Actualizado el 14 enero, 2019
A veces me entran muchas ganas de retirarme a un lugar perdido, remoto. No me refiero a ir a visitarlo, si no a quedarme allí una temporada. La vida de locos que llevamos los que vivimos en una gran ciudad es lo que las despierta. Ese lugar podría ser el monasterio de Lamayuru y sus alrededores, una parada imprescindible en un viaje a Ladakh (¡y más fácil de alcanzar de lo que parece!).
A veces me entran muchas ganas de retirarme a un lugar perdido, remoto. No me refiero a ir a visitarlo, si no a quedarme allí una temporada. La vida de locos que llevamos los que vivimos en una gran ciudad es lo que las despierta. Ese lugar podría ser el monasterio de Lamayuru y sus alrededores, una parada imprescindible en un viaje a Ladakh (¡y más fácil de alcanzar de lo que parece!).
Si te planteas una ruta por la región de Ladakh, Jammu y Cachemira, una parada que debes anotar es Lamayuru y sus alrededores
Famoso en las rutas turísticas por su monasterio, en Lamayuru puedes dormir en una guesthouse compartiendo patio con los monjes, que son silenciosos y casi invisibles. Pocos, como en la mayoría de los monasterios budistas del pequeño Tíbet. Los días espléndidos de gobierno feudalista terminaron hace tiempo, aunque estas comunidades aún siguen siendo muy influyentes en sus pueblos.
De hecho, las familias continúan enviando a sus niños a estudiar, con los hábitos puestos, en el monasterio del pueblo. Así les aseguran una comida diaria, algo de instrucción, y acumulan buen karma. De ese que siempre viene bien para la otra vida.
Una de las primeras imágenes que recuerdo del monasterio de Lamayuru es cuando llegamos.
Era por la tarde y los chavales de entre 10 y 12 años volvían de la escuela al monasterio. Se entretuvieron jugando entre ellos y comiendo bolsitas de patatas fritas y otras chuches como hacen los chicos de aquí, a modo de merienda, junto a la puerta del monasterio. Su interés por mi o alguno de mis compañeros era prácticamente nulo. Todo lo contrario que el nuestro hacia ellos.
Lamayuru está cerca del límite con Cachemira, y junto al Valle de la Luna
¿Cuántos «valles de la luna» habrá en la Tierra?
Antes de divisar el monasterio, la carretera que nos lleva de Ladakh a Cachemira atraviesa el Valle de la Luna. Formaciones de arenisca, fantásticas, te rodean de repente. Si el sol está bajo, como es el caso, la imagen es mucho más impresionante. Te recuerda a algún que otro desierto, y eso te hace sonreír.
Entonces aparece el monasterio entre las curvas, huertos y los álamos que se alzan desafiantes con sus hojas verdes, compitiendo con los colores de las montañas peladas de vegetación.
Enseguida estás en el pueblo de Lamayuru. En lo alto del mismo, como en todos los pueblos de Ladakh, se alza el monasterio. Presidiendo. Con sus balcones de madera roja y negra, sus cortinillas con los cinco colores que el budismo tibetano emplea en todas partes, y una gompa con sus banderas de oraciones unos metros más arriba.
Tras ocupar las habitaciones de la Guesthouse Niranjana, que así se llama el alojamiento que comparte patio con el monasterio, y ver dónde está el baño a compartir por todos, nos abrigamos un poco más y subimos al punto más alto de la gompa. Es un paseíllo que viene fenomenal después de tantas horas de coche, pero también es un esfuerzo a sumar a la altitud. Estamos a más de 3500 metros de altura. No importa.
Allí arriba te espera una de las imágenes que tanto soñaste y que ya adoras. Banderas budistas ondeando al viento, lanzando sus oraciones mientras se deshacen poco a poco.
El viento… el viento es fuerte esa tarde, anuncia tormenta que no llega a descargar, y es frío. Sin embargo, este es uno de esos momentos que siempre recordarás por la belleza que te rodea. Por el silencio. Por la grandiosidad. Y porque sí, aun no siendo creyente ni de esta ni de otras religiones, sientes que este lugar tiene magia.
