Oeste de Camerún: Bamenda

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Por Alicia Ortego

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Pasamos parte de la mañana en el mercado de Bamenda, mientras Sama, nuestro chófer, arregla un manguito del vehículo antes de partir hacia Foumban. Bamenda es una ciudad de más de 200.000 almas, situada a más de 1.000 metros de altitud, en el valle del Mezam, rodeada por las montañas donde discurre la Ring Road.

Conociendo Bamenda la rebelde

Aquí el gobierno ha dejado de invertir en infraestructuras, por ser ésta la zona “rebelde” anglófona. Así de simple y llanamente dicho. ¿Que no quieres hablar francés? ¿que quieres libertad de expresión? ¿denuncias la corrupción, el centralismo? Pues vale, tranquilo, que no vas a levantar cabeza.

Dormir, comer y bailar en Bamenda

Pasamos aquí dos noches como «base de operaciones» para visitar Bafut.

casas de Bamenda con ropa tendida

El hotel Mondial es un hotel que ha vivido tiempos mejores pero no está mal, y está a unos diez minutos andando del centro, en un recodo un poco oscuro por la noche. Pero la verdad es que esta ciudad resulta bastante tranquila. Desde el hotel pueden llamar a taxis, que por 200 CFAs te llevan.

La primera noche encargamos cena en el que actualmente es el mejor restaurante de Bamenda, el Restaurante Royal, y acabamos repitiendo al día siguiente, ya que estaba realmente bien y muy barato!

A diferencia de otros sitios por los que hemos pasado, en este restaurante son serios y si les dices que quieres cenar a las nueve de la noche, a las nueve tienes la cena en el plato. Esto es un hecho poco común en muchos sitios de África, y desde luego en otros de Camerún. Además, las camareras son atentas y rápidas, además de simpáticas. La verdad, un placer, y espero que se mantenga así.

Observando una boda camerunesa

Esa tarde, cuando fuimos a encargar la cena para la noche, nos encontramos con una boda que ocupaba casi todo el restaurante (es bastante grande, con varios salones repartidos a los lados de un pasillo largo).

Alucinamos, porque todos y todas eran altísim@s!!! Ellas con bastantes kilos de más también. Uf, cualquiera decía nada, menudas tiarronas. Parecíamos liliputienses a su lado, ja, ja!!.

Por lo visto la pareja vivía en EEUU y había venido a su tierra natal a casarse, y muchos invitados con ellos. No había ningún blanco. Cuando llegamos estaban para empezar a cenar, a pesar de que eran las siete de la tarde. Nosotros queríamos ir a las nueve, así que nos preocupaba que nos dejaran tirados con la cena, algo que ya nos había pasado, por ejemplo en Douala.

Pero nos aseguraron que no, y que además la boda se acababa a esa hora. No nos lo creímos ¡¡si estaban empezando!!! Pues cuando fuimos a cenar, efectivamente, la gran mayoría ya había salido del restaurante y de hecho nos sentaron en una de las mesas de la boda.

Vamos, que el tema comida-música lo resuelven en dos horas. No está mal, a mi que no me gustan nada las bodas :). Los novios andaban por allí todavía, con algunos amigos y familiares, abriendo regalos y sobres llenos de pasta. :D

Y la discoteca…

Después de cenar nos fuimos a una discoteca próxima. Era un sitio bastante grande, y la gente que había estaba distribuida por los sofás.

Delante, en el centro, una pequeña pista de baile y un grupo tocando música en directo. Nos sentamos donde quisimos, pero una camarera vino y nos llevó a los asientos “vip”. ¡¡Toma ya!! (y nosotros con nuestras pintillas…). Al lado vino un grupo de gente elegantísima y se sentó.

La verdad es que lo flipamos de lo sosos que son!!, al menos en aquel Night-Club. Todos sentados, mirando al grupo de música y bebiendo. Beben poco, por cierto, pero es que las copas son carísimas y no se parecen a las españolas ni por asomo, claro.

La cerveza nos la pusieron caliente, y es que a ellos les gusta así. Si no la pides “glacé”, no hay nada que hacer, y aun así puede que la traigan fresca.

Al poco tiempo, sale un espontáneo, le pasa el micrófono una especie de animador, y se pone a cantar. Luego otro, luego otro. Como si fuera un karaoke, pero sin pantalla ni nada. Una de las mujeres que teníamos al lado se levantó y les dio dinero a los músicos. Al final nos fuimos, con ganas de haber bailado y un poco cansados de la musiquita, tipo romántica, salsera… no es mi estilo. Después nos enteramos de que si les pides tú una canción y les das dinero, la tocan. Pero claro, a ver qué pides!, no sé yo esa orquesta hasta dónde llegaría, ji, ji.  Ah! Está prohibido fumar dentro, y esto también es otro cambio, ya que en la zona francófona se puede fumar en los bares, restaurantes, etc., mientras que aquí, en la zona anglófona, no. Son como más europeos. Curioso.

