Los templos de Angkor: Bayon y Angkor Vat

Actualizado el 7 abril, 2024

Seguimos en la calurosa y húmeda selva que alberga los templos de Angkor, esa maravilla arqueológica que comencé a contaros en el anterior post :). Hoy viene «el plato fuerte», los templos que a mi entender son más espectaculares. De la ínfima parte que llegué a ver, porque este lugar es realmente enorme.

Los templos de Angkor: Bayon, un sueño de caras de Buda

Fuimos a Bayon cerca del mediodía y prácticamente no había nadie, por lo que me desquité de esa sensación de «parque temático» que tuve en otros momentos. No obstante, fue la peor hora de calor, ag!!

Este templo es maravilloso. Como un bosque de piedra, lleno de «torreones», muchos con pequeñas capillas en su interior. Lo grande grande y que a mi me «enganchó» son las caras de Buda que forman el cuerpo de dichas torres.

Los cuatro lados de cada torre tienen un rostro gigantesco de Buda, y cada uno con una expresión diferente.

Son diferentes, pero mirándolas atentamente todas lograban provocarme una sensación de bienestar, de paz. Un fenómeno que en ningún otro sitio, hasta la fecha, he vuelto a encontrar.
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Por lo visto, originalmente había más de 200 rostros del «señor compasivo» mirando los puntos cardinales. Vigilando y protegiendo al pueblo khmer. La sensación es que las caras «te miran» directamente. Sus labios, ligeramente curvados en sonrisa (junto con sus ojos), logran el poderoso efecto de paz y bienestar.

En otros niveles del templo (tiene hasta tres), los bajorrelieves son exquisitos, pero yo me quedé tan prendada de las caras de Buda que sólo después cobré conciencia real del resto de riquezas del templo.

Sin lugar a dudas, éste fue el rincón que más me sedujo de todo Angkor, y por el que volvería. A ser posible, firmando por menos calor y humedad, y en condiciones de poca gente. ¡No pido ná!!

Por cierto, frente a él hay un templo actualmente en uso. Custodiado por monjas, cuidan y/o alimentan a la gran estatua de Buda que se alza «bajo palio» y que además puede proporcionarnos algo de sombra.

Al lado hay también algunas tiendas e incluso restaurantes donde encontrar con qué rehidratarse. Aquí viven familias humildes, las pocas que habitan el yacimiento, y que se ganan la vida con lo que los turistas consumen.

Los templos de Angkor: el Angkor Wat

Angkor Wat es el templo más famoso. Desde luego, el que aparece sí o sí en las postales y libros de este gran yacimiento.

Con un gran foso a su alrededor por el que sobrevuelan las libélulas y flotan los nenúfares, las larguísimas pasarelas o caminos de piedra que hay que recorrer para llegar al complejo de edificios principales se hacen interminables bajo el fulgurante sol -de nuevo-.

Aquí sí me vi un poco apurada. Casi no me quedaba agua ni había ningún sitio para comprarla. Para ello tenía que volver atrás, cruzar otra explanada sin sombras, y era una distancia. El caso es que llegué a marearme, supongo que porque perdí muchísimo líquido en muy poco tiempo al no parar de sudar a chorros. Y recuerdo que pensé que era una situación de lo más absurdo: rodeada de turistas con sus provisiones de agua, yo me sentía «sola y desvalida». Bueno, que me estoy poniendo dramática, juas!! En fin, un ratito sentada a la sombra me vino muy bien ;D

Consejos: los paraguas vienen bien tanto si llueve como si no. Y No racanees en cuanto a la cantidad de agua con la que enfrentarse a esta maravilla, aunque signifique más peso a la espalda.

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Si queréis planificar la visita, puedes reservar aquí tours de uno o varios días en los templos de Angkor. Haciéndolo desde aquí me ayudas a mantener el blog.

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El tamaño y el arte de Angkor Wat

Sus dimensiones son gigantes, pero lo que lo hace tan especial son las estelas de relieves que recorren las galerías porticadas del edificio principal, al final de la gran pasarela. Estelas que narran los grandes poemas épicos indios: Mahabharata y Ramayana. 

El Mahabharata narra el conflicto entre dioses y demonios, que por supuesto termina con el triunfo de los primeros, faltaría más! :D
El Ramayana cuenta las hazañas de Rama, una reencarnación del dios Visnu.

Estelas que me recordaron muchísimo a las que hay en Persépolis, en Irán.

Trabajos finísimos y preciosos que se van desgranando en muchas de las paredes del templo y que han dado muchas pistas a los arqueólogos acerca de las diferentes épocas, las vestimentas de hombres y mujeres, etc.

Pero no es un templo muerto. Los monjes siguen visitándolo y a cada paso te encuentras con sombrillas, inciensos y altarcillos para el culto budista. Probablemente no sería así en el pasado, sino mucho más ostentoso y barroco, pero quién sabe.

Llamadme loca, pero sigo viendo los rasgos de antaño en los camboyanos de hoy en día. Como los del pequeño ayudante de un monje que se dedicaba a bendecir a todo aquél que lo solicitara, entre los pórticos de este gran templo.

Lo que me gustó menos fue encontrarme con un grupo de danzarinas que, vestidas como en los relieves del templo, daban un toque de «parque temático» a la vorágine de turistas que llenan el templo.

Y hoy no puedo evitar recordar la historia de aquella danzarina de la que el dictador actual se encaprichó, la «secuestró» como esclava sexual y acabó muriendo. En Camboya siguen pasando muchas cosas que aquí no llegan :(

La puesta de sol en lo alto de un templo

Finalizo el post con la puesta de sol en el templo al que todo el mundo acude, guiados por sus guías e incluso por los guardias del parque. Por favor, si podéis, evitadlo. Casi nos dábamos codazos unos a otros, y por supuesto no falta el gritito cuando el sol se esconde. En fin, una experiencia más.

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