¿Es bonita Cáceres? ¿merece la pena? ¿pero qué tiene Cáceres? Pues la ciudad de Cáceres es una perita en dulce si te gustan los lugares donde las capas de historia están a la vista. Y por fin he vuelto a visitarla, esta vez sola y con ganas de hacer fotografías.
Con ganas de sentir de nuevo el viaje aunque fuera un solo fin de semana. Un fin de semana que me supo a gloria después de 8 meses sin poder salir de Madrid por las restricciones de movilidad de la pandemia de covid-19. Y no puedo evitar dedicarle un post de “imágenes y sensaciones de…” como he hecho con destinos mucho más lejanos y exóticos. Porque Cáceres lo merece 😊
¿Por qué la ciudad de Cáceres?
Qué emoción, qué nervios, y a la vez qué sensación familiar eso de retomar lo que ya sabía hacer: viajar a otro lugar, no haciendo una excursión de un día, si no para pasar unas noches. Cuánta falta hacía.
Yo fui a Cáceres, también para un fin de semana, hace ya muchos años. Fui con una amiga y aunque recordaba que es muy bonita, mis recuerdos son vagos, muy vagos. No te pienses que es que salimos de juerga y por eso no me acuerdo, que nos conocemos 😂 y nada más lejos de la realidad. Pero aun así, sin trasnochar y sin resacas de por medio, la verdad es que apenas recuerdo cosas de aquella escapada: la Plaza Mayor, donde nos alojamos en una pensión un tanto cochambrosa, y algún otro rincón como el aljibe árabe del Museo de Cáceres.
No sé por qué la memoria me juega tan mala pasada con Cáceres, el caso es que desde hace bastante tiempo quería repetirla. Volver y recuperar la mirada sobre esta belleza. Y esta vez sí, creo que no se me va a olvidar. Además contaré con la memoria que dejo aquí publicada 😉

Después de informarme de los horarios de trenes y comprobar que es bastante factible aprovechar el fin de semana, saliendo un viernes a primera hora de la tarde y volviendo el domingo por la tarde, viajando desde/a Madrid, decidí que esta sería mi primera escapada. Mascarilla e higiene mediante, con cuidado, en solitario, pero saliendo del cascarón otra vez.

Cáceres es Patrimonio de la Humanidad desde 1986. Su casco antiguo es pequeño pero precioso y está lleno de lugares a visitar. Palacios, torres, murallas, iglesias, museos, calles empedradas, balcones góticos de cuento. Y su Plaza Mayor que es 🥰.
Extractos del diario de Cáceres
«He llegado a las 20 horas en tren, tras un viaje de más de tres horas y media. El de la vuelta será un poco más largo. Se me ha hecho un poco pesado pero sesteando, leyendo y mirando por la ventanilla a la Extremadura primaveral, me he dejado llevar. La estación de tren está un poco a desmano del centro así que he decidido coger un taxi para ir a mi alojamiento. Es el Hotel Don Carlos, un dos estrellas situado en una casona antigua, cerquísima de la Plaza Mayor. Tengo una habitación abuhardillada con una cama pequeña, pero muy cuca y cómoda»
«Enseguida me voy a la Plaza Mayor con la cámara, en concreto con el gran angular ¡¡Buah, es más bonita de lo que recordaba!! Además se está poniendo el sol, iluminando las torres, iglesias y fachadas del casco viejo».


«Doy una vuelta sin rumbo fijo, flipando todo el rato. Cruzando el Arco de la Estrella, en la zona de intramuros, no hay casi nadie. En cambio la Plaza Mayor está llenísima de gente sentada en las terrazas de los bares y restaurantes. El sonido de las conversaciones reverbera hasta convertirse en un fragor escandaloso, molesto y poco adecuado a estos tiempos de pandemia. Desde luego la acústica es muy buena. Me acuerdo que durante unos años siempre quise venir al Festival Womad (Mundo de músicas, artes y danzas) que se celebra en verano, pero nunca me cuadró».

«Al final me siento en una de las pocas mesas libres que hay y pido unas migas con huevo. Es uno de los platos tradicionales y de mis favoritos. Más que contundente para cenar, pero lo llaman “tapa” y espero que no sea demasiado grande. Me equivoco. Es una buena ración. En estas tierras se come bien y en abundancia».

«Mientras termino de cenar empieza la hora azul, ese rato en el que el cielo se vuelve de un azul profundo que anuncia la noche, así que no me resisto a dar otra vuelta haciendo más fotos antes de retirarme a descansar. Después de unas 6 horas trabajando, 4 de viaje y otras 3 horas paseando y cenando, ya está bien por hoy».


Al día siguiente Cáceres me sorprende con una tranquilidad mucho mayor. Es sábado por la mañana y el silencio sólo es roto por los vaivenes de los pájaros, vencejos en su mayoría. Empiezo de nuevo en el Plaza Mayor y en la Oficina de Turismo, poco después de las 10 a.m., que es la hora a la que abren. Allí me dan un mapa que de entrada apabulla por la cantidad de sitios que hay señalados, una pequeña guía y un folleto que habla de las localizaciones de cine y series de televisión que se han rodado aquí.

Cáceres de cine
El rodaje más reciente y afamado de los últimos tiempos es el de Juego de Tronos. El Arco de la Estrella, la Plaza de Santa María, la Cuesta de la Compañía y la Plaza de las Veletas formaron parte, en el año 2016, del universo de esta saga que nos ha enganchado a muchos a lo largo y ancho de este mundo.
No obstante, Cáceres ha sido escenario de cine desde hace muchos más años. La lozana andaluza, Los señores del acero, 1492 la Conquista del Paraíso, La Celestina, la serie Isabel, La Catedral del Mar, y la versión de Romeo y Julieta contemporánea a la ya citada Juego de Tronos, son algunos ejemplos.

