Hace unas semanas leía El caballero del salón de William Somerset. Un viajero de los tiempos coloniales que recorre parte del Sudeste Asiático en este libro de viajes (podéis leer la reseña en Leer y Viajar). Este viajero habla de su desazón ante la tamaña tarea que puede ser escribir sobre los templos de Angkor, en Camboya. Me sentí totalmente identificada con él. Así que empiezo este post sin saber hacia dónde me llevará.
Mucho tiempo llevo pensando en escribir sobre los templos de Angkor, seguramente una de las maravillas arqueológicas de este mundo que he tenido la fortuna de conocer en persona
Mis sensaciones allí, sin embargo, no fueron tan fuertes como yo esperaba, o como sí me había sucedido en otros lugares de igual maravilla como Egipto.
Quizá fuera el clima de aplastante calor y humedad. Hizo que incluso uno de mis ojos comenzara a arder cuando una gota de sudor llena de sal lo bañó, mientras trataba de mirar por el visor de la cámara. Ni mis cejas, ni mis pestañas lograron detenerla.
Quizá fueran las masas de turistas que, como yo misma, pululaban por todas partes.
Tratando de pensar en cómo me sentía allí, tratando de quitar el barniz que el tiempo da a los recuerdos, me viene a la mente una idea: «borrachera» de templos.
Arquitecturas fascinantes que ya han perdido los colores de los estucados que las recubrían, y nos ofrecen la desnuda piedra cubierta de líquenes y musgo. Arquitecturas portentosas, enormes, que se asientan en un laberinto de canales de agua y la poderosa selva.
Poco entendí de aquél lugar, estando allí. Debería haber leído más antes de ir. O haberlo hecho de una manera más pausada. Puede ser que sencillamente mi mente no da para tanto cuando se trata de algo que no has estudiado en el colegio y te faltan todo tipo de referencias culturales.
Así que recomiendo a todos los que pretendéis ir que os lo toméis con calma, si es posible. Que le dediquéis varios días, y que huyáis de la puesta de sol en lo alto del templo donde todos los guías, conductores, etc., se empeñan en reunir a la masa de turistas que han pasado allí el día. Bueno, a no ser que os guste este tipo de eventos y multitudes, claro.
De todas formas no sé si hasta cierto punto eso forma parte de la «organización» a la que obligadamente hay que someter a la cantidad de visitantes del lugar.
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El objetivo es que nadie se despiste, que no ocurra ninguna desgracia, y/o que nadie se lleve algo que no debe llevarse. Ya la entrada anuncia este tipo de medidas: te hacen una foto e imprimen la entrada con dicha imagen. Absoluta personalización, y control.
Así, Recuerdo con mucho más cariño el pequeño y tranquilo templo de Beng Mealea. Un templo que parece haberse quedado tal cual lo encontraron los arqueólogos. Y más o menos así es.
Pero no, no os quiero desanimar, nada más lejos de mi intención!!! Desde luego merece muchísimo la pena conocerlo.
En Angkor hay templos para dar y tomar. Mucha belleza e inmensidad, obras que el ser humano de hace miles de años fue capaz de levantar y embellecer. Sin las técnicas de las que hoy algunos tanto presumen. Lanzando mensajes o adorando a sus dioses.
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Un resumen de la historia de los templos de Angkor
Estamos en el corazón del inmenso imperio khmer que floreció entre los siglos IX y XIII. Cuando aquí andábamos con … el Románico? En nuestra Edad Media, o la «edad oscura» como se bautizó en el Renacimiento, allí vivían -se calcula- un millón de personas.
Gente que se abastecía con esa red hidráulica enorme y sus cultivos. Gente que comía y producía excedentes suficientes para construir esta maravilla arquitectónica, que es lo que ha quedado.
Las viviendas ya han desaparecido, comidas por la selva, las inundaciones y el abandono (y las guerras, seguramente). Pero no los templos, símbolos de la eternidad de los dioses y de los reyes empeñados en dejar su huella en este mundo. En trascender la mortalidad que también a ellos les alcanza.
La forma piramidal de dichos templos busca representar a la mítica montaña cósmica Meru. Todos ellos tenían un lago o estanque donde reflejarse, representando al océano primordial. Vaya eso por delante… :)
El templo de las mujeres
El primer templo que visité fue el Banteay Srei o «ciudadela de las mujeres». Se llama así porque está decorado en buena parte por danzarinas (devatas) de estilo claramente hindú.
No hay que sorprenderse ya que los reyes khmer se inspiraron en los conceptos indios de la realeza. La influencia india es patente en muchísimos relieves conservados en estos templos.
Recuperando las fotografías que tomé allí, y olvidándome de las hordas de japoneses que invadían las inmediaciones con bastante indiferencia hacia todo bicho viviente (empujando, si hace falta)… recuerdo que me encantó. Es un templo precioso, recoleto, y que me recordó mi paso por India del Sur unos tres años antes.
Ta Prohm (templo de Brama el antepasado)
Este es el famosísimo monasterio-templo que fue escenario de la peli Tomb Raider. Sólo aquí vivían más de 12.000 personas, entre ellos 18 altos sacerdotes y 615 danzarinas.
