Fermoselle es el pueblo de referencia de los Arribes del Duero en la provincia de Zamora, y bien vale una visita larga e incluso pernoctar para conocerlo un poco mejor. En este artículo vas a encontrar qué ver en Fermoselle y por qué deberías visitarlo 😊
Los pueblos guardan historias, muchas historias. Las puertas, rincones, callejones, gateras, muros, arcos, torres, bodegas y cuevas han visto pasar muchas cosas. A menudo son “historias mínimas”. Historias que se pierden en la memoria si nadie las rescata antes, pero que merecen ser contadas.
Es el caso de Fermoselle y otros pueblos de la región de los Arribes del Duero.
Fermoselle fue, por ejemplo, el lugar donde fue a parar la reina Doña Urraca cuando fue destronada, porque el Papa Alejandro III anuló su matrimonio con Fernando II.
Las mujeres tenían todas las de perder en aquélla época. Aunque quizá ganó en libertad de movimientos y calma frente a la vida en la Corte. Quién sabe.
Cómo es Fermoselle, uno de los pueblos más bonitos de Arribes del Duero
Fermoselle se apiña sobre un promontorio rocoso de granito que está presente en todo momento. Paseando por sus calles verás que salen al paso enormes rocas con sus irregularidades, como brotando de los cimientos de las casas o interrumpiendo sus muros.
Tuvo un castillo que perduró durante varios siglos, y que de hecho fue donde vivió Doña Urraca, la reina destronada. Sin embargo, en el siglo XVI el emperador Carlos V mandó destruirlo. Qué digo: arrasarlo. El castillo y las murallas.
¿Por qué Carlos V mandó destruir el castillo de Fermoselle?
Pues porque tras la Guerra de las Comunidades (revuelta de las Comunidades de Castilla), en la que los “comuneros” se enfrentaron al Rey para pedir que no desviara los impuestos y estos se quedaran en las tierras de las que salían, el castillo de Fermoselle fue refugio de los supervivientes del bando Comunero en su huída hacia Portugal.
Los Comuneros fueron un movimiento liderado por las capas medias de la sociedad. Involucró tanto a obispos como a comerciantes y tuvo un carácter totalmente reivindicativo.
Cuando la Guerra de las Comunidades terminó con la victoria del rey, Carlos V quiso asegurarse de que no podrían volver a contar con ese baluarte en próximas ocasiones.
En 1822 el Ayuntamiento de Fermoselle dio permiso a los vecinos para desmontar lo poco que quedaba del castillo y aprovechar sus sillares, que aún pueden verse en algunas casas.
Aunque ya no quede casi nada del antiguo castillo, la arquitectura de Fermoselle es, desde luego, uno de sus grandes atractivos. Junto con los “secretos” que guarda.
Porque Fermoselle no es sólo la villa “visible” que se levanta sobre la montaña. También hay una «invisible», por lo que a menudo se dice que hay dos pueblos, el exterior y el subterráneo.
Las calles de Fermoselle y el pasado judío sefardí
Paseando por Fermoselle no será raro que veas en las casas puertas de distintos tamaños que, de alguna forma, crean una atmósfera de pueblo encantado.
Arcos de piedra que enmarcan las puertas de madera, entradas que parecen estar hechas a la medida de los más pequeños de la casa, incluso pequeñas ventanas a ras de suelo que a primera vista resultan misteriosas.
Cuando visité Fermoselle, Olvido, mujer de bandera de este pueblo, nos contó que las puertas más pequeñas estaban hechas así para que los judíos conversos tuvieran que agacharse. Una forma de humillación.
Y es que Fermoselle fue uno de los lugares donde se asentaron un buen puñado de familias judías expulsadas por los Reyes Católicos en el siglo XV. Esos judíos, en teoría conversos o convertidos al Cristianismo para poder seguir viviendo en estos reinos, estaban siempre bajo sospecha.
Dicen que los apellidos que tienen que ver con plantas o flores son de origen sefardí, y son los mayoritarios entre las familias del pueblo.
En los dinteles de las casas y en los portalones hay símbolos que indican cuáles eran las casas de los conversos. Cruces labradas en el granito como aviso de que estaban siendo vigilados. Un círculo con un punto que simboliza un ojo, otra forma de advertencia de la vigilancia a la que estaban sometidos. Rebajes en la piedra que servían para afilar los cuchillos. Suena siniestro, pero es que debió de serlo.
Otro detalle a tener en cuenta son los nombres de las calles: el Guapo, la Amargura, el Montón de Tierra, etc. Y no puedes dejar de pasar por debajo de El Arco, una de las antiguas puertas de la muralla.
En la Plaza Mayor tienes la Oficina de Información Turística, aunque si quieres una alternativa te diría que pases por la Tienda de Antaño, que está muy cerquita.
El colmado La Tienda de Ataño es la más antigua del pueblo y es única. Abarrotada de casi todo, puedes encontrar tantas mercancías como necesidades más o menos importantes para la vida, y tiene un punto tradicional difícil de encontrar en otros sitios. Con decirte que aún utiliza el “libro de deudas” para anotar las compras de los vecinos que no pagan en ese momento… 😊
La Tienda de Antaño era de El Evito, el padre de Julia y su hermana, las actuales propietarias. Conocí a Julia y la verdad es que no es nada difícil entablar una conversación con ella sobre la historia del pueblo y los sitios que recomienda visitar. También la puedes encontrar en la Casa del Parque de Arribes del Duero cuando está abierta.