Terminamos el día tomando un chai en una casa unos metros más abajo del monasterio. Somos los únicos clientes y el hombre se afana por traernos unas velas, ya que no hay luz eléctrica en ese momento. Unos críos zascandilean entre nosotros.
La historia del monasterio de Lamayuru
Datado en el siglo X, dicen que es uno de los monasterios más antiguos de Ladakh. También dicen que es de los más grandes en cuanto a número de monjes, aunque sólo viven en él unos 150. Por lo visto la comunidad es de 400 religiosos. Aun así, como ya te he dicho, no es que veas muchos por allí.
La leyenda cuenta que Lamayuru se formó después de la visita del sabio Naropa, quien drenó el lago que llenaba el valle y fundó la gompa junto a Rinchen Zangpo.
Rinchen Zangpo es uno de esos personajes míticos al que se le atribuye la construcción de más de 100 monasterios. Un sabio que recorrió varias veces la India en busca de las antiguas escrituras del Budismo, volviendo a Ladakh para conservarlas y traducirlas al tibetano.
El monasterio de Lamayuru está conformado por varios edificios, la mayoría visitables. No dejes de fijarte en las piedras labradas con símbolos, que aparecen insospechadamente mientras vas de uno a otro.
Según las normas del lugar, las mujeres no pueden estar en sus dependencias una vez ha caído la noche.
Para saber más del monasterio, puedes consultar la Wikipedia, por ejemplo. Yo voy a seguir contándote mi experiencia por allí ;)
Una noche algo movidita
Las sensaciones de esa puesta de sol contrastan con la animada cena que nos montamos. Estábamos solos en la guesthouse, aparte de los encargados del restaurante anexo.
Cuando nos retiramos a dormir, el viento ululaba ferozmente en las viejas ventanas de mi habitación. Esta se situaba junto a la puerta de acceso de todas las demás, haciendo esquina con el patio interior del monasterio.
A las tantas de la madrugada, me despertaron unos hombres que aporreaban la puerta. Gritaban en ladakhí o en algún otro idioma, no lo supe identificar. Insistían, mientras yo esperaba a que se fueran. Insistían. Me enfadé. Les grité en español que se callaran y se largaran. Insistieron un poco más, con la misma urgencia y la misma fuerza a la hora de aporrear la puerta, pero yo grité con más fuerza. Se fueron.
De abrir la puerta, ni hablar, y menos siendo mujer en aquellas tierras (ni en estas, la verdad).
Puede que fueran conductores de camiones buscando alojamiento y pensaron que esa primera puerta es donde dormía el responsable de la guesthouse. O puede que fueran bandidos, que dicen que haberlos, haylos.
El pueblo de Lamayuru o cómo es la vida rural en Ladakh
El día siguiente comienza con un pequeño trekking rodeando una de las montañas que se alza junto al valle de Lamayuru.
Bajando desde el monasterio, hay pequeñas estupas rodeadas de piedras con el Om Mani Padme hum, el mantra más extendido del budismo tibetano. Unas palabras que se asocian sobre todo con una representación de Avalokiteshvara, del que el Dalai Lama es considerado una reencarnación.
Atraviesas el pueblo, y la gente te saluda. Unos hombres están fabricando ladrillos, de la misma forma que vi en Irán hace muchos años.
Algunas mujeres vienen de hacer la compra. Hay una niña que va a por agua a la fuente. Te parece preciosa. Llega su madre y se lo dices por gestos. Y por gestos te hace entender que sí, pero que tiene un pelo ingobernable.
Otra niña te saluda desde su ventana. Un matrimonio mayor lleva un carro lleno de hierba para el ganado. Saliendo del pueblo, los labriegos cortan el cereal con sus hoces, y se abre un paisaje precioso.
Una vida dura, y a la vez en un entorno tan maravilloso. En verano. ¿Cómo será el invierno aquí?
Wanla y su monasterio
Wanla es una aldea a la que llegar en esa ruta andando, o también en coche. Está muy cerca de Lamayuru, en un valle paralelo.
Está coronada por su propio monasterio, más pequeño que el de Lamayuru, pero también parece que más alto. En realidad estamos en un castillo en cuyo centro se construyó el monasterio. Actualmente, la asociación Achi está reconstruyéndolo.