Si el templo de las mujeres estaba lleno de turistas, fundamentalmente japoneses, no os digo nada éste!! Aunque con un poco de paciencia y renunciando a algunos planos, logré que no salieran en las fotos. Debo de estar sonando muy pesada. Sé que al fin y al cabo yo también formo parte de esa rueda, del mecanismo que se carga la paz del lugar y le resta buena parte de su magia, soy consciente. ¿Qué podemos hacer, si queremos ver in situ esta maravilla? grrrr…
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Hoy me arrepiento de no haber estado allí más tiempo. Aparte del espectáculo de los árboles «comiéndose» a las piedras, que es impresionante, hay muchísimos relieves que nos hablan de los ritos y ceremonias de antaño.
La ausencia de los monjes
Otro inciso: probablemente hayáis visto muchas o algunas fotos de monjes en este templo. Con su característica túnica naranja y su expresión amable. No negaré que me hubiera encantado traerme una instantánea de ése tipo, pero… el «avistamiento de monjes» en los templos es cada vez más difícil. Y no es de extrañar.
Al menos en las épocas altas del turismo, si es que aquí hay alguna época «baja», han decidido dejar de exponerse a los objetivos de las cámaras. ¡¡Totalmente lógico!! Ellos van allí a rezar y a meditar, y así no hay quien pueda. Me siento culpable sólo de haber pensado que quería haber hecho una de «ésas» fotos :S
Volviendo al Ta Prohm, sólo decir que en sus pasillos aún encontraréis estatuas de Buda convenientemente vestidas, con sus ofrendas de incienso, flores y arroz delante suya. Sí, Angkor no está muerto.
Termino este post con otro lugar, porque aún quedan templos para dar y tomar, y eso que yo no vi ni la mitad. Lo cambié por ir Beng Mealea, e hice bien. Si hubiera tenido más días, ay.
Las Torres de Suor Prat
Según la tradición popular estas torres fueron utilizadas para espectáculos de funámbulos que caminaban sobre cuerdas tendidas de uno a otro edificio. Se alinean frente a la «terraza de los elefantes», con una explanada de por medio.
En efecto parece un lugar donde se celebraban cosas, o se hacían recepciones con los reyes como protagonistas. No tiene la espectacularidad de otros rincones de Angkor, pero sí es un lugar tranquilo en el que imaginarse las procesiones y eventos del lugar. O quién sabe, a lo mejor aquí había un mercado. Hay cosas que nunca sabremos.
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Está claro que cuando visite este lugar intentaré hacerlo lo más pronto posible y madrugar, porque es un sitio que con mucha gente pierde todo el encanto, es uno de mis puntos calientes pendientes :D
Saludotes!
Sí, Jose Carlos, pero hay un horario… el de las taquillas. De todas formas eso te informas allí y te plantas el primero, je, je. El sitio tiene unos cuantos kilómetros cuadrados, pero te puedes mover en bici (alquilada), rickshaw… Lo de "punto caliente" le viene que ni al pelo, ja, ja!! :D
Impresionante lugar! Es verdad lo que dices que según que lugares puede llegar a abrumar tanto templo y si encima se desconoce la historia pues seguramente te pierdas muchos detalles. Si voy en u futuro intentaré informarme un poquito, e intentar disfrutarlo con calma… :)
Al menos intentarlo, je, je, aunque luego viene la pereza, piensas que cuando estés allí, etc. Pero vamos, mínimo yo entraría 2 días (si no 3), y trazaría un plan antes, para cada día, porque si no es un jaleo inabarcable :)
Coincido contigo, yo también me sentí «borracha» de tanto templo, es más, me decepcionó un poco el Angkor Wat, me lo esperaba mucho más «algo» y mucho menos lleno jaja. Pero vine enamorada de Bayón. Luego por humedad, mucha gente siempre, guias, tuk tuks, todo, acabé hasta las narices, a parte mi rodilla de tanto subir y bajar escalones me dijo que otro templo más y me dejaba tirada allí, así que al final mandaba a mi chico de explorador porque en varios templos me pasó eso de «visto uno vistos todos» claro que estaba verde también de la historia. Me arrepiento de no haber comprado un libro que te intentan vender en todas partes sobre la historia de Angkor, en los más alejados me lo vendían a 8$ sin regatear, luego ya más cerca no bajaba de los 20.
Jajaja, Sara, casi la misma experiencia. Me temo que es un sitio para tomárselo con mucha calma y tratar de evitar… Temporada alta? (Si es que tiene baja) y dedicarle mas tiempo, además de ir leído o hacerlo allí mismo… Son oportunidades que desaprovechamos y es una lástima. Y me queda la duda de si el síndrome de Stendhal o borrachera, no la tendría igual con menos prisas, no sé… ?
Los templos como estos suelen estar cargados de mucha historia e información, por eso es bueno leer sobre ellos antes de visitar el sitio. Mil gracias por tus recomendaciones e información.
Sí, son una maravilla y merece la pena saber y entender quién los hizo y por qué están allí. Gracias a ti, Rosana, por leerlo y comentar 😊