El mercado de Bamenda

La última mañana fuimos al mercado. Este es un mercado grande, con todo tipo de mercancías, y además hoy es festivo (a pesar de ser lunes), así que hay mucha gente.

El sitio más alucinante fue la zona de las peluqueras. ¿Os imagináis un callejón, todo ocupado por mujeres en fila, bajo unos soportales, haciendo todo tipo de peinados a sus clientas, así al aire libre?

Al pasar nos llamaban todas con gran alegría, con la intención de peinarnos. Eso sí, el tema fotos, como que no…

peluqueras de bamenda
mujer de bamenda con bebé sosteniendo collar para vender

Aquí hacemos las primeras compras, ya que el mercado tiene una zona de artesanía. No obstante, no parece muy enfocada al escaso turismo. Sobre todo venden los trajes tradicionales, bordados a mano con alegres colores sobre tela negra, que se utilizan en bodas y otras ceremonias. Pero también hay collares y algunas cosas más.

tienda de ropa tradicional de telas bordadas por niños en bamenda

Antes de eso, paseando por la zona de productos para el día a día, nos detenemos en las tiendas de telas. Ésas que visten las mujeres con tanta gracia. ¡¡Colorido a tope!!!. Y al final decido comprarme una, con la intención de hacerme un vestido en Foumban, nuestro siguiente destino.

La tela me cuesta al cambio unos 5 euros, y son unos 6 x 3 metros. Es de algodón nigeriano, de las de mejor calidad. El regateo se impone, pero sólo consigo que me rebajen un poco y la verdad es que el precio está escrito en carteles y es el mismo en varias tiendas, así que supongo que es lo que es (nada caro!!).

callejón de mercado de bamenda con puestos de madera y niños andando por el centro

En otro sector observo que venden piedras para moler a mano el grano y las especias de la comida. Son los molinos neolíticos, al lado de barreños de hojalata y plástico.

puesto de cacharros y piedras de moler en bamenda

Y un poco más allá vemos a unos vendedores en medio de un montón de ropa gritando. Es ropa (¿de segunda mano, de contrabando?), que se subasta.

calle del mercado de bamenda llena de puestos

Cuando salimos de Bamenda, paramos en una tienda de artesanía con precios fijos, como las tiendas gubernamentales de la India. Tienen un surtido bastante amplio, aunque algunos precios son más altos que en el mercado, como suele pasar. Por ejemplo unos cazos de madera con dibujos pirograbados que habíamos comprado a una anciana, aquí se duplicaban. Pero en cambio, otros están bastante bien. Al final pico y compro unos salvamanteles hechos con chapas de botellas forrados con telas de colores y unidos entre sí, graciosísimos. De nuevo una buena muestra de la creatividad africana! :-)

Una sorpresa adicional: la cascada de Metche

Continuamos camino hacia Foumban, que no está muy lejos, y en el camino nos espera una gran sorpresa: la cascada de Metche. Es un salto de agua impresionante, que no se adivina desde la carretera a pesar de que pasa por encima del río y queda a muy pocos metros.

cascada de Metche cerca de Bamenda

Más tarde leo en la guía que es una cascada famosa por su belleza, y porque muchos independentistas bamilekés fueron asesinados y lanzados al río durante la guerra del maquis.

caída de agua de la cascada con color de barro cerca de Bamenda

Es muy vertical, y en la época de lluvias baja a tope de agua, ligeramente marrón por el barro que arrastra.

Según nos aproximamos a la cascada, por un caminito hecho con maderas, bastante curioso, vemos a nuestra derecha un árbol en cuya base alguien parece haber tirado descuidadamente algo de color naranja, rojo y amarillo. Son polvos de varios colores, incluso envoltorios, además de pequeños objetos. Resulta que es un altar.

Aquí hay un brujo que aprovecha la energía de la cascada, y de hecho un poco más abajo, ya en el propio camino, contra las rocas, hay más de estas sustancias esparcidas. Nos advierten que no las pisemos ni las toquemos para no destrozar el trabajo del brujo.

Y ya continuamos hasta Foumban, de nuevo pasando a zona francófona. El mayor centro de artesanía de África nos espera!!

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