El Valle del Indo discurre en uno de sus tramos entre la ciudad de Leh y las altas montañas peladas de esta región del Himalaya que se llama Ladakh. Las filas de álamos y Cipreses del Himalaya anuncian el curso del agua, y junto a ellos, los huertos cuidadosamente labrados. La atmósfera es cristalina, las luces agudas, tanto como las sombras. La vida va a otro ritmo en cuanto sales de la ciudad. La sensación de estar en un lugar remoto es intensa.
El río Indo nace en la Región Autónoma de Tíbet, en China, y tras atravesar el estado de Jammu y Cachemira (India), llega a Pakistán y lo cruza entero hasta desembocar en el Mar Arábigo.
Tomando como base de operaciones la misma ciudad para hacer noche, alrededor de Leh hay muchos lugares a visitar. Podrías quedarte semanas, incluso meses, pero desgraciadamente no fue el caso.
Aquí van una parte de mis recuerdos del sueño que viví allí. Vamos a saltar de monasterio en monasterio, más o menos… y otro día os cuento de algún pueblo ;)
Primero, una visita inexcusable: el Palacio de Shey
El primer palacio de Ladakh. Lo llamaban el «palacio de los espejos» porque se reflejaba en el lago que se extiende a sus pies. Hoy el lago, al menos en verano, está semicubierto de vegetación pero aunque sea parcialmente, el palacio sigue reflejándose junto a las nubes.
La subida a Shey se hace junto a una larga fila de ruedas de oración. Cada vez que accionas una de ellas, la oración Om mani padme hum (cuerpo, mente y sabiduría, en una versión muy resumida de su significado) se lanza al viento, que expande el mensaje.
Desde sus terrazas, el Valle del Indo se extiende a nuestros pies. Es un escenario espectacular y no me cansaré de repetirlo, igual que de verlo.
Circulamos alrededor de una enorme estupa. A sus pies hay montones de piedras con mantras labrados, algo que te encuentras en todas las estupas del camino y de los pueblos de Ladakh. Abajo, 108 estupas pueblan los terrenos.
En una de las salas del palacio está el Sakyamuni Buddha. Gigante, parece hundirse en el edificio. Hay un piso construido a la altura del pecho para poder mirarle a los ojos, pero la estatua parte de mucho más abajo.
El Buda está revestido con láminas de oro y es la estatua más grande de Ladakh, con más de 5 kg. del preciado metal. De hecho mide más de 7 metros de altura.
Está prohibido hacerse selfies con él (menos mal, un poco de cordura por favor!), pero se pueden hacer fotografías sin flash.
En las paredes antiguas los dioses del panteón tibetano nos miran. Algunos son terroríficos, porque el budismo tibetano tiene mucho de ocultismo y de magia. Como dice mi querida Alexandra Dávid-Neel:
… en las paredes, frescos donde las divinidades simbólicas, representadas de un modo terrible, recuerdan a los iniciados la actividad de la existencia. La destrucción que produce la vida, y la vida que surge únicamente para ser atrapada por la muerte.
Alexandra Dávid-Neel
Monasterios del Valle del Indo
Monasterio Hemis
A 48 km al sur de Leh, aproximadamente en hora y media de camino o dos horas según el transporte que utilices (coche o bus), siguiendo el curso del Indo, está el monasterio Hemis.
Este es uno de los monasterios más turísticos del Valle del Indo en los alrededores de Leh. Y es uno de los más ricos de la zona.
El monasterio se alza en la falda de una montaña desde el siglo XVII, y es famoso porque sus monjes hacen magia negra.
También porque dicen que aquí se guarda un manuscrito antiquísimo que habla del paso de Issa, el nombre de Jesucristo en el Corán.
La liebre la levantó un aristócrata ruso, espía, Nicholas Notovitch. A finales del siglo XIX estuvo por aquí y pudo consultar el manuscrito, que trata de la vida de Issa.
Según el escrito, Jesús pasó unos años en estas tierras estudiando el Budismo, hasta que volvió a Israel, a los 29 años, para predicar.
Hoy parece que el manuscrito se guarda bajo llave y sólo el Lama del monasterio, que además reside en Lhasa, puede entrar en la habitación donde está.
