Actualizado el 16 febrero, 2023
La Isla de Lobos (o Islote) es una de las visitas más que recomendables si viajas a Fuerteventura y te gustan los lugares naturales y salvajes. Desde mi punto de vista concentra casi todo lo que puedes encontrar más esparcido en la isla de los vientos.
Con una extensión de sólo 4,7 kilómetros cuadrados, tiene la fauna, flora y paisajes de la mitad norte de su hermana grande, además de especies propias. Para mí fue todo un descubrimiento y quedé encantada, así que voy a contarte cómo ir y qué ver en este pequeño paraíso canario en el que No se puede pernoctar.
La Isla de Lobos es uno de esos lugares en los que no me importaría pasar unos cuantos días alejada de todo
Fue un día increíble el dedicado a la Isla de Lobos. Un nombre extraño que no lo es tanto cuando sabes que viene de los lobos marinos. En realidad eran Focas Monje que poblaban la isla hasta que unos marineros hambrientos, allá por el siglo XV, arribaron y… se las comieron. Sin embargo allí siempre las llamaron lobos marinos. De ahí el nombre de la isla.
Me felicité una y otra vez por tomar la decisión de coger uno de los primeros ferries de la mañana y volver en el último. Y me felicité por decidir recorrerla entera a pesar de mis primeras dudas 🤗
La Isla de Lobos fue declarada Parque Natural en 1982 y ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) de la Red Natura 2000 en el año 1994. Desde entonces sólo viven allí los descendientes del antiguo farero. Es una familia, cuatro personas para más señas, en el grupo de casas que llaman El Puertito. Punto y final. El resto somos visitantes que vamos y venimos por unas horas. No hay coches ni carreteras.
La Montaña de la Caldera es lo que más se ve desde las playas de Corralejo. Un volcán bien definido que se va haciendo más grande según te acercas a la isla. No puedes evitar pensar «esto promete» mientras lo contemplas.
Será tu acompañante si recorres el camino que lleva al Faro Martiño desde el Muelle o Muelllito. Y será difícil que dejes de mirarlo.
A nada que te internas en la Isla de Lobos te encuentras rodeada de pequeñas dunas, plantas curiosas y pequeños cráteres de volcanes dormidos. En algunas zonas el paisaje tiene nombre propio: “Malpaís”. Es allí donde la lava se quedó tal cual después de enfriarse. Toda retorcida.
La sensación es que te internas en un desierto que a ratos es un paisaje de otro planeta. Puede ser magnífico o puede que te agobie, más si vas en soledad, así que aquí va un primer consejo: fíjate en los detalles. Las plantas, las rocas y sus formas, el perfil de la Caldera, el vuelo de una gaviota o si tienes suerte de algunas otras aves.
Busca la vida y lo curioso de lugar, disfruta de su rareza, de su lado salvaje, y de la soledad.
Todo viaje, incluso en las regiones más frecuentadas y más conocidas, es una exploración
– Isabelle Eberhardt –
No cuesta imaginar a los piratas que hallaron refugio en la Isla de Lobos. Sí un poco más a los antiguos romanos que venían a buscar murex, las conchas de las que extraer el preciado tinte púrpura comercializado también por los fenicios allá en el Mediterráneo.
No lo digo yo, sino los arqueólogos que excavan un pequeño yacimiento no muy lejos del muelle. En dicho yacimiento se han encontrado ánforas romanas con restos cuyo origen se sitúa en las factorías de Cádiz del siglo I a.C. Recipientes en los que había restos de salazones y vinarias.
También se han encontrado anzuelos, restos de vajilla de mesa y cocina, huesos de cabra que supuestamente se comerían aquéllos hombres y mujeres, y restos que indican que en la Isla de Lobos hubo un taller de púrpura que se procesaba en calderos de plomo. El comercio con las costas gaditanas estaba a la orden del día.
El yacimiento no es visitable hoy en día, esperemos que lo sea en el futuro.
