Gentes de Asia en microrrelatos

Hablar de todo un continente tan enorme y variado como este es absurdo, pero no se trata de eso, sólo de mostrar pequeños encuentros con las gentes de Asia en este pequeño espacio. ¡Espero que te gusten!

SRI LANKA

En el templo del Diente de Buda de Kandy, dos niñas de unos 11 o 12 años se acercan a mí con una sonrisa. Por gestos me piden hacerse una foto con nosotros. Nos hacemos un selfie con su móvil, y ellas tan emocionadas. Después una señala mi cámara, así que le hago un retrato. Al verlo en la pantalla dice so cute! (¡qué lindo!) y me abraza. A continuación abraza a cada uno de mis compañeros. Su amiga también nos da un abrazo a todos y se van tan contentas.

Nos dejan allí, con la sonrisa puesta.

No dio tiempo a más, no llegamos a preguntar sus nombres, pero dejaron un rastro de dulzura y emoción en nuestros ánimos. Gracias desde aquí.

niña de sri lanka con pelo negro y grandes ojos sonriendo a la cámara
Niña del templo del Diente de Buda de Kandy – Gentes de Asia

MONGOLIA

Estaba contemplando el atardecer en el Valle de Orkhon cuando un joven me saludó. Intercambiamos un par de frases en inglés y me invitó a acercarme al rebaño de yacs que había unos metros más adelante. Me dijo que la familia estaba ordeñando sus animales en ese momento, y que podíamos acercarnos para verlo. Acepté sin dudarlo.

¡La imagen de una mujer ordeñando a sus yaks es una de las fotografías que quería hacer! Porque sí, también viajo con algunas imágenes en mente, y en Mongolia tenía varias.

Nos encontramos con una mujer vestida con deel de color verde oscuro. Sentada en su minúscula banqueta de madera, ordeñaba a uno de sus yak. Nos saludó con amabilidad y cuando le pedí que me dejara hacer fotos, asintió.

Al mismo tiempo otra mujer, haciendo lo mismo en otro rebaño situado a unos 20 metros, le dijo algo a gritos. Como hablaban en su idioma no sé qué se decían, pero me lo voy a inventar:

Menos mal que te has puesto el deel de los domingos! ¡Dile que te saque guapa!

Ay, calla, calla, que me está dando un corte que no veas.

Tú sonríe, mujer! A lo mejor te haces famosa!

Esa mujer nunca sabrá que gracias a ella pude hacer una foto soñada. No era la mejor luz, y como me puse un poco nerviosa, tampoco son las mejores fotos de este estilo que puedas encontrar por ahí, pero son las mías. Desde aquí le doy las gracias por su abierta sonrisa.

INDIA

Delgada, necesitando un buen baño. Acompañada de tres compinches más, tres compañeros de vida de una edad aproximada a la tuya.

Es de noche en Old Delhi y estáis jugando dentro de un rickshaw, pero atentos a lo que ocurre a vuestro alrededor. Nos veis, a los extranjeros que pasan por allí en ese momento, y saltáis a nuestro encuentro. Con una sonrisa enorme, con ganas de fiesta.

Bromeo con vosotros, nos pedís fotos. Te hago una sola a ti. Posas coqueta ante la cámara, pero cuando te enseño tu imagen en la pantalla y te digo que estás muy guapa, que pareces una actriz de Bollywood, sales corriendo en un ataque de timidez. Algo así pasa con uno de tus amigos, el que habla un inglés fluido y le alabo por ello.

Siempre entre bromas y risas, porque ése es el lenguaje que queréis recibir y yo no os lo voy a negar.

Estáis descansando de la jornada de mendicidad. Nos ofrecéis, un par de horas más tarde, cuando volvemos a pasar por allí, tatuajes de henna.

Quizá os dedicáis sólo a eso, a captar a los turistas para el puesto de allí al lado. Quizá os llevéis unas rupias. Y quizá os las quite el adulto que os «protege» o que os obliga a hacer vete a saber qué.

