Nunca me olvidaré de Marvao. Sus calles blancas y el castillo que presiden el pueblo y la sierra donde se ubica no son para olvidar. Son más bien para desear volver, a ser posible con tiempo. Si buscas lugares que ver en el Portugal más rural, sigue leyendo 😊.
Tiempo para sentarte al sol, para vagabundear por sus cuestas, para leer, para comer y beber bien, para respirar el silencio que, fuera de la época más turística, seguro que te regala.
Marvao es un pueblo de casas blancas y piedra de granito
Visitamos Marvao en un luminoso día de Junio. Uno de esos días en que las paredes encaladas, impolutas, reflejan el sol como si no hubiera un mañana.
El rato que dedicamos a andar por estas calles se me hizo muy muy corto, y en realidad lo fue.
Con la visita al castillo y la comida en el restaurante Varanda (muy recomendable), no nos quedaba mucho más tiempo, ya que en Cáceres nos esperaban otros quehaceres.
Y sin embargo este pequeño paseo me bastó para prendarme de sus calles y desear volver con la calma que precisa. Tanta como la que transmite.
Las puertas y ventanas se enmarcan en piedra de granito bien cincelada. Muchas con cuarterones al más puro estilo inglés, y con alguna nota de color en la madera.
Pero es el blanco, puro blanco, lo que destaca. Y eso, no sé a ti, pero a mí me encanta. Me encanta el efecto del “no color” sobre el cielo azul, e incluso sobre el cielo nublado. Me encanta el minimalismo que sugiere, la limpieza, y sobre todo la paz que te llega hasta adentro.
Las calles de Marvao son todas así. Y en cuesta. Empedradas. Con barandillas, alguna escalera, fuentes, iglesias, aires árabes, señoras sentadas al sol haciendo crucigramas o leyendo el periódico, barrenderos esforzándose por que no haya ni un papelito en el suelo.
Vamos con unas fotos para que lo entiendas:
Además de callejear, en Marvao puedes visitar:
- Iglesia de Santa María guarda el museo municipal que está junto al castillo.
- Casa del Gobernador.
- Plaza de Pelouriño.
- Antigua prisión.
- Torre del Reloj.
Y si buscas actividades concretas, echa un ojo a estas propuestas 👇👇
Y luego está el castillo de Marvao: Castelo de Vide
Imponente, el Castillo de Marvao observa el pueblo desde una altura más engañosa que real, igual que su interior es más rico de lo que puedas pensar desde el exterior. Así que no, no dudes en entrar y darte un buen paseo por sus patios de armas, torres y alturas.
Decía Saramago que desde Marvao se ve toda la tierra.
Qué razón tenía el bueno de Saramago. En efecto, las vistas desde lo más alto de las murallas son de 360 grados. Y al pie de las mismas también. No hay ningún obstáculo para admirar la campiña de esta tierra que se besa con la española a poca distancia.
Las sierras de San Pedro, en España, y San Mamés, en Portugal, son los referentes geográficos y naturales del paisaje que se despliega ante tu vista.
El pueblo se desparrama por la ladera rocosa como una lengua blanca, y casi debajo del mismo destaca el Convento de Nuestra Señora de la Estrella, o mejor dicho, de Nostra Senhora da Estrela.
La visita al castillo casi paso a paso
Nada más entrar, tras recoger un folleto en portugués que te servirá de guía, en dos pasos te plantas en la entrada de la antigua cisterna. Sólo hay que pasar por un par de escalones y bajar unos cuantos más por un angosto pasillo.
Estamos en las entrañas del castillo de Marvao y ante nosotros se abre una estancia abovedada con 10 metros de altura.
Cuenta el folleto que es la más grande de las cisternas de los castillos portugueses, y que se podía acumular agua para 6 meses. O sea, para un asedio medianamente largo.