Qué ver en la Isla de Lobos
Al llegar al Muelle de la Isla de Lobos te encontrarás con un pequeño Centro de Interpretación. Por lo visto allí explican la historia de los “lobos marinos” y el proyecto de reintroducción de la especie.
Digo “por lo visto” porque llegué con ganas y cierta prisa por empezar a caminar antes de que el sol diera más fuerte, y lo dejé para después. Pero cierra sobre las 17.30 h, justo cuando yo volvía de la playa para coger el ferry. A la próxima no me lo pierdo. Porque habrá una próxima, estoy segura.
Bien, pues desde el Centro de Interpretación has de decidir si tiras por el camino de la derecha o por el camino de la izquierda. Ya está, no hay más decisiones 😄
- El sendero de la izquierda te lleva a a la Playa Calera o Playa de la Concha (700 metros, unos 10 minutos andando), y al Faro de Martiño (3,5 km, 45 minutos).
- Y el sendero de la derecha te lleva al Puertito. Es el único grupo de casas de toda la isla y donde está el también único restaurante de la isla.
Decidí ir por el sendero de la izquierda, por el que ya caminaban unos cuantos pasajeros del ferry. Por un momento pensé que habría “demasiada” gente en el camino, pero no. La mayoría se quedarían en la Playa de la Concha ¡bien!
Nota: el recorrido por la isla puedes hacerlo a la inversa. En el Faro de Martiño confluyen ambos senderos y esto permite hacer una ruta circular. Pero vamos a lo que vamos…
Sendero del Faro de Punta de Martiño
Empecé a andar. Un poquito más adelante del desvío a dicha playa vi otro camino con una señal que indicaba las Salinas del Marrajo.
Un molino de viento antiguo, ya oxidado y con pinta del Salvaje Oeste, señala la posición de las salinas. Me atrajo desde el primer momento.
Decidí ir porque sólo eran cinco minutos y esperaba encontrar unas salinas llenas de agua y sal. Ignorante que es una, porque están totalmente secas. Después he leído que las salinas fueron construidas en la década de 1950 por los habitantes de la isla y que nunca llegaron a terminarse, ni a funcionar.
Con todo, el sitio está apañadito para las visitas, pero he de reconocer que tras hacer dos o tres fotos me di la vuelta porque no quería «perder» mucho tiempo en este desvío.
Ay las prisas. Preparando este artículo he visto en Internet que si sigues hasta el final del camino llegas a una plataforma de roca en la costa con buenas vistas de La Caldera, casi de frente.
Volví pues sobre mis pasos y seguí por el camino principal, que enseguida gira a la derecha enfilando hacia el centro de la isla. La Caldera está siempre visible a tu izquierda.
La curiosa flora de Isla de Lobos
Enseguida me llamó la atención la vegetación que había a mi alrededor. Aunque estaba seca en su mayor parte por ser el mes de agosto, ya se podían ver algunos brotes verdes y florecillas más que curiosas que después he identificado:
- Euphorbia balsamífera o Tabaiba dulce: me enamoré de estos arbustos que se me antojaron mini-baobabs, ya que parece que están vueltos del revés con las raíces al aire. En algunos empezaban a despuntar su flor-hoja-fruto que desprende una sustancia lechosa tipo látex. Por lo visto los majos, antiguos habitantes de Fuerteventura, utilizaban dicha sustancia para fines medicinales.
- Limonium Ovalifolium ssp. Canariense o Siemprevivas: como contraste y punto de alegría aparecían de vez en cuando estas florecillas de color malva. Son endémicas de la Isla de Lobos, es decir, no se encuentran en ningún otro lugar.
- Launaea Arborescens o Aulaga majorera: este es el arbusto más presente en Fuerteventura, y un alto competidor de la tabaiba. Me hipnotizaron sus ramitas aparentemente octogonales, todas terminadas en espinas. Parecía una alambrada natural, que en algunas zonas ya empezaba a verse salpicada de florecillas amarillas.