¿Sabes? para esta escapada a Cáceres me hice un IATI Escapadas por poco más de 5 €. Así, si tenía que cancelar el viaje un día o unas horas antes de la salida, podría recuperar el dinero de los billetes de tren y el hotel, más allá de estar cubierta por si me pasaba algo durante el fin de semana.
Para que te cubran las reservas tienes que hacer el seguro máximo 72 horas después de la reserva e incluir la opción de anulación, y aun así no pagué más de este precio ¡Yo creo que merece la pena y te animo a que viajes con seguro! Y recuerda, haciéndolo desde aquí (haz click en esta foto) tienes un 5% de descuento por ser lector o lectora de este blog 😊

Callejeando por Cáceres
Pero vamos al lío ¿Cómo es Cáceres? La Cáceres histórica es un dédalo de calles de piedra con muchas más cuestas de las que recordaba. Como decía antes, está llena de torres, iglesias y palacios, muchos palacios. En el aire vuelan y resuenan los vencejos mezclados con las palomas y otras aves, incluidos los cernícalos primilla que yo había observado en Valencia de Alcántara hace un par de años. Sobre todos ellos planean con su gran envergadura las cigüeñas, que al menos en primavera hacen sonar sus picos constantemente con su “clap-clap” para llamarse unas a otras.


Dando vueltas y revueltas, organizando un poco las visitas por aquello de los horarios, subo a los campanarios para ver la ciudad desde arriba. El que más me gusta es el de la Iglesia de San Francisco Javier, uno de mis rincones preferidos del casco histórico por sus aires portugueses. También descubro la Torre de Sande completamente cubierta de hiedra o alguna otra planta enredadera muy verde en el mes de mayo.
Me refugio en la sombra de las calles estrechas, que se me antoja escasa. Disfruto del Arco de la Estrella desde su base y en su cima, ya que se puede visitar. Y la Fuente Histórica de la Plaza de la Concepción al otro lado de la Plaza Mayor, justo cuando un par de vecinas se paran delante y comentan que es la primera vez en su vida, y llevan viviendo en Cáceres toda ella, que ven esta fuente con agua. Me siento, por tanto, más afortunada si cabe.





Observo las torres árabes del siglo XII construidas sobre sus basamentos romanos. Es otro de mis detalles favoritos de Cáceres, aunque no logré subir a ninguna. Hoy en día son lugar de refugio para los vencejos que entran y salen constantemente de las oquedades del adobe.




Admiro las fachadas de los ya citados palacios y casas solariegas, que se empezaron a construir cuando la ciudad fue incorporada al reino de León en el año 1229. Son severas, herméticas, con pocas ventanas y balcones, como correspondía a una “casa decente”, pero con puertas y decoraciones que dan cuenta de su abolengo. Todas tenían al menos un patio rodeado de un pórtico y columnas, una reminiscencia romana y árabe, necesaria para la vida en tierras de mucho calor en verano y mucho frío en invierno.

Entre transiciones del románico al gótico en las iglesias, las plazas se suceden casi sin que te des cuenta, en unos pocos pasos. Enseguida llegas al Museo de Cáceres con su magnífica colección de estelas de la Edad del Bronce y el aljibe árabe en sus sótanos, no siendo el único pero sí el más espectacular. Y bajando, bajando, llegas a las calles de lo que fue la Judería, hoy Barrio de San Antonio. Son casas bajas, de pueblo, encaladas y con macetas de flores. Un escenario distinto al mundo de piedra y fortaleza de la parte superior.



Detalles de Cáceres
Entre unas vistas y otras, admiro las decoraciones de los muros, los balcones de hierro, los escudos de la nobleza, e intercambio saludos con algunos paisanos en las calles más tranquilas.
Hasta me da tiempo a observar cómo un gato intenta cazar en la Plaza de Santa María. Atento al revoloteo de los pájaros ¿o será un ratón? valiente, concentrado, sigiloso, a punto en la postura típica antes de dar el salto mortal. En esta ocasión no culmina la misión. Next time, amigo.



Compro unos dulces a las monjas de clausura, una experiencia en sí misma. Me explico: pulso un timbre y unos segundos después una voz me saluda con un “ave maría purísima” al que no acierto a responder en mi condición de atea. Estoy delante de un muro con una abertura y un ingenio de madera, que es un torno giratorio por el que vamos a hacer la transacción. Ellas pasan por ahí mi pedido, y yo «envío» el dinero de vuelta. No veo ni un centímetro de piel de esa mujeres y la voz llega amortiguada. No hay foto, lo siento. 😇




Ando por Cáceres de día y de noche. En el segundo atardecer decido subir al Mirador de la Virgen de la Montaña para tomar perspectiva, aunque no es necesario irse tan lejos. En realidad, las mejores vistas de la ciudad amurallada las tienes más cerca, en esa dirección pero al pie del río.



Y encuentro el contrapunto perfecto en los alrededores más inmediatos del casco histórico. Casas y edificios con balcones modernistas, algunas iglesias más que también son dignas de visitar, y lo más reseñable: el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear. Esta es una visita ya imprescindible que me encantó de cabo a rabo.



Estas son las imágenes y sensaciones de la ciudad de Cáceres que acabo de renovar y cuyo recuerdo espero permanezcan en mi cabeza más tiempo que el anterior. Puedes leer todas las claves prácticas en mi guía de Cáceres para un fin de semana.
Pero no quiero cerrar este artículo sin una mención especial a sus habitantes, en casi todos los casos muy amables con el visitante. Vosotros hacéis mejor y más rica la estancia de todos los que decidimos ir a conocer la belleza de este Patrimonio de la Humanidad. Desde aquí ¡Gracias!

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