No puedo evitar acongojarme mientras pienso en ti, pequeña princesa, y disimulo con mis bromas. No puedo dejar de admirar cómo puedes reírte tanto con esa vida. Espero que encuentres tu camino, que comas bien, que logres una vida digna y libre. Va por ti, princesa, y por tus amigos o compañeros de vida.

INDIA

La vendedora de flores plástico de la estación de autobuses de Kanchipuram se acercó a nosotros, que estábamos buscando el bus para ir a Mamallapuram.

Se acercó tímidamente, observándonos con fijeza, y sin ofrecernos flores ni pedirnos limosna ¿Nos quería ver de cerca? quizá fuera eso. Maldita barrera idiomática.

Seguramente llevaba unas cuantas horas vendiendo su mercancía, cada vez más despeinada. Cada vez más cansada y hambrienta.

No sé si ella nos lo pidió o yo le pedí permiso, pero me dejó hacerle una foto y una sonrisa iluminó su cara cuando se la hice. ¿Qué significaría para ella este gesto? quizá se sintió homenajeada. Desde luego esa fue mi intención.

Intercambiamos sonrisas y gestos amables, y ella sonrió de buena gana con nosotros. Su mirada despedía un bonito brillo cuando lo hacía.

vendedora de flores en India

Espero que esa jornada tuviera un balance positivo para ella, aunque sólo fuera porque le habíamos dado la anécdota del día. El encuentro amable del día. Subimos al bus y cuando quise buscarla desde la ventanilla, ya no estaba.

Se fue igual de discreta y humilde que llegó, pero su recuerdo no. Su recuerdo sigue aquí y ahora con todos vosotros.

INDIA

Para visitar la Reserva de Periyar contratamos un rickshaw en el pueblo. Quedamos con él a las 5 de la mañana porque hay que ir prontito para intentar ver fauna: monos, elefantes, etc. Nuestra sorpresa fue que apareció junto con un amigo, sus señoras, y los peques.

Resulta que era día festivo y habían pensado que, si no nos importaba a nosotros, se iban a pasar el día a la Reserva -en el centro de visitantes hay un pequeño restaurante-.

Les dijimos que sí porque decir «no» a las 5 de la mañana no nos parecía bien. Y porque parecía buena gente.

De hecho lo eran, y pasamos un día bastante divertido.

Hicimos una parada para tomar té y un plátano para desayunar, después en un antiguo templo, ya dentro de la reserva, para que ellos hicieran la ofrenda.

Las mujeres se reían de vernos fumar a mi amiga y a mí. Nos acabaron pintando los ojos con khol y poniéndonos una tika en la frente a cada uno.

Siempre recordaré con cariño a esa gente tan simpática y agradable, y sus preciosos bebés, engalanados para la ocasión 🫠

BIRMANIA

Mingun, uno de los lugares más bellos que encontré en Myanmar, antigua Birmania. Y fue allí donde me topé con una escena inimaginable.

Un grupito de pequeños monjes con sus pistolas de juguete. No sé cómo las habrían conseguido. Qué condenado turista se las habría regalado (si es que ésa es la historia por la que llegaron a sus manos). Pero sé que la imagen me impactó.

Uno piensa en Budismo y lo asocia con la Paz.

Y efectivamente es así. Pero los niños, niños son, y el hábito y régimen de vida monástico es un aspecto que está muy por debajo de su condición de niños.

No les importó «ponerse para la foto» y lo hicieron con todo su orgullo delante. El orgullo de los niños.

cuatro niños monje budistas con cabeza afeitada y pistolas de juguete en la mano mirando a la cámara.
Monjes de Myanmar con pistolas de juguete – Gentes de Asia

VIETNAM

Estábamos en Roon, un pueblo de pescadores en algún lugar de la costa de Vietnam. Era pleno mediodía y caía el sol a plomo. El mercado estaba casi vacío, pero aún quedaban algunos puestos.