La aulaga no tiene hojas; … desdeña la hojarasca … no es más que un esqueleto de planta espinosa (…) La aulaga da flores para el camello (…) Y así este sobrio animal se alimenta de flores. – Miguel de Unamuno –
Entre planta y planta, observo el Malpaís con atención. Busco alguna de las aves que por lo visto habitan la isla. No tengo suerte, pero disfruto de los pequeños cráteres en forma de cono, los líquenes y las pequeñas dunas coronadas por las tabaibas y aulagas. También disfruto del silencio y del viento ligeramente fresco que corre a mi alrededor aliviando la acción del fuerte sol. No hay ni una sombra.
Y por fin, el faro de Martiño
Tras una hora andando aproximadamente, en buena parte en soledad y haciendo paradas para hacer fotos, empiezo a avistar el Faro de Martiño. Es en este lugar donde me encuentro con más gente. Los que van y los que venimos, o al revés.
El Faro de Martiño se construyó en unos cinco años. Para ello hubo que superar las dificultades del terreno, llevar los materiales de construcción que no había en la isla y solucionar las cosas de intendencia para los obreros: agua y víveres. Imagínate. Esta era una isla desierta, sin población de ningún tipo.
A sus pies aún se pueden ver las antiguas construcciones que sirvieron para alojar y abastecer a las cuadrillas de obreros.
Antoñito el Farero fue el último hombre que estuvo a cargo del faro. Por lo visto fue todo un personaje aunque ¿qué farero no lo es? Llegó en 1936 y allí vivió con su mujer y ocho hijos. Dos de ellos nacieron en el mismo faro.
Durante esos años, una buena parte de su vida, Antoñito cuidaba del faro y de los visitantes que se dejaban caer por la Isla de Lobos. Sí, algo de turismo ya había, y me imagino que alguna que otra expedición científica también.
Antoñito ejerció de improvisado médico para los accidentados en sus costas y ofrecía caldo de pescado a los que iban a pasar el día. Su hijo Andrés es el que ha continuado con esta tradición en el restaurante Antoñito de El Puertito. Les gustan los diminutivos en estas tierras 😏
El Faro de Martiño ya no tiene farero pero ahí sigue, iluminando el Estrecho de la Bocaina, que es el estrecho de mar que separa o comunica, según lo mires, a Lanzarote y Fuerteventura. Y ahí sigue permitiendo que subamos para contemplar la Isla de Lobos en toda su extensión.
¿Por qué se llama Faro de Martiño? me preguntaba una y otra vez. Resulta que su nombre viene de Punta de Martiño, el accidente geográfico sobre el que se asienta el edificio. Esto es lo que he averiguado, pero a mí esto de Martiño me suena muy gallego. Supongo que el nombre le viene de algún marino o capitán de Galicia.
Otra sorpresa: un pequeño saladar, llamado así por ser un terreno cargado de sales, crece a los pies del faro.
Este es un frágil ecosistema que depende de inundaciones periódicas. Y un refugio perfecto para las aves migratorias. Sería la hora o el mes, pero no vi ninguna. Aun así el color verde de las plantas son un pequeño bálsamo entre las dunas y rocas oscuras.
Tras disfrutar de un pequeño descanso y de las vistas 360º desde lo alto del faro, donde se rinde homenaje a Josefina Pla, la otra celebridad de la isla, llega la hora de volver al camino de arena.
Josefina Pla fue una prolífica escritora, poeta y dramaturga que nació en la Isla de Lobos en 1903, aunque la mayor parte de su vida transcurrió en el lejano Paraguay. Allí desarrolló su carrera y se significó como defensora de los derechos humanos y de la igualdad entre hombres y mujeres. Escribió más de 40 obras y fue galardonada en numerosas ocasiones. Normal que estén orgullosos de ella en la Isla de Lobos.
Sendero de las Lagunitas y el Puertito
A los pies del faro puedes optar por volver por el mismo camino, o continuar por el sendero que lleva al Puertito cerrando el círculo.
Enseguida vuelvo a quedarme sola. Este camino es más arenoso y por tanto un poco más difícil de seguir en según qué tramos. Confieso que la primera parte, saliendo desde el faro, me resultó más monótono y un poco más insulso que el primero, pero enseguida te acercas a la costa y todo vuelve a cambiar.
