Rescatando fotos de la memoria (física y simbólica), recuerdo el mercado de Bac Ha, en las montañas del Norte de Vietnam. Uno de los mercados que más recuerdo en términos de color.Los vestidos de las mujeres son tan alucinantes como los de la remota Guatemala, y en realidad muy comunes entre sí por sus diseños intrincados y como digo absolutamente coloridos.
Inmersión en el mercado de Bac Ha, en las montañas del Norte de Vietnam
Permitidme que comience con unas cuantas fotos para que entendáis cómo es este festival de color.
A diferencia de la cercana Sapa, este mercado es muy poco frecuentado por los turistas y viajeros que se acercan a estas latitudes. Gracias a ello el ambiente es más auténtico y tranquilo.
En general la gente pasa mucho de ti, y mientras andas curioseando por los puestos, como en todo mercado tradicional organizados por géneros: carne, verduras, textiles… la sensación de transportarte a otros tiempos es mucho mayor.
Un mercado en el que las mujeres son las reinas
Aquí se dan cita las etnias de la provincia de Lao Cai: los HMong, Tai, Giay, Miao y Dao Do.
Entre ellos se distinguen por su indumentaria, aunque francamente yo soy incapaz de lograr diferenciarles.
Ahora, revisando las imágenes, puedo llegar a distinguir a las mujeres que llevan la cabeza rapada en la parte frontal haciendo su frente mucho más pronunciada. O las que llevan el vestido adornado con bolitas de plástico de colores fluorescentes. Pero allí, para nada!!
Los hombres, en cambio, visten a la occidental y con muy poco color.
Quizá son las fotos que hice ese día, o la atención selectiva cuando estaba por allí, pero yo diría que ellas eran las reinas, en todos los sentidos. Las encargadas de vender y comprar, de cargar y descargar.
Hacia el fondo, más allá de los pestilentes puestos de carne, se halla la zona de venta de animales vivos… para cocinarlos también.
Cerdos, patitos y hasta cachorros para criar y terminar asando.
Ya sabéis que en Vietnam se come perro, mientras que no se come conejo. Este segundo les da tanta aprensión como a nosotros el primero.
La zona de comercio de ganado está un poco más separada. Cuando yo me asomé ya no quedaba casi nadie, así que supongo que para esa parte hay que madrugar un pelín más.
Este es un mercado dominical que se desarrolla durante toda la mañana, pero es en las horas centrales de la misma cuando está más concurrido. A primera hora muchos aún no han llegado desde sus aldeas, y a última hora (a partir de las 12 o así) emprenden la marcha a sus hogares.
A pesar de todo, el turismo también ha llegado aquí
Una parte del mercado sí está enfocada a los pocos extranjeros que llegan hasta allí, aunque quizá esto haya cambiado con el paso de los años, pues yo estuve en 2009. Entonces se encontraba en una especie de calle que se desviaba de la columna vertebral y el centro de «su» mercado.
Recuerdo el largo regateo que llevé a cabo para comprar un bolso como los que llevaban ellas mismas. Las risas, un punto de agobio cuando hasta cinco mujeres me ofrecían sus bolsos compitiendo entre sí. Y las risas de nuevo para finalizar con un «ok!». Son parte de la experiencia en mercados como este, y yo no la cambio por nada del mundo. ¿Y vosotros?
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