Entre las dependencias a visitar hay un museo. Tendrás que dejar todo lo que llevas encima en unas taquillas con candado, incluidos la cámara y el móvil.
Con las manos en los bolsillos, estarás listo para ver una colección de objetos religiosos tibetanos que incluye huesos humanos. Estos se han utilizando desde siempre para rituales tantras, convirtiéndolos en trompetas, flautas o adornos. Simbolizan lo imperecedero de la vida.
La entrada al monasterio de Hemis cuesta 100 Rps y te la vende uno de sus monjes de mirada entre severa y aburrida, a pesar de ser bastante joven.
Los turistas vienen y van: japoneses, alemanes, italianos, españoles… No es un turismo masivo, pero aquí se concentra una buena parte de los visitantes de la zona. Quizá por eso es un monasterio tan rico.
El patio principal es impresionante. Los seis colores parecen inundarlo todo.
Los seis colores presentes en todos los monasterios y palacios tibetanos, que tienen correspondencia en las sílabas del mantra Om mani padme Hum, están por todas partes
- Om – Blanco: meditación, dicha. Sabiduría.
- Ma – Verde: paciencia, compasión.
- Ni – Amarillo: disciplina, calidad y actividad del cuerpo, habla y pensamiento.
- Pad – Azul: ecuanimidad. Sabiduría.
- Me – Rojo: dicha. Generosidad.
- Hum – Negro: diligencia. Calidad de compasión.
Observo a los monjes con sus extraños gorros o bonetes. No puedo dejar de intentar fotografiarles. Pero claro, como yo más turistas. Y la expresión de hastío que tienen muchos de ellos me hace desistir. Aun así hice algunas.
Y por fin entro en la sala principal de oraciones. Ha sido renovada en 2014. Paseamos por la estancia observando los objetos de los monjes, preparados para la siguiente oración.
Al cabo de un rato salimos a comer en la cantina que hay debajo del templo. Los pequeños monjes van y vienen del comedor, con sus platos. Algunos alimentan a un perro, otros van corriendo a comprarse chuches a la misma cantina. Son niños, a pesar de su hábito.
Un poco más allá, dos monjes están hablando. Se cogen de la mano. Sus gestos y miradas me recuerdan a una pareja de enamorados. Me siento una voyeur mirando desde la ventana.
Monasterio Thiksey
Menos «comercial» que Hemis, en Thiksey aún es posible ver un monasterio lleno de vida cotidiana, y a tan sólo 18 km de Leh, en la misma dirección que Hemis.
Construido a imagen y semejanza del palacio del Potala de Lhasa, la capital de Tibet, observamos que están preparando un gran escenario en la explanada que hay a sus pies. Y nos enteramos de que el Dalai Lama va a dar una conferencia allí, dos días después. ¡Qué emoción!
Personalmente me gustó más que Hemis. Quizá porque se parecía al Potala de mis sueños. O porque me parecieron mucho más amables los monjes que conocimos, tanto los que viven allí como los que visitaban, igual que nosotros, el lugar.
En Thiksey puedes hacer fotos en los interiores sin problema aunque la regla de los selfies con Buda se mantiene (¡bien!).
De nuevo me veo rodeada de los seis colores formando parte de absolutamente todo.
Aportan una alegría difícil de describir.
Otro gran buda me sonríe. Es más impresionante que el anterior, aunque ambos transmiten esa bondad que sólo sientes cuando estás frente a frente a su rostro.
El Buda de Thiksey es Maitreya, el Buda del futuro. Un icono que aparece en todas las postales del monasterio.
Hay fotos del Dalai Lama en la sala de oraciones y en muchos otros rincones. No todas las órdenes budistas le rinden pleitesía, en contra de lo que podamos pensar en Occidente, pero aquí, sí.
Hay muchos retazos más de este lugar en mi memoria
Demonios en las paredes, algunas calaveras, lamparillas de manteca ardiendo constantemente. Estatuas de dioses protectores con la cara tapada, según los ritos ocultistas del budismo tibetano. Mucha magia.
Recuerdo al monje mayor riéndose y pidiéndonos que, las chicas, nos hagamos fotos con él. Picarón…
También recuerdo el sonido de la oración de otro monje que proviene de una sala pequeña y algo apartada. La voz es profunda, siempre es así. Estremece y atrae poderosamente.