Ya iba yo pensando en darme un baño en esas aguas cristalinas, curiosear con mis gafas de snorkel que para eso las iba cargando, y aligerar la mochila dando buena cuenta de mi almuerzo. Sin embargo, al cabo de un rato, llegué al Saladar de Las Lagunitas.
El Saladar de Las Lagunitas es de una extensión bastante mayor que el que hay junto al faro y tiene incluso una caseta para observar aves. Y sobre todo es una explosión de color en el paisaje amarillo y negro.
En este caso el sendero sí va pegado al saladar, por lo que puedes ver de cerca las plantas que lo componen. Destacaría el Balancón o Traganum monquinii, que da origen a la palabra “corralejo” porque sus matas se extienden sobre las dunas alcanzando varios metros de extensión. Me gustaron sus botones verdes de forma trapezoidal.
También me gustó el Salado, otra planta suculenta de bonito color verde.
A partir del saladar el camino va mucho más pegado a la costa y pasa por Punta Mantequilla y una cala de rocas volcánicas. Después, tras subir una pequeña colina, llegas a El Puertito.
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¿Cómo será pasar una noche en Isla de Lobos, contemplar su firmamento? ¿Cómo será vivir un atardecer y un amanecer sin ruidos, sin gente, sólo en compañía de las aves, en un islote de menos de cinco kilómetros cuadrados?
El Puertito
El Puertito es un pequeño conjunto de casitas encantadoras, pulcramente blanqueadas, con puertas y ventanas pintadas de verde o azul. Allí viven los cuatro habitantes de la isla. También he leído que algunas de estas casitas son de familias de Fuerteventura que las compraron hace muchos años para ir a pasar los fines de semana. No sé si podrán pernoctar allí hoy en día. Si es así ¡afortunados!
Al llegar me encontré con que había mucha gente. A la hora de comer todos los visitantes que están en la isla se acercan al restaurante, ya sea para comer en la mesa que han reservado, para recoger el almuerzo encargado previamente, o para comprar una bebida. Y se instalan por allí. No hay mucho sitio 🤔
Las aguas que rodean al Puertito son una visión maravillosa. Los espigones naturales de roca volcánica forman piscinas naturales de aguas transparentes que bien podrían estar en las Islas Galápagos.
El problema es que entre la cantidad de gente que había, y que la marea estaba subiendo dejando poco sitio libre para poner la toalla, no encontré lugar ni inspiración para disfrutar como yo quería. Aun así decidí comprarme una bebida fría y hacerme un hueco en una playita que está un poco más cerca del muelle.
La Playa de la Concha o de la Caleta
Después de llenarme la barriga y darme un chapuzón disfrutando de la vida marina que hay bajo el agua, decidí ir a la Playa de la Concha para seguir haciendo lo mismo hasta la hora del ferry. Ya hacía bastante calor, por cierto.
La Playa de la Concha es la playa más grande de Isla de Lobos, y como era después de comer y algunos ya estaban cogiendo los ferries de vuelta, no la encontré tan llena como la vi por la mañana.
Entiéndase “playa llena” según los parámetros de Fuerteventura, que nada tienen que ver con cualquier costa popular y populosa de la Península.
Disfruté del descanso merecido tras las dos horas de caminata bajo el sol y de las aguas transparentes, mientras observaba por el rabillo del ojo el horizonte de Fuerteventura con la población de Corralejo y las velas de kitesurf flotando sobre las dunas que hay a continuación. Cuando llegó la hora, recogí mis enseres para ir al muelle y me sentí triste. Me habría quedado.
Cómo ir a la Isla de Lobos
El acceso a la Isla de Lobos se hace principalmente por medio de ferries que parten del pueblo de Corralejo, en el norte de Fuerteventura.
- La compañía de ferries es la Naviera Nortour. Puedes comprar el billete en el puerto de Corralejo (verás las casetas junto al muelle), o hacer la reserva online aquí de esta y otras opciones.
