Cuando veía en el programa de la agencia con la que viajamos a Mongolia que pasaríamos una noche en el Lago Zuun Nuur, me dispuse a buscarlo en los mapas. Y no lo encontré. No lo encontré ni una, ni dos, ni tres veces. Tampoco en las guías. Me preguntaba por qué íbamos a pasar una noche allí. ¿Sería un lugar de Mongolia especialmente bello? ¿tendría alguna importancia histórica?
En realidad el lago Zuun Nuur es un lugar de Mongolia a medio camino entre los valles de Mongolia Central y el gran lago Khovsgol. Un buen sitio para hacer la parada técnica que te evita recorrer demasiados kilómetros sin parar, pues hay al menos un campamento. Pero más allá de ser un punto estratégico en el camino, Zuun Nuur es un lugar en el que merece la pena pararse.
Por cierto, si quieres situarlo en el mapa, búscalo por Zurkh Lake ;-)
El camino al lago Zuun Nuur o Zurkh Lake
Avanzamos hacia Zuun Nuur por una pista que discurre primero bordeando el Lago Blanco, y después por la cordillera del Khangai atravesando pasos de montaña con vistas preciosas. De vez en cuando algún ger salpica las praderas. Incluso alguna cabaña de madera con su cercado para el ganado. Son 175 kilómetros bamboleando en la furgoneta.
Los bosques van desapareciendo. El paisaje está dominado por lomas rocosas y cubiertas de hierba, cuya altura engaña. Ondulantes, suaves, con riachuelos.
Una vez más observamos a los nómadas conduciendo a sus rebaños, a caballo o en moto. Los hombres visten deels de color rojo o rosa fucsia y fajín amarillo, casi sin excepción, en vez de los colores azules, marrones o negros de los días anteriores. También pasamos por dos pueblos pequeños de casas con tejados y vallas pintadas de vivos colores, pero enseguida quedan atrás y volvemos a estar inmersos en la naturaleza.
Por el camino paramos a ver de cerca una de las muchas tumbas de piedra neolíticas o de la Edad de Bronce que se sitúan junto a la pista que seguimos. Testigos de una historia que ya ni se recuerda, unas son cuadradas y tienen cuatro piedras dispuestas en vertical en las cuatro esquinas. Otras son redondas y tienen un túmulo en el centro ¡como las del Sáhara!
Los antiguos nómadas no quisieron que sus muertos se quedaran vagando por el mundo.
Nos pareció un buen lugar para comernos el picnic que nos habían preparado en el campamento anterior. Allí, junto a los muertos. ¡La verdad es que ya estábamos hambrientos!
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Zuun Nuur suena a nombre de princesa
En realidad Nuur significa “lago”, así que este apellido lo vas a encontrar en muchos de los lagos de Mongolia, si te da por curiosear en los mapas del país.
Con los lagos siempre me pasa igual. Me emociona la llegada, la estampa de postal que ofrecen. Me pongo a hacer fotos con alegría y quiero recorrer sus orillas de cabo a rabo. Sin embargo, al cabo de un rato que no sabría cuantificar, podría ser una hora o tres horas, me aburro. Sí, lo reconozco. Los lagos me aburren. Tienen algo de monotonía que, a no ser que tengan algo que la rompa, como una rica fauna, me acaban aburriendo.
El lago Zuun Nuur no es distinto, aunque no por eso le voy a quitar mérito.
En realidad el enclave de Zuun Nuur es un lugar de Mongolia muy hermoso, y en cierto modo me recordó a algunos puntos de la carretera del Pamir, o incluso de Ladakh.
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Lo descubrimos cuando la furgoneta supera una cuesta bastante empinada. Fue la vista más espectacular de todas las de ése día. Creo que los lagos se aprecian mejor desde la distancia.
Zuun Nuur está rodeado de lomas y tiene una pequeña península que se adentra en sus aguas. Todo se refleja a la perfección, y el sol hace que los colores cambien a cada rato, más si hay nubes que proyectan sus sombras.
Nada más llegar me voy a dar un paseo por la orilla. Estoy completamente sola y la tranquilidad es absoluta.
A un par de metros del agua los mosquitos casi me hacen desistir, pero en cuanto llego a la orilla desaparecen. Será por el viento que corre libremente, me digo a mí misma. Decido, pues, avanzar siguiendo las curvas del lago, tratando de estar fuera de su alcance.
Hay muchos troncos rotos y secos por las tormentas. Las piedras de la orilla están cubiertas de una pátina blanca, signo de que el agua de este lago es salada. Un poco más tierra adentro, las piedras están llenas de líquenes de un color naranja muy vistoso.
Por supuesto hay marmotas en el prado, correteando como siempre, de agujero en agujero. Me entretengo observándolas a ellas y a unos pajarillos asustadizos que brincan a mi alrededor. Un poco más allá un pastor guía a su rebaño en la ladera. Detrás hay un bosquecillo.
Enseguida empieza a bajar la temperatura. Estamos a 2.000 metros de altura y aquí las noches son frías aunque estemos en el mes de agosto. Me voy a la ducha deseando que haya agua caliente. Tengo suerte.
El campamento Dalai Van es un poco más sencillo y descuidado que los anteriores, pero tiene un carácter familiar que lo hace agradable. Se sitúa en una ladera mirando al lago y a una distancia que lo respeta.
Hay dos casas de madera pintadas de blanco, una de ellas es el restaurante que tiene un estratégico balcón, ideal para sentarse a contemplar el lago al atardecer.
Observamos cómo juegan al voleibol los niños del campamento con nuestro chófer Zorik bajo las últimas luces del día. Se lo pasan en grande. Después, llega la hora de la cena. En el anterior campamento nos habían advertido sobre la comida de éste. Que tuviéramos cuidado, que algunos viajeros llegaban al suyo procedentes del Dalai Van con la tripa mala. Miramos con cierta aprensión la ensalada y decidimos ser cuidadosos.
Quedan pocas noches en este país lleno de paisajes fascinantes y empiezo a sentirme un poco cansada, pero me repito a mí misma que soy una privilegiada por poder contemplar paisajes como este, un lugar de Mongolia casi anónimo, y disfrutarlos es casi un deber :)
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- Karakorum, la que fue capital del Imperio Mongol
- Ruta por Mongolia Central: valles, volcanes y el gran Lago Blanco
- El lago Zuun Nuur, un lugar de Mongolia que no aparece en los mapas
- 2 días en el Lago Khovsgol, al norte de Mongolia
- Fauna de Mongolia: sorpresas en las estepas
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