
Actualizado el 21 enero, 2023
Aunque ya me había enamorado irremediablemente de Oporto, también quise dedicar unas horas a ir a ver el mar, y para eso nada mejor que acercarte a Foz, un barrio residencial conocido por ser el alojamiento de la clase alta. Es allí donde el Duero desemboca en el océano Atlántico. Y allí que me fui, para hallar lo que buscaba: un horizonte ancho, pescadores, un faro muy fotogénico, la espuma de las olas, la brisa marinera. Foz do Douro es una muy buena opción para disfrutar de todo esto y es muy fácil llegar, así que deja que te convenza con estas fotos y algunas letras. Para cuando sea 😉
Decidiendo cómo llegar a Foz do Douro
La noche de antes me entretuve decidiendo cómo ir a Foz do Douro desde el centro de Oporto, ya que hay varias maneras.
La más barata, gratuita sí o sí, es ir andando. El ayuntamiento de Oporto habilitó hace unos años un estupendo paseo que recorre la orilla del río Duero hasta su desembocadura. No tiene pérdida y son unos cinco kilómetros, algo bastante abordable.

Otra de las opciones es hacer el camino en un tranvía clásico, de madera, más turístico que otra cosa, pero no por ello menos bonito.
Es el tranvía número 1 y la parada de inicio está junto a la Iglesia de San Francisco. Fue mi opción para la ida, prometiéndome (y cumpliendo) hacer la vuelta andando.
💶 El billete de un solo trayecto son 3,5 € y lo puedes comprar al subir. El billete de ida y vuelta son 6€. También puedes utilizar la tarjeta Andante, aunque como yo la tenía vacía y era un domingo temprano, no la utilicé.

Por último, puedes ir en un autobús normal. Creo que es el número 500, e inicia su recorrido enfrente de la estación de Sao Bento. El billete son 2€ para un trayecto de poco menos de 15 minutos.
El camino a Foz do Douro
Te lo avisé en el inicio de este texto. La costa atlántica y la desembocadura del río Duero son dos poderosas razones para asomarte al mar, pero el trayecto hasta allí debería ser otra poderosa razón.
Saliendo del centro de Oporto lo primero que verás son las casas del antiguo barrio de pescadores llamado Miragaia porque sus balcones miran a Gaia, al otro lado del río.

Balcones con sus vecinas tendiendo ropa o tomando el sol entre azulejos, vírgenes y cables de tranvía.

Aquí había una playa fluvial hasta que se decidió construir la Alfándega o Aduana, y fue un barrio poblado por judíos y armenios, los que hace ya siglos levantaron la zona económicamente con su comercio. Hoy el barrio parece un poco decaído.


La antigua Alfándega alberga el Museo de Transportes y Comunicaciones, por si te interesa el tema, y un poco más adelante te encontrarás con el Museo do Carro Eléctrico, dedicado al transporte de la ciudad y los primeros tranvías.

Más adelante pasarás por debajo del Puente de la Arrábida. No es bonito, pero sí enorme, así que es difícil que no te llame la atención. Aquí me acordé mucho del paseo que me di en Lisboa yendo a Belem y la Factoría X, también un domingo, aunque el río era el Tajo y el puente el del 25 de Abril 😊

A continuación, a la altura de la parada de tranvía llamada Fluvial, hay un pequeño observatorio de aves. No es más que un pequeño mirador con unos bancos de madera. Delante, en el que quizá es el primer banco de arena que veas en el recorrido, cubierto de algas y algo de vegetación, podrás observar a los cormoranes, gaviotas, patos, garzas y garcetas.

Cada vez más cerca del mar, adivinando ya su horizonte entre los espigones que delimitan la desembocadura del río, te toparás con el Faro de Saõ Miguel-O-Anjo, que es un faro-capilla. Antiguo (siglo XVI), no muy llamativo y semioculto por unos andamios en la fecha en que lo visité (Febrero 2020), se alza junto a un puerto lleno de barcas de pesca y las onmipresentes gaviotas.


Dos curiosidades:
- Para mantener el faro encendido y guiar la navegación, el obispo de Visau, que fue quien ordenó construirlo, compró y donó varios bosques. La luz se hacía con fuego, no podía ser de otra manera.
- La otra curiosidad es que detrás de él, en el borde del mar, hay un curioso medidor de mareas o Mareógrafo. Hoy ya no se utiliza, pero esta fue su función durante muchos años.

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Mi lugar favorito de Foz do Douro: el Faro de Felgueiras
Enfilamos el paseo de nuevo. Nos escolta una buena hilera de palmeras altísimas que, al menos en los días soleados, te transportan a otras tierras, otros climas. Marcan el perímetro del Jardín del Paseo Alegre. Qué bonito nombre y qué ajustado al lugar.


En el lado opuesto al río hay casas e iglesias que merecen una mirada, alguna foto, a la ida o a la vuelta.

Ya estamos llegando, ya vemos el mar. Hay un par de barcas o tres echando sus redes (las barcas no, los pescadores que las pilotan, je, je).



Y allá, al final de un espigón, está el Faro de Felgueiras. Ofreciendo una postal maravillosa. Las olas chocan con gran violencia contra las rocas y muelles. Debe de haber eso que llaman «mar de fondo», porque la superficie está bastante tranquila, pero…

En los días de tormenta las olas se comen parcialmente el faro y seguro que puedes hacer una de esas fotos espectaculares que has visto en internet más de una vez y de dos. Con mucha precaución, eso sí.




El Faro de Felgueiras se empezó a construir en el año 1790, pero no se terminó hasta casi 100 años después.
Sólo tiene 10 metros de altura y su planta es hexagonal. Las rocas que hay al oeste se llaman Felgueiras, así que de ahí toma el nombre.
Hoy en día emite una señal sonora, pero no ilumina las noches como antaño.
Si no es un día malo, de tormenta, puedes avanzar hacia él poco a poco, contemplando cómo la espuma del mar pugna por saltar los muretes de alrededor.
A la derecha se extiende la playa do Carneiro, salpicada de rocas. En su arena encuentras de todo, desde algunos desperdicios traídos por las mareas (gggrrrrrr), hasta muchas conchas pulidas que harán tus delicias si eres como yo, de las que no pueden evitar buscar tesoros en la orilla del mar. Allí mismo está también el Fuerte de San Juan Bautista, que es de visita gratuita, pero cierra los fines de semana.

Cuando llegues al Faro, a sus pies, ante su puerta, y sobre todo al murete que lo protege del mar, ten cuidado. El mar llega hasta allí y moja, remoja la piedra que además tiene una capa de verdín, por lo que resbala mucho. Pero aun así, con cuidado, asomarte y contemplar los arco iris efímeros que se forman cuando la columna de espuma se deshace, es maravilloso. Esto si hace sol, claro.

Un último consejo: si vas por la mañana y quieres caminar, hazlo así para el trayecto de ida, con el sol de espaldas a ti. Yo dejé la caminata para volver de Foz do Douro a Oporto y me encontré con que fui caminando los 5 kilómetros con el sol de frente todo el tiempo. ¡Fue un poco horrible! Si vas por la tarde, entonces hazlo al revés 😊 Poco más que contar de este paseo tan bonito, tan liberador, tan delicioso, al encuentro del mar.
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Hice ese mismo trayecto en bicicleta y es una gozada. Alquilé una bici en una pequeña tienda que hay antes justo del puente Don Luis I por un precio bastante económico y eché a rodar. ¡Maravilloso! Muy buen artículo 🙂
Qué bien!! Y muchas gracias 😊😊
Hola, me gustaría hacerlo en bici también. ¿Hay que reservar?