- (Información de octubre 2022) El precio del ferry ida y vuelta es de 17,5€, siendo el primero a las 10 de la mañana y el último a las 18 horas.
- También hay una opción de taxi acuático o lancha súperrápida que algunos escogen por ser más divertida. Francamente, la duración en el ferry normal es de 15-20 minutos, así que supongo que la travesía en el taxi acuático será de 5 minutos o poco más. En el enlace anterior puedes reservarlo igualmente.
- Te aconsejo que compres el billete con un par de días de antelación para asegurarte de poder escoger los horarios.
- También puedes apuntarte a una travesía en catamarán con opción de snórkel o buceo y comida incluida.
- La visita a Isla de Lobos requiere de un permiso, pero este se incluye en el precio del billete del ferry.
Información práctica para que prepares tu visita a la Isla de Lobos
Te recomiendo que te alojes en Corralejo, que además es una excelente base de operaciones para explorar el norte de Fuerteventura. Yo me alojé en el Corralejo Surfing Colors y me encantó.
Antes de ir decide qué plan quieres hacer. Si vas a andar, lleva un calzado cómodo y mejor si es cerrado, tipo zapatillas deportivas. Si vas a hacer snorkel, no te olvides de incluir las gafas en tu mochila.
En cualquier caso lleva traje de baño, toalla, agua para beber y algo de comer, y por supuesto protección solar. Si algo no tiene la Isla de Lobos es sombras en las que refugiarte del sol.
Caminarás por senderos muy bien marcados y anchos, pero bastante arenosos en algunos tramos. Está prohibido salir de dichos caminos, y además así no te perderás.
Recuerda que no puedes bañarte donde quieras. Sólo hay dos zonas en las que puedes hacerlo: la playa de la Concha y la zona del Puertito. Te dejo aquí el folleto del Parque Natural de la Isla de Lobos para que consultes todas las normas.
Si no quieres cargar con tu comida, puedes ir al restaurante Casa Antoñito, que además tiene buenas críticas. Su sistema es el siguiente:
- Para comer en las mesas del restaurante debes reservar allí mismo, así que te aconsejo que nada más bajar del ferry vayas a hacerlo. El Puertito está a escasos minutos del muelle.
- Para comer donde tú quieras puedes encargar el almuerzo. Para ello sólo tienes que llamar el día anterior por teléfono y cuando vayas a Isla de Lobos, ir a recogerlo a la hora que te digan. El teléfono de Casa Antoñito es el +34 928879653. Ojo, no te confundas, la reserva de mesas se tiene que hacer allí, y la de almuerzo para llevar creo que sólo por teléfono.
Importante y muy interesante saber que también puedes comprar agua, refrescos o incluso helados en dicho restaurante (tras una paciente espera ante la ventanilla de la cocina). Yo iba un poquito preocupada porque no quería cargar con varios litros de agua para todo el día, pero pregunté a los del ferry y me dijeron que sí podría «repostar» en la isla. Por cierto, compré un refresco y una botella de agua por 2,80 € todo, así que no abusan mucho con los precios.
En el Puertito también hay un pequeño edificio habilitado como zona de descanso. Tiene unas mesas para comer y puedes ir al baño.
Lo más importante de todo: cuida del entorno, no tires ningún residuo. Hay contenedores de basura junto a la Playa de la Concha y en el Puertito. Llévate una bolsa propia para ello y separa bien las basuras.
Y no hagas barbaridades como las que vi. Es decir, no te laves los dientes en la orilla y escupas el dentífrico al mar, ni enjuagues el tupper en el agua. Tampoco plantes la toalla y tu cuerpo serrano en medio del Saladar Las Lagunitas como vi hacer a una pareja ¡a quién se le ocurre! Estas prácticas no se deben hacer NUNCA en ningún entorno natural y mucho menos en lugares protegidos. Por cierto, un poco más de vigilancia para evitar estos comportamientos no estaría de más.
¿Qué te ha parecido la Isla de Lobos? ¿A ti también te atraen los sitios salvajes y solitarios? Puedes dejar un comentario al final de este artículo 😊
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