Objetivos imprescindibles para un viaje a Grecia: estancia en la capital de al menos un par de días. Incluir la maravillosa Acrópolis de Atenas y su museo, llamado Museo de la Acrópolis. Stop. Vale, más detalles: te voy a contar mi experiencia y cómo es la visita, además de darte los consejos prácticos que necesitas para que la tuya sea un éxito 😀
Crónica de un sueño: la Acrópolis de Atenas y su museo
Llegué al aeropuerto de Atenas y cogí un autobús para ir a El Pireo. Desde la ventanilla del autobús divisé la Acrópolis y mis ojos casi se empañan.
Ese es el efecto que provoca ese sitio mítico, simbólico, recuerdo de nuestra infancia en el colegio de este lado del mundo. Recuerdo quizá de una memoria histórica de la que no somos conscientes. De una especie de ADN memorístico que trasciende épocas, siglos y milenios. Estoy fantaseando, perdona, ya paro.
Volví a Atenas cuatro días después. Al salir de la estación de metro de Monastiraki con mi mochila para poner rumbo al hotel de Plaka, la vi de nuevo.
La Acrópolis se ve desde casi cualquier punto de Atenas
Imponente, desde abajo es una fortaleza por la que asoma una pequeña parte de los templos que justifican su presencia y muchos sueños.
No en vano Akropoli significa «ciudad en lo alto».
Las mariposas aletearon en mi estómago pero traté de concentrarme en la dirección que debía tomar. También porque eran las 15.30 h. y a esa hora yo ya sabía que las puertas de la Acrópolis se estaban cerrando para los visitantes. En el mes de Marzo (y durante el otño-invierno) los horarios son más cortos. Demasiado breves diría yo, pero donde hay patrón…
Además sabía que al día siguiente no podría visitarla porque cerraba con motivo del Día de la Independencia de Grecia: 25 de marzo.
Aun así, por si acaso, pregunté en la recepción del hotel y muy amablemente llamaron por teléfono para obtener el mismo resultado que mis pesquisas. Cerrado. Cerrado. Que sí, que tendría que esperar al sábado.
Compungida decidí no perder tiempo y salir a las calles de Plaka para subir sus cuestas en esa dirección. Porque no me resignaba.
Tenía que verla
Tenía que ver, cuanto más mejor, aunque fuera desde el exterior. Como si la fuerza de un imán me atrajera hacia ella.
El sol iba cayendo y había unas preciosas nubes adornando el cielo. Contrastaban el color de la piedra caliza con el mármol, el del verde de los pinos y olivos con el azul luminoso del cielo.
156 metros de altura. Pocas veces tan pocos metros se antojan tan altos, aunque ya sabemos que todo es cuestión de perspectiva.
No es la primera vez que la visito. Sin embargo, como en cada ocasión, la Acrópolis me enamora y me produce la misma emoción. Este día, emoción llena de impotencia por no poder acceder a su interior.
Me parece que me estoy poniendo un poco tremendista o sentimental, pero juro y perjuro que así me sentía.
Qué ver en los alrededores de la Acrópolis de Atenas
Para empezar, te conviene saber qué ver en los alrededores de la Acrópolis, porque el entorno merece mucho la pena.
Al acercarme a la Acrópolis me encontré con una amplia avenida, la Dionysiou Areopagitou (¡bonito nombre!). No la recordaba de mis anteriores viajes, así que me sorprendió positivamente.
A la izquierda se ubica el Museo de la Acrópolis y al otro lado el acceso al Teatro de Dionisio, en la ladera de la colina de mis sueños. También este estaba cerrado.
Avancé, sin dejar de mirar lo poquito que asomaba de los templos de la Acrópolis bañados por esa luz de sol acuosa. La luz de antes/después de la tormenta. Me sentía triste y a la vez arrobada, emocionada. Sólo por estar tan cerca, allí.
Sin saber muy bien qué hacer, me dirigí primero hacia el Odeón de Herodes Ático. Este es un teatro enorme que acoge el Festival de Atenas, una parte del Festival Helénico que ofrece representaciones teatrales y actuaciones de música y danza.