Me llamaron mucho la atención unas mujeres mayores y les pedí permiso para hacerles una foto. Asintieron con timidez, quizá halagadas, pero no «posaron», lo cual agradecí mucho.

Sus rasgos no eran demasiado orientales y me pareció que eran más mayores de lo que aparentaban. Muy elegantes en cualquier caso.

No se ven muchos ancianos en Vietnam. Muchos murieron en las guerras. Quizá estas mujeres eran adolescentes por aquel entonces. Puede que combatientes en el Vietcong. O en el otro bando. Quién sabe. No compartimos idioma, no pudimos conversar. Me hubiera gustado tanto…

Mujer vietnamita mayor vestida de negro con pelo largo blanco recogido en un moño bajo, de perfil y sonriente

CHINA

Estamos en Kashgar, en la gran plaza que preside la mezquita del viernes, observando la cantidad y variedad de gentes que se mueven por allí. Chinos han, nómadas kirguises, uzbekos, titiriteros llegados de no se sabe dónde con su carromato y todo.

Un grupo de personas sentadas en el suelo me llama la atención. Me acerco a hacerles una foto, aunque sus miradas me parecen algo hoscas. Cuando les pido permiso, empiezan a sonreír ligeramente, como la Gioconda 😅.

Luego intentamos comunicarnos por gestos, pero no hay manera más que de agradecerles su permiso.

No sé si eran ubzbekos (por el gorro bordado que llevaba alguno), o gitanos de Asia Central. Eso sí, eran guapos, de ojos muy claros y miradas francas 😊.

UZBEKISTÁN

Paseando junto al exterior de la muralla de Khiva, uno de los enclaves de la Ruta de la Seda, ciudad-museo y bastante más desconocida que Samarcanda, me encontré con esta mujer.

Nos saludamos, nos miramos, y le pedí permiso para hacerle una foto. Asintió y tímidamente se quedó quieta.

Este es uno de los retratos que más me gustan de todos los que he ido acumulando a lo largo de mis viajes. Su rostro refleja una vida que no sé cómo ha sido, pero que ahora parece plácida, llena de calma.

Se la mostré en la pantallita de la cámara y se rió, creo que le gustó.

Empezó a hablarme, yo no la entendía, pero al final por gestos llegué a comprender que quería que le enviara una copia. Me dio su dirección en un papel, y así lo hice al volver a casa. ¿La habrá recibido?

mujer uzbeka de mediana edad con pañuelo en la cabeza cogido con horquillas, mirada hacia un lado y ligera sonrisa, iluminada con sol de atardecer
Mujer de Khiva – Gentes de Asia

KIRGUISTÁN

Llevábamos apenas un día en Kirguistán. Nos encaminábamos hacia el Pamir, una cordillera con picos de 7.000 m. de altura, y entrando en un valle vemos que al lado de la carretera hay un montón de jinetes que están haciendo una especie de carreras en el prado. Nos paramos y observamos. Están practicando un antiguo juego de Asia Central.

Se acercan estos niños en su caballo (el padre mirando atentamente), y me enamoro de esta especie de Heidi que con la soltura y desparpajo de quien lleva haciendo esas cosas toda la vida, monta a caballo con su hermano mayor.

IRÁN

Este fue el primer restaurante iraní que conocimos, en la ruidosa Teherán. Nos pareció un remanso de paz y voluptuosidad. Al final de la comida, el camarero nos dejó anonadados cuando, a pesar de su aspecto frágil, trajo los tés de nuestra mesa (éramos 5) y de otras mesas, en una mano!!

camarero con camisa blanca larga y chaleco negro a juego con gorrito negro, portando una docena de vasos llenos de té con sus platos, en una sola mano.

Nunca olvidaré esa afable sonrisa, tímida y a la vez sabedora de la habilidad que está mostrando 😊

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Alicia argelia

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