El pueblo de las 1.000 bodegas
En la parte baja de los muros que dan a la calle se ven otro tipo de ventanas o portezuelas. Son respiraderos que dan paso a las bodegas excavadas en la roca.
Algunas de las bodegas de Fermoselle datan del siglo X, otras son posteriores, pero todas estaban conectadas entre sí hace muchos años. Con el correr del tiempo y la partición de parcelas, se fueron cegando los pasos y el laberinto perdió su esencia de “pueblo subterráneo”. Lo mismo que ocurrió en Laguardia, en la Rioja Alavesa.
Esas bodegas han visto pasar mucho. Y han visto muchas leyendas porque son el escenario perfecto para imaginar tesoros ocultos de la época árabe, por ejemplo.
Dicen que su origen es defensivo, y está clarísimo que fueron un gran recurso para la actividad del contrabando. Aquí se ocultaban las mercancías (sobre todo café), o se refugiaban los contrabandistas que cruzaban el río Duero para traer mercancías de Portugal. Después se convirtieron en bodegas de producción de vino y probablemente las ampliaron para servir a este propósito.
En la segunda mitad del siglo XIX la Filoxera, un insecto parásito de la vid, llegó de Portugal y arrasó todas las viñas autóctonas de los Arribes del Duero. Para recuperarse, los fermosellanos plantaron viñas de una variedad americana y el pueblo se convirtió en el centro de la producción vinícola de la región.
Entre las bodegas que se pueden visitar puedes admirar los arcos de piedra construidos para reforzar el techo, pilares con el mismo fin, y por supuesto los antiguos lagares donde se pisaba la uva, así como las tinajas donde se fermentaba.
Te recomiendo que reserves la visita con Olvido, te dejo aquí su contacto:
- Teléfonos: +34 659472407 / +34 635369208
- Email: visitabodegas@hotmail.com
Desde Fermoselle se ven tres reinos: España, Portugal y el Reino de los Cielos
El último de los atractivos que quiero destacar de Fermoselle son sus miradores. El dicho “desde Fermoselle se ven tres reinos: España, Portugal y el Reino de los Cielos” hace honor a ello.
👉 El Mirador del Torojón o del Torrejón es el más importante, o eso creo. Desde su amplia terraza con murete de piedra se puede ver todo el pueblo y el paisaje que lo rodea. Nosotros tuvimos mala suerte porque había bastante niebla, pero aun así pudimos intuir la belleza de esos campos.
Puedes llegar a él por la calle Torrejón subiendo unas escaleras estrechas, o por la calle Peñas, accesible tanto en silla de ruedas como con carrito de bebé.
👉 El Mirador del Castillo es otro de los puntos para disfrutar de la panorámica. Allí donde se alzaba la fortaleza que dio cobijo a Doña Urraca, el río Duero queda aún más cerca.
Para llegar al Mirador del Castillo tienes que ir por la calle Regojo o Cuesta del Castillo que sale de la Plaza Mayor.
👉 Otros miradores son el Mirador del Terraplén, en la calle del mismo nombre, el Mirador de las Peñas por la calle del Corral del Concejo y el Mirador del Barranco que “mira” a la cara norte del municipio.
👉 A tres kilómetros de Fermoselle está el Mirador de las Escaleras, junto a la Ermita de Santa Cruz. Este tampoco deberías perdértelo y además es un buen paseo en plena naturaleza. Fue un antiguo puesto de vigilancia fronterizo, y de hecho allí siguen las ruinas de la casa de los carabineros. Las vistas del Duero son de lo mejorcito.
Dónde comer en Fermoselle
Bajando por la bonita calle del Requejo que sale de la Plaza Mayor, te encontrarás con este restaurante.
Aquí puedes comer platos típicos de la cocina zamorana en la que se usa mucho el pimentón y el bacalao que nos recuerda que estamos junto a Portugal.
Pero la carta no se queda ahí. Su cocinera Mar ha recibido varios premios y hace propuestas tan valientes como las setas de cardo ko-chujan con teriyaki, vinagre y vino de arroz.
Por supuesto las innovaciones no están reñidas con unos periquillos para tomar con licor de café, un dulce típico de carnaval que es como las rosquillas de toda la vida, pero sin agujero y sin rebozar en azúcar.
2️⃣ Restaurante Doña Urraca
Este lugar cuyo nombre homenajea a la antigua habitante del castillo de Fermoselle, es otra buena apuesta para comer o cenar. Está en un extremo del pueblo, en la parte más baja, y también es alojamiento.
Aquí puedes degustar ensaladas ricas y contundentes y buen embutido de la zona, por poner un par de ejemplos para encarar la cena.
Dónde dormir y reserva de actividades en Fermoselle
Fermoselle cuenta con varias opciones de alojamiento, tanto en forma de casas rurales como de hospedajes. Yo te recomendaría la Posada de Doña Urraca, en el mismo lugar que el restaurante que he citado antes. No obstante, puedes ver hasta una decena de alojamientos en Fermoselle en este enlace.
Además, puedes reservar estas actividades en Fermoselle y alrededores:
- Visita a las bodegas subterráneas de Fermoselle.
- Visita a la bodega Peños Martín Marcos.
- Excursión al Parque Natural Arribes del Duero.
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Y aquí te dejo el link a la página web de Fermoselle con más información de interés en el apartado Turismo.
En resumen, Fermoselle o “Formosa ella” no te va a decepcionar, siendo uno de los pueblos más bonitos de los Arribes del Duero.
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