Aparentemente es más sencillo y a ti te parece que más antiguo que el monasterio de Lamayuru, pero no es así. Simplemente es más rústico.
Abajo, en el pueblo, hay un par de tiendas junto a la carretera que la atraviesa. Puedes comprar snacks o tomarte un chai. Poco más. El pueblo trepa en la ladera de la montaña, lleno de casas con preciosos balcones.
Dos ruedas de oración grandes, cobijadas en un templete pintado de brillantes colores, inician el camino de subida al monasterio.
En Wanla puedes encargar una comida en alguna de las casas que se aprestan a dar este servicio a los pocos turistas que van por allí. Una oportunidad de contribuir a la economía local, de conocer una casa tradicional por dentro, y de saborear uno de sus platos festivos. La dieta cotidiana es mucho más magra.
Recuerdo esa cocina, con una gran alacena donde está el ajuar de cacharros de cobre y cerámica, perfectamente alineados. Junto a ellos está la cocina de leña que seguro es el mejor recurso para soportar el frío. Ahí se prepara el plato estrella, unos momos de pasta casera deliciosos, con verduras tipo espinacas.
El suelo alfombrado, cojines contra las paredes. Baúles que hacen las veces de mesas. Un ambiente acogedor, y como de otro tiempo.
Y recuerdo a la gente, siempre la gente. Es lo mejor de los sitios ¿no crees?
Cómo llegar al monasterio de Lamayuru
Lamayuru está situado a 111 kilómetros de Leh y 153 km de Kargil, ya en Cachemira. La carretera es la NH1.
El número de kilómetros es engañoso. Tardarás unas 6 horas en llegar a/desde Leh, y unas cinco horas en el trayecto a/desde Kargil.
Se puede ir en taxi, sólo un trayecto o ida y vuelta, y desde ambas direcciones de referencia (Leh o Kargil), el precio es el mismo. Algo menos de 3500 rupias si es sólo ida, y unas 4.500 si es ida y vuelta. También hay autobuses por 120 Rupias que van y vienen desde estas ciudades [precios 2016].
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Una vez más muy interesante. Muy buenas las fotos.
Enhorabuena !!
Muchas gracias!! 🤗☺️☺️
Me ha encantado Ali! Y me ha vuelto a recordar muchas cosas…. Que sitio tan especial…. Y que experiencia comer los modos en la casa particular(que ricos estaban!!! 😉). Lo único que no me cuadra es lo del Chai….no se porque pensaba que habíamos bebido algo diferente…..
Gracias Silvia!! No fue chai? Fue cerveza entonces? ☺️
Como siempre, Alicia, que pasada de viaje, de relato y de fotos. Transportándome a Ladakh desde la pasión. Muy chulo, de verdad.
Muchas gracias Jordi!! Un abrazo!!
Hola Alicia. EStoy encantado con toda la informacion que estoy sacando leyendo tu experiencia por India, la verdad que las fotos son preciosas y tu forma de desarrollarlo es muy amena y facil de leer. ME gustaria preguntarte un par de cosillas dado que tengo pensado vivir mi propia aventura por alli en unas semanas. A la hora de comer y berber por alli, como de precavidos hay que ser? frutas, tes y pastas se pueden consumir sin problemas de tripa? y queria hacerte otra pregunta pero se me ha olvidado asi que dejo solo esa de momento jajaja Un saludo y gracias.
Hola Javier! Muchas gracias!! A tu pregunta: tienes que tener mucho cuidado con las frutas y ensaladas. Todo lo que no está bien cocinado te puede dar un disgusto, sí… Dicho esto, compra tú la fruta o pide plátanos si comes en algún sitio, o lo que puedas pelar tú. El té lo puedes tomar, está hervido! El chai también por lo mismo 🙂 y pan, pastas, sí… Únicamente cuidado con los fritos de los puestos callejeros y si te animas a eso, que estén recién hechos. Olvida los zumos naturales incluso los de caña de azúcar prensada que verás por ahí. No los mezclan con agua pero supongo que la mugre de la máquina de prensado hace el resto 🙂
A ver si te acuerdas de la otra pregunta!!
Me das envidia!