arco iris en el lago pangong

Actualizado el 13 noviembre, 2021

Me dispongo a escribir, o describir, un lugar que parece un sueño. Y no sé ni cómo empezar. El lago Pangong, en uno de los rincones más remotos de Ladakh, es de esos sitios que te arrancan todo tipo de exclamaciones. Después, sin embargo, te va callando. Posiblemente porque el silencio es la manera que tenemos de rendirnos ante un lugar como este. 

Situado en la frontera con la Región Autónoma del Tíbet (China), el lago Pangong sólo es accesible en los meses de verano y tras 6-8 horas de conducción por las carreteras del Himalaya indio, desde Leh.

montañas de colores ocre y río con nubes y sol cerca del lago pangong

Nadie dijo que los lugares remotos sean fáciles de alcanzar. Como los sueños. Y sin embargo el Lago Pangong está más cerca de lo que parece. Sólo hace falta que sea verano.

Empezaré por el principio: salimos de Leh dispuestos a llegar antes del atardecer al lago…

Ascendemos a los 5.360 metros de altura en el puerto de Chang La

Todo el mundo para en este puerto. No hay muchas más opciones para tomarse un chai calentito, o unos fideos.

Allí hay que hacerse las fotos de rigor, dar una vuelta a la gompa cuya entrada está cubierta de banderas de oración y campanas que suenan constantemente con el viento, y, por qué no, admirar la gran pared de hielo que se alza imponente junto a una de las curvas de la carretera.

pared de montaña totalmente cubierta de hielo lleno de grietas de camino al lago pangong en ladakh
gompa con banderas de oración y campanas de camino al lago pangong

El tiempo es muy cambiante. Hace un frío que pela, puede nevar en pleno mes de agosto, y lo normal es que estés muy mareado. Falta aire. Falta oxígeno.

La «fauna» se compone de turistas indios, muchos de Bombay y Bangalore, japoneses con ese aire de estar perdidos, y algunos occidentales. Unos llegan en moto, otros en minibuses, algunos en bicicleta.

changla pass de camino al lago pangong

En el café Chang La, un local construido sobre pilotes de cemento, hay viejos esquíes colgados de las paredes, entre muchas otras cosas. Cuando entras, el olor a fideos y a chai es penetrante. Todo el mundo se arracima en el minúsculo mostrador. Hay que andar listo para conseguir una mesa y una silla de plástico, de esas de piscina. Eso sí, la rotación de gente es rápida.

Para ir al baño, lo mejor es bajar por la ladera y ponerte bajo los pilotes del edificio. Mucho mejor que entrar en las letrinas del edificio. ¡Dónde va a parar! A pesar del frío, resulta hasta limpio.

Rodando entre curvas y magníficos cerros de colores hasta que te avisan de que ya se ve el Lago Pangong

monasterio en carretera de camino a lago pangong

Un triángulo de color azul turquesa, encerrado entre dos enormes laderas de colores ocres.

Un horizonte cortado y sin embargo prometedor. Como si fuera un oasis en el desierto.

Es ver tu sueño ahí, ya al alcance de la mano.

Si estabas cansado, mareado, o somnoliento por el traqueteo de la pista… todo se te pasa. Tus sentidos se despiertan y ya sólo anhelas llegar y ver cómo es.

lago pangong en el horizonte

Lukung, un minúsculo centro turístico

Llegamos al extremo del lago, a un sitio llamado Lukung. Varios puestos de chai se alinean junto a la carretera, en el lado opuesto del lago.

anciana de ladakh con trenzas, gorro de lana rojo y collares de turquesas junto al lago pangong
Una abuelita ladakhi esperando a su hija en el coche

El lago Pangong comienza aquí para muchos, y para algunos se acaba porque después de pasar una hora, o dos… volverán a Leh. Vaya locura ¡12 horas o más de carretera para ir a ver el Lago Pangong!

Empiezas a dar tus primeros pasos hacia la playa del lago. Lentamente, pues estás a 4.250 metros de altura. Esta sigue siendo una vista parcial del Pangong Tso (tso significa «lago», en ladakhí). Sólo se ve un fragmento, porque es estrecho, aunque muy muy largo.

Las montañas parecen hundirse en el horizonte de agua.

lago pangong panorámica

Sopla un fuerte viento y miras -casi con estupor- cómo los turistas se meten en las aguas heladas para hacerse todo tipo de fotos, selfies y postureos. Con los pantalones arremangados, en camiseta y sandalias ¡Están locos estos romanos!

turistas indios posando en la orilla del lago pangong
dos mujeres indias postureando en la orilla del lago pangong mientras su amigo hace foto con el móvil

Irresistibles modelos para tu cámara, observas y observas a esa gente en ese marco incomparable. Es como una escena kafkiana.

cuatro chicos indios con pantalones arremangados hasta rodilla en el agua del lago pangong para hacerse una foto

Resulta que aquí se han rodado unas cuantas pelis de Bollywood, y una de las más recientes fue todo un bombazo de taquilla. ¿De ahí tanto postureo? quién sabe.

cartel cine en lago pangong

Hay varios carteles que anuncian que este fue uno de los sets de rodaje de «Los tres idiotas», y de alguna otra más romántica… Puedes buscar esta peli en internet, o su tráiler. Yo he tenido que quitarla de aquí porque los de Bollywood no permiten compartir sus cosas. Así son ellos.

Desde que llegamos dominan las nubes, pero cuando el sol se impone, el color turquesa se recorta contra las montañas y te olvidas de esos aspirantes a actores y actrices que darían lo que fuera por un click de cámara.

Entonces empieza a llover, sin tregua. Todos corremos, jadeando por la altura, a buscar algún refugio. Las distancias parecen mayores aquí.

niña del puesto de chai en lago pangong

Enseguida nos encontramos en un chiringuito, más parecido a una chabola que otra cosa, donde tomar un chai y unas galletas.

