Actualizado el 8 octubre, 2019
El segundo día de nuestra escapada al Pirineo Navarro, decidimos dar una vuelta subiendo a la montaña. En el camino nos aguardaban paisajes, pueblos y tradiciones que me sorprendieron y evitaron que añorara la Selva de Irati que recorrimos el día anterior :-)
Itinerario de 1 día en el Pirineo Navarro
El recorrido que hicimos fue ir al puerto de Larrau desde nuestro alojamiento en Jaurrieta, cruzando a Francia, y volver después por el puerto de Belagua, enfilando el Valle del Roncal y sus pueblos. Una vuelta en un día despejado y maravilloso.
Subiendo al puerto de Larrau
En la subida al puerto de Larrau, la mañana nos regala unas magníficas estampas de los caballos «burguetana», raza originaria del Pirineo navarro, fruto del cruce entre percherones bretones y jacas navarras.
En la actualidad, se crían para carne. Este grupito estaban siendo trasladado por el «pastor» hacia los pastos de abajo.
Además del joven que iba corriendo tras ellos, guiándoles y cuidando de que no salieran a la carretera, otro hombre les seguía en coche y paraba cada tanto para ayudar al primero. ¡¡Qué trabajo!! Eso de ir corriendo por esas cuestas al ritmo de las bestias debe ser agotador!!
Al otro lado, se abren los valles llenos bosques en pleno otoño…
Seguimos subiendo, y alcanzamos el Puerto de Larrau, el límite con Francia (no hay ningún puesto fronterizo, si os asalta la duda). A nuestra izquierda se yergue el pico Ori, con más de 2.000 metros de altura, que ya está siendo abordado por algunos senderistas.
Esta carretera, que une Navarra a Xuberoa, es denominada la «ruta de la lana», por ser el itinerario seguido durante siglos por las caravanas de mulos que exportaban la fibra animal a Europa. Luego ésta sería importada en forma de mantas y tejidos. Hoy es una de las etapas épicas del Tour de Francia.
Al otro lado de la frontera: el pueblo de Santa Engracia
Después de respirar el aire puro de la montaña, bajo un sol muy agradable, continuamos. Entramos en el lado francés donde por cierto el cielo se nubla gran parte del camino, y llegamos a Santa Engracia.
Este pueblo, desparramado en dos núcleos o barrios a lo largo de la carretera, tiene una iglesia y cementerio del siglo once que son una delicia.
Además, dada la proximidad del Día de Todos los Santos (era al día siguiente), el cementerio luce muy cuidado y lleno de flores. O quizá los franceses lo mantengan así todo el año, no lo sé.
El interior de la iglesia no es especialmente bonito, o al menos a mi no me lo parece. Pero en uno de los lados del altar nos encontramos con una sorpresa: hay un capitel donde están esculpidas las figuras del rey Salomón y la reina de Saba. El primero «recibiendo» a la segunda, y junto a un elefante que saca una lengua muy larga al público. Realmente alucinante, además de bonito.
Es sabido que en el románico todos los relieves y formas esculpidas en la roca tenían un valor educativo. Una manera de transmitir mensajes al pueblo ignorante, que no sabía leer. Ni convenía que aprendieran. Una especie de jeroglíficos «modernos».
Y, además, las esculturas se dedicaban fundamentalmente a representar lo prohibido, lo pecaminoso. Lo que no se debía hacer y era castigado y reprobado por la institución de la Iglesia.
Lo que me sorprende es que esta representación esté dentro, y no fuera de la iglesia. Porque son imágenes que suelen estar en la puerta, lugar predilecto para indicar que el mal está fuera, y que dentro encontrarán refugio.
También se pueden apreciar en las bases de las columnas, animales y figuras extrañas.
Por cierto, hay una fotografía algo mala de un fresco de Santa Engracia.
Según dice la leyenda, Santa Engracia era una cristiana capturada en Zaragoza en el año 303, cuando se preparaba para cruzar el Pirineo en busca de su señor, el duque de Narbona. Durante el martirio que le aplicaron, un ladrón se llevó uno de sus brazos y lo enterró por aquí, bajo un roble.
En el cementerio aún se conservan varias estelas discoidales, típicas del País Vasco. Cada una tiene un tipo de cruz diferente. Las que están en la cara que da al muro están mejor conservadas que en el lado exterior, el que da al camino.
De vuelta a España por el Puerto de Belagua
Volviendo a España, hacia el Valle del Roncal, las nubes se vuelven a abrir en el Puerto de Belagua y la Piedra de San Martín.
Este es un punto situado en el collado de Ernaz y que es testigo del Tributo de las Tres Vacas. Cada tres años los vecinos de los valles de Baretous (Bearne, Francia), y de Roncal, se reúnen. Los primeros entregan tres vacas a los segundos. Es un acto de paz entre las comunidades que viene de muy muy lejos. Creo que hoy en día se intercambia el valor monetario de dichas vacas.
Mientras comemos unas migas y unas chistorras en la Venta de Juan Pito, un lugar mítico y que suele estar lleno de gente, admiramos las cumbres de más de 2.000 metros que rodean este paraje.
¿Es o no es bonito el Pirineo Navarro? Yo diría que sí!! :)
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