Porque claro, la principal función de este castillo o fortaleza era la defensa de las fronteras, de la sierra, de los pueblos que hay alrededor y de sus gentes. Tanto es así que fue uno de los bastiones, o mejor dicho, baluartes, que más y mejor defendió a las fronteras portuguesas de los intrusos castellanos. Y no se pudo conquistar nunca.
En el siglo XVII el castillo de Marvao jugó un papel decisivo en la Guerra de la Restauración, pero su historia comienza mucho, mucho antes.
El primer asentamiento en esta colina fue el de un cuartel fundado en el siglo IX por Ibn Marwan, apodado «el hijo del gallego», un tipo que se rebeló contra el primer ministro del emir de Córdoba y se vino a refugiar a estas tierras. Todo un personaje que tuvo más que avatares en Extremadura. Te dejo aquí el enlace a la wikipedia.
Ibn Marwan ordenó construir un castillo porque esta peña, amigo/a, es canela fina para controlar el territorio que la rodea. Un detalle: las murallas fueron construidas por desdichados prisioneros.
Ni un enemigo se podría acercar así como así, sin ser visto antes y de lejos.
Y sin embargo es un sitio malísimo para vivir. Es alto, lo que dificulta el transporte de víveres, materiales de construcción y qué sé yo qué más.
Los inviernos son duros, las fuentes de agua están lejos y más abajo, y solventar el desnivel para encauzarla en orden contrario a su naturaleza no debía ser tarea fácil en aquéllos tiempos.
Superada la cisterna, que es el ingenio para solucionar el problema del agua aquí arriba, cruzamos un pequeño patio que por lo visto era espacio de diversión, y pasamos por el siguiente nivel de murallas. Porque entrar a este castillo supone cruzar hasta cuatro murallas y dos torres. Ahí es ná.
Lo siguiente que te encuentras es el enorme patio de armas. Más largo que ancho, hoy luce como un jardín cuidado, con arbolitos y algunos bancos para sentarse. Y esto llama mucho la atención en todo Marvao.
Es un lugar muy cuidado, mimado. Parece que buscan la perfección, y resulta que es así. Están postulando para ser incluidos en la lista Patrimonio de la Humanidad y a eso hay que ponerle mucho cariño.
Cruzando a lo largo el patio de armas, pero sin olvidar asomarte para ver las vistas una y otra vez, llegas al fondo del castillo. Allí hay más puertas, otro patio de armas más pequeño pero más acogedor y bonito, algunos edificios y la Torre del Homenaje.
Ya sólo te queda subir y bajar escaleras, luchar con tu vértigo cuando pasees por las murallas sin barandilla, admirar los antiguos cañones que aún parecen vigilar los campos, el paisaje en sus distintos ángulos y explorar los recovecos a placer.
Dónde está Marvao y cómo llegar
Marvao está en pleno Parque Natural de la Sierra de Sao Mamede, y a un tiro de piedra de España. Al otro lado de la raya junto a la frontera con la provincia de Cáceres, Extremadura.
Si viajas en coche:
- Desde Cáceres es un trayecto de 1,40 horas.
- Si estás por Valencia de Alcántara son 27 minutos!
- Desde Lisboa: 2,40 horas.
➡️ Si estás pasando unos días en Cáceres, no te pierdas mi guía completa de la ciudad.
Algo más complicado es su acceso en transporte público, la verdad.
Por lo visto hay autobuses desde Lisboa cuyo trayecto dura 4 horas y 20 minutos. Bastante asumible si quieres ir a perderte unos días por allí, pero no tanto para ir a pasar el día o un fin de semana corto. Es lo que hay.
Hay que esforzarse un poco para perderse, aunque sería genial disponer de más transporte público y no depender tanto del coche en este mundo que se nos va por la cloaca.
💡Otra manera es contratar una excursión desde Lisboa, por ejemplo, que incluya Marvao en el recorrido.
Este viaje forma parte de una promoción turística de la región del Tajo Internacional, a cargo de la Diputación de Cáceres y la oficina de Turismo de Extremadura.
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