Seguimos en los Montes Bamileké. Después de visitar el palacio de Bafut, nos vamos al mercado de la ciudad, a dar una vuelta y a probar el vino de palma. Mientras que en el Norte de Camerún las tribus beben cerveza de mijo o bil-bil, aquí lo que se lleva es este vino.
No sé si es que elejimos mal el «bar» o qué, pero resultó bastante aguado. A mi, personalmente, me dio mal rollo que estuviera muy aguado. Pensando en una posible diarrea, sólo tomé un par de sorbos.


Andando por el mercado de Bafut en los montes Bamileké
Aquí constatamos algo que ya habíamos intuido el día anterior, y es que la gente es mucho más amable que en el sur.

La mayoría te miran y sonríen enseguida, e intentan entablar conversación. No sé por qué, muchos nos preguntan que si somos norteamericanos. Cuando les decimos que no (y quizá con expresión mal controlada de «qué me dices!»), que somos españoles, enseguida se ponen a criticar a los EEUU, ji, ji.




Como estamos en la zona anglófona de Camerún, por fin puedo charlar un poco con ellos, aunque su inglés (y el mío) es un poco sui generis.
Un hombre saluda. Me cuenta que ha venido de Douala a ver a su familia aprovechando el fin de semana. Me pregunta si nos gusta Bafut. Al cabo de dos minutos ya me ha preguntado si estoy casada, si tengo hijos, y ante ambas negativas me pide el número de teléfono y me ofrece quedar conmigo en Douala. Juas!! qué rápido!!!.
Seguí con mis negativas, y después de intentarlo un par de veces más, hizo un gesto de «ok, lo pillo», y muy amablemente se despidió deseándonos buen viaje. Mira, ya podían ser todos así, hombre!! :D.

Probando la comida local en Bamenda
Aunque hablaré de Bamenda con más detalle en otro post, cuento aquí que de Bafut nos fuimos a esta otra ciudad a comer en un restaurante de comida local, y probar la gastronomía del país Bamileké. Francamente, no me gustó, pero para gustos los colores.
Uno de los platos es el Taró, que consiste en carne de buey con una especie de espinacas hervidas. En otro plato sirven pasta de ñame y salsa de color amarillo que se hace con unas cortezas de árbol. Lo probé, y la salsa no estaba mal, pero no me convencía.

Yo pedí un plato de carne sola, pero era la misma carne de buey, hervida y durísima. Lo acompañé con un plátano hervido que no estaba mal.
Esto del plátano hervido era también el acompañamiento de otro plato tradicional, una sopa de carne.
Ring Road, lo mejor para ver las tierras altas de los montes Bamileké
Por la tarde subimos a la montaña por un tramo de la carretera que llaman Ring Road. Esta es una carretera circular de unos 300 kilómetros que atraviesa las Bamenda Highlands.
El camino nos ofrece un paisaje muy verde, con algunas cascadas en las laderas de las montañas próximas y unas vistas del valle francamente bonitas. Lástima que estuviera tan nublado y neblinoso, según tramos.


Sabga, el pueblo de los Peul
Y subimos hasta Sabga, un pueblo habitado por una comunidad de pastores Peul. Precisamente es extraño que haya Peul tan al sur del Sahel, pero esta comunidad forma parte de un grupo que hace muchas décadas llegó aquí y se establecieron.
La mayoría de la gente tiene, en efecto, rasgos físicos muy típicos de los Peul, muy distintos a los de la gente de Bamenda o Bafut. Algunos niños incluso parecían árabes o bereberes de Marruecos.

En Sabga queríamos visitar al Lamido, el jefe de la comunidad, pero resulta que estaba en Bamenda.
Después de pedir permiso a unos hombres mayores que estaban sentados, algo siempre necesario en estos lugares de África, nos dimos una vuelta sin rumbo fijo por el pueblo, que se extiende a ambos lados de la carretera.



Encontramos la mezquita, y justo enfrente un edificio donde vemos un cartel que anuncia una cooperativa de mujeres que fabrica queso y yogur.
Está cerrada, pero decidimos buscar a alguien que nos diga quién nos puede abrir porque queremos comprar queso. Vemos a una mujer salir de su casa y le preguntamos. Esta llama a una de las mujeres de la cooperativa y viene con las llaves a abrirnos. Me recordó a cuando en los pueblos del Mediterráneo (España, Grecia, Italia…) quieres ver la iglesia :)

Resulta que no les queda queso. Lástima, porque ya me relamía pensando en un queso de cabra casero rico, rico. Lo que sí tienen es yogur. Lo probamos y… uf! delicioso. Como comerte la leche de la ubre directamente. Aquí no sabemos lo que es un yogur, eso está claro.

Al salir, unas niñas se acercan y empiezan a juguetear con nosotros y con las cámaras. Fue un rato muy agradable.




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Me imagino lo rico que debía estar el yogur, con lo que me gusta!!! Anda, que ligastes y todo por allí, jejejeje. Me encantan las fotos de los niños como siempre espectaculares!!! ;-)
Ja, ja!! gracias Adela! :-)