El lago Pangong quedó ahí, solo. Tocaba esperar pacientemente. El sueño no podía acabar así.

motos y coches en lukung en lago pangong

Y entonces sale el sol, entre cortinas de agua, para regalarnos el arco iris más brutal que he visto en mi vida

Como todos los arco iris, empieza tímidamente, entre la lluvia. Esta se va retirando y los colores intensificando. De nuevo corrimos, pero esta vez para salir y fotografiar ese fenómeno.

arco iris entre grandes nubes de tormenta sobre el lago pangong
arco iris en el lago pangong

Un arco iris tan intenso que me atrevo a compararlo con la visión de una aurora boreal.

arco iris sobre las aguas turquesas del lago pangong

Disfrutamos de él -o de ellos, pues hubo momentos que eran dos-, hasta que llegó la hora de avanzar por carretera, superando una curva que niega la visión del resto del lago. Aunque sería decir mucho que a partir de ese punto lo puedes ver entero, al menos sí se alcanza con la mirada una extensión mucho mayor.

tres tibetanos andando hacia las montañas de colores marrones y naranjas junto al lago pangong

Noche de campamento a orillas del Pangong Tso

Cae la tarde cuando llegamos al campamento de unas 20 tiendas, perfectamente alineadas frente a la orilla del lago Pangong. No te puedes creer, de tan bello que es el lugar, que vayas a pasar allí una noche. ¿Las tiendas? de lujo.

cama con mesillas en el interior de tienda de campaña del lago pangong
paisaje del lago pangong con montañas al fondo y unas banderas tibetanas

El atardecer no fue tan «apoteósico» como cabía esperar. Quizá mis ojos se habían acostumbrado a la belleza. Quizá es porque entre montañas tan altas, el sol se esconde demasiado pronto y nunca llega a ser una bola de fuego.

atardecer en el lago pangong con grandes nubes en forma de columna teñidas de rosa

El frío se intensificaba por momentos, pero yo estaba decidida. Esa noche dormiría menos para fotografiar la noche estrellada, aunque el cuerpo me pidiera otra cosa… si las nubes me respetaban, claro. Y más o menos fue así.

noche en el lago pangong

Más de dos horas en solitario, frente al agua y con la única compañía de las estrellas

Con la cámara disparando después de prepararla y hacer unos ensayos. Mirando al cielo una y otra vez. Observando las evoluciones de las nubes, y la de la luna a mi espalda. Me preocupaba por que «la» foto de trazas de estrellas se viera malograda por estas dos circunstancias, pero me decía que tenía que intentarlo. Tenía que ser paciente.

campamento en el lago Pangong

No había ruidos una vez se fueron todos a dormir. La oscuridad se hizo mayor cuando las luces del campamento se apagaron. La luna me daba la claridad justa. De vez en cuando sonaba algún coche rezagado, algunas risas que llegaban del otro campamento a unos dos kilómetros de distancia, y el rumor del agua.

lago pangong bajo las estrellas

Paseé para no congelarme, fui y vine hacia la cámara incontables veces. Comprobaba que seguía disparando, miraba a la luna y calculaba cuándo se ocultaría tras las montañas.

Volvía a pasear.

No pensaba ya, sólo esperaba. Aguantando el frío que poco a poco iba traspasando mis 4 o 5 capas de ropa.

La quietud se apoderó de todo, incluyendo mi espíritu.

Me acosté al filo de la medianoche consciente de estar viviendo intensamente un sueño.

circumpolar sobre el lago pangong
El premio al esfuerzo, quizá la fotografía de trazas de estrellas más bonita que he hecho hasta ahora. Por cierto, que quedó entre las finalistas de la categoría «Creatividad» en el concurso El Fotón 2016.

Un pequeño trekking por el lago Pangong

Amaneciendo sin prisas, echamos a andar por la orilla del lago. Algunos tempranearon para bañarse en sus aguas. ¡Con un par! no fue mi caso, pero yo es que siempre he sido un poco cobarde para estas cosas.

El día estaba muy nublado y no había rastro del magnífico color turquesa de la tarde anterior, excepto cuando algún tímido rayo de sol se abría paso. Las aguas que veía eran diferentes. Más mundanas, más de esta tierra.

colores del lago pangong
moto rodando junto al lago pangong con grandes montañas de colores ocres detrás

Hacer una caminata por las pistas de barro que se acercan y alejan de la orilla, sinuosas, fue cansado para mi. No me esperaba esta respuesta de mi cuerpo, pero los más de 4.000 metros de altura y la noche de fotografía hicieron mella en él. Supongo.

paisaje del lago pangong

Me costaba seguir el ritmo de los demás y eso me da mucha, pero que mucha rabia, porque soy de esas personas que se desalientan si se quedan la última de la fila. Parar a hacer fotos no me ayudaba, pero ¿cómo resistirse?

turistas haciendo posturas junto al lago pangong reflejándose en el agua
gaviota blanca y negra en el agua del lago pangong
orillas del lago pangong

Después de trepar a la carretera, porque hay tramos en que se hace difícil andar por la ladera sin meter los pies en el agua, llegamos de nuevo a Lukung, al comienzo.

trekking en el lago pangong

Emprendimos el viaje de vuelta y, tras alguna sorpresa del camino como ver yaks a lo lejos, o preciosas marmotas tomando el sol, llegamos a Leh felices por lo vivido en un día y una noche :)

Ya sólo queda recordar ese lago salino, enorme, que a veces se convierte en un espejo y otras en una enorme superficie turquesa. Un lugar donde la luz cobra todo su sentido.

Nota: para visitar el Lago Pangong se necesita un permiso especial, a tramitar en Leh.

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