Recuerdo rincones preciosos, especiales, llenos de color y rodeados de blanco.
Y me resulta tan difícil seleccionar fotos de este lugar, que lo siento, no puedo dejar de añadir un buen puñado.
Monasterio Liker o Likir
A 54 km al oeste de Leh, en el camino hacia Cachemira, está este monasterio en el que actualmente viven unos 100 monjes.
Al llegar vemos a unos monjes con gorro amarillo tocando las largas trompetas de llamada a los fieles. Impresionante, otro momento de emoción al recordar todo lo leído.
Un montón de ladakhíes con sus mejores galas circulan por allí. Resulta que están esperando a su Lama, cuya llegada es inminente.
Le esperan en unos edificios modernos, no en el antiguo monasterio, pero no nos vamos a quejar!
Antes de nada, vamos a conocer el antiguo monasterio.
En la terraza superior de los edificios antiguos, un gran buda dorado sonríe y alza la mano.
Pero he de reconocer que la visita pasó a ser secundaria, porque la realidad se imponía.
Nos permitieron el paso y pudimos observar cómo llegaba el Lama, cómo todos le seguían en procesión hasta la sala de oración, cómo se hacían los preparativos para la charla que daría después en el patio.
Hay damas con sombreros hechos con grandes turquesas, ajustándoselos todo el tiempo debido al gran peso que deben soportar. Otras llevan ramos de flores y esperan al sol, junto con sus niños. Hay niños monjes yendo y viniendo. Ancianas y ancianos con expresión de felicidad, sus mejores galas y sus nietos o quizá bisnietos en brazos.
Sonaron los tambores cuando el Lama y su comitiva salían al patio principal, pero nosotros debíamos seguir camino…
¿Quieres leer más de mis viajes a India?
- La ceremonia de la frontera India-Pakistán de Wagah (Amritsar): no te lo creerás
- El monasterio de Lamayuru y alrededores, una parada obligada en tu ruta por Ladakh
- Qué ver en Amritsar más allá del Templo Dorado
- El templo dorado de los Sijs de Amritsar, otro mundo aparte
- Srinagar y el Lago Dal: sueños y conflicto en el Valle de Cachemira
- Pueblos de Cachemira, en ruta hacia Srinagar
- Rumbo a Saboo, un trekking cerca de Leh y una espectacular puesta de sol
- El día que fui a una conferencia del Dalai Lama en Ladakh
- Lago Pangong, un sueño de colores en el Ladakh profundo
- El Valle del Indo, entre monasterios alrededor de Leh
- Leh, la capital de Ladakh
- Qué ver en Manali y alrededores, entre paisajes alpinos en India
- Homenaje a las carreteras del Himalaya indio
- Rishikesh, la capital del yoga entre sadhus, templos y ashrams
- Haridwar, un encuentro con el hinduismo en el festival de Shiva
- Delhi, qué ver en esa ciudad loca
- Imágenes de India: un viaje a su intensidad
- Bombay, esa ciudad
- Mysore, en el Sur de India
- India del Sur, en los backwaters de Kerala
- Sur de India: de Tamil Nadu a Kerala
- India del Sur, empezando por Tamil Nadu
¡Qué maravilla de fotos Ali!
Y qué recuerdos al ver el monasterio de Thiksey. Pasé unos días viviendo allí con los monjes hace ya varios años y ver tus imágenes me ha traido muy buenos recuerdos.
¡Gracias por compartirlo! :)
¡Un besazo!
Antonio!! qué de recuerdos se cruzan en tus escritos y los míos, ja, ja, aunque sean viajes diferentes, me encanta este tipo de conexiones.
Un abrazo!
Ali
Buenos días Ali. Hasta ahora las mejores fotos que he visto de Ladakh, y he visto unos cuantos blogs. Gracias por compartir tus vivencias. Voy en septiembre y tu blog me ayudara a ir mas directo a los mejores lugares.
Que sigas subiendo experiencias y que la gente los lea.
Gracias.
Buenos días Txus, pues muchas gracias! Me alegro de que te guste y que disfrutes mucho de ese viajazo!!
Saludos