamos tenido esa suerte. Sin embargo, el premio de llegar a la cumbre tenía sorpresa: ahí estaban y podía fotografiarlas. Las observamos a placer y me pareció un sueño.
Admirable cómo se camuflan con las rocas, cómo trepan, cómo eligen lugares impracticables para los humanos para hacerse un ovillo y descansar. También observamos que se frotan mucho contra las piedras, en especial los cuartos traseros. No sabemos si es porque se están limpiando sus partes tras defecar, o porque están mudando el pelo y les pica, lo que explicaría el aire desaliñado que tienen.
Tranquilas, acostumbradas al paso de los senderistas que afortunadamente no son demasiados, están a lo suyo y huyen si te acercas demasiado. Buena señal, porque me han contado que en otras zonas de la sierra se han acostumbrado a que la gente les eche comida y se acercan demasiado. Una relación NO natural y que las hace dependientes de los humanos. Si te encuentras con ellas respeta su espacio y habla en voz baja, por favor.
He leído en la web del Parque Nacional que la situación de la cabra montés en Guadarrama empieza a ser problemática. Llegando a extinguirse en esta sierra, en el año 1989 se reintrodujo la especie y poco a poco se han ido reproduciendo. Hasta aquí todo bien, pero en los últimos años la población ha crecido de manera espectacular frente a la de otras regiones de la Península Ibérica, y hoy en día están al límite de lo que el medio puede mantenerlas. Aquí puedes leer el texto completo.
Mientras andas por este paisaje tan soberbio también verás aves enormes surcando los cielos. Lo bueno de estar tan alto es que puedes ver cómo planean casi por debajo de ti, o a tu altura. Distinguimos buitres leonados con su precioso pelaje marrón claro, y otras aves más oscuras que resultaron ser buitres negros, que alguno hay.
Si bajamos la mirada a ras del suelo, hay otras sorpresas. Además de miles de pequeños escarabajos y otros insectos, así como alguna pequeña mariposa, pudimos contemplar no una sino varias lagartijas carpetanas. Este tipo de lagartija es preciosa. Los machos lucen un color verde intenso que en la cola termina en azul turquesa. Las hembras, en cambio, tienen un color marrón miel.
¡Y mariquitas! Me sorprendí a mí misma dándome cuenta de que hacía mucho, pero que mucho tiempo, que no veía una mariquita. Antes las encontraba fácilmente en Madrid, pero ahora… me temo que no. Imagino que tiene que ver con la limpieza del aire ¿Qué estamos haciendo con nuestro mundo? De verdad, es horrible.
Un último punto que me encantó, ya en el camino de vuelta: el antiguo molino. Parece increíble que en este paraje tan seco alguien pensara construir un molino, pero ahí está. Hecho en piedra, de forma trapezoidal para adaptarse a la de la ladera donde se asienta, casi parece una construcción inca. O yo estoy fatal y necesito viajar lejos, que también puede ser, ja, ja, ja.
✍ Por las señales que vimos en el camino, en ciertas épocas del año el agua debe de correr montaña abajo. Será cuando haya deshielo, aunque cada vez nieva menos, y cuando llueva de manera torrencial. Tenlo en cuenta porque el camino podría verse cortado por esta razón, pero me temo que no debe de ocurrir muy a menudo.
Si quisieras seguir…
Desde la Loma de Bailanderos podrías dirigirte a Asómate de Hoyos, la siguiente cumbre con 2.242 metros. En el artículo de Marta puedes verlo.
Y si desde ahí quieres seguir, puedes completar la Cuerda Larga hasta el Puerto de Navacerrada. El único «detalle» a tener en cuenta es que son 20 kilómetros. La ruta está llena de subidas y bajadas constantes, mucha piedra, y a no ser que seas un montañero con experiencia, puede ser una auténtica tortura.
Además, o te lo montas de tal forma que tengas un coche de apoyo en cada extremo, o si tienes que ir y volver prepárate para hacer 40 kilómetros. Siempre puedes hacer noche en vivac, que está permitido, pero recuerda que allí arriba sopla el viento de lo lindo y que no hay agua en toda la ruta. En invierno, eso sí, está cubierta de nieve por lo que puedes fundirla para beber.
De todas formas, aunque sólo recorras una parte como esta, lleva suficiente agua, protección solar, ropa de abrigo, bastones de montaña, algo para comer, y no dejes ni un residuo.
Bueno, pues hasta aquí esta ruta a la Loma de Bailanderos que fue de unos 13 kilómetros en total y nos llevó unas 6 horas hacerla. Para mí ha sido una primera aproximación a esta zona de la sierra de Madrid a la que espero volver porque me pareció un lugar realmente precioso 🥰
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