Vaya planazo ver algo en este recinto, igual que entonces…
Admiré el mármol desgastado, los arcos, alguna estatua descarriada en los pasillos inaccesibles por las verjas que los guardan, los asientos vacíos.
Y volví a salir a la avenida Dionysio Areopagitou, caminando en línea recta hacia la Colina de Filopapo o de las Musas.
De camino a lo alto de la colina puedes parar a visitar la Iglesia de Agios Dimitrios. Pregunté a un señor que estaba en una garita y me lo confirmó. Efectivamente, a 100 metros de distancia yendo por el camino principal, me dijo muy amablemente.
Y sí, esta pequeña iglesia o capilla muestra paredes curiosísimas en el exterior y el siempre abigarrado interior de las iglesias ortodoxas griegas, con frescos antiguos. Justo en ese momento se estaban preparando para una misa o ceremonia.
Tanto por la mañana como a la hora del atardecer, como las mezquitas de los países musulmanes, las campanas de Atenas suenan. Parecen ahogar incluso el ruido del tráfico, o por lo menos lo acompañan.
Tras darme permiso para hacer algunas fotos sin flash, les dejé con sus quehaceres. Volví a salir al exterior porque no podía estar mucho tiempo sin mirar hacia la Acrópolis en esa primera tarde, así de claro.
La colina de las Musas está sembrada de senderos que suben y bajan y te llevan a rincones inspiradores. No es de extrañar su nombre pues.
Te recomiendo que cojas el camino que se abre a la derecha de la iglesia. Yo no sabía muy bien dónde me llevaría, aunque un poco más adelante un cartel rezaba «Observatorio Pnyx».
Subí un poco. Casi no había nadie, y de repente me encuentro con una explanada libre de árboles conformada por rocas desgastadas que interrumpen abruptamente la vegetación. Al fondo, una vista frontal de la Acrópolis que nunca olvidaré.
Las Rocas de Pnyx
Resulta que había llegado a las Rocas de Pnyx, lugar conocido por los atenienses como Las Rocas simplemente. Allí fue donde los ciudadanos griegos con derecho a voto, hace miles de años, se constituyeron en la Asamblea y crearon la Democracia.
La Democracia, ah, aquél sistema que implicaba a los hombres para ser responsables con los demás y con el bien común. Para ser ciudadanos. No confundir con los sistemas de gobierno actuales llamados así.
Ellos y Nosotros. Si hay un punto que puede expresar gráficamente la divergencia entre la antigua democracia ateniense y la actual, es la percepción de esta oposición. El ciudadano antiguo nunca la entendería. Aun si se sintiera defraudado por la política de la ciudad, se sentiría parte de ella. Sólo habría un Nosotros.
Hoy, sin embargo, los ciudadanos nos vemos enfrentados a Ellos, a la política de Ellos.
Pedro Olalla. Grecia en el aire.
Sí, fue allí. Impresiona. Todo el mundo debería saberlo pero se agradece que no sea así. Se agradece que el lugar permanezca bastante vacío, al menos en las horas del atardecer.
A los lados de la Acrópolis, sobre todo a la izquierda, se extiende la ciudad blanca de Atenas. Parece parte del paisaje como dice Pedro Olalla.
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Atenas parece hecha de roca blanca como el suelo que pisas ahí arriba. Salpicada de colinas verdes (al menos en primavera), iglesias ortodoxas de cúpulas rojas y templos orgullosos. Fue una de las ciudades-estado de la que más información tenemos.
Y detrás, mucho más allá, el mar fundiéndose con el cielo del mismo intenso azul. Uf.
El mismo paisaje que contemplaban aquellos que dirimían los asuntos públicos, que debatían, que buscaban soluciones juntos.
Aquellos momentos me reconciliaron con la perspectiva de tener que esperar casi 36 horas a que abrieran de nuevo la Acrópolis para poder pisarla de nuevo.
Aun así, viendo que la luz se me iba, decidí volver sobre mis pasos para acercarme a otro lugar señalado en los carteles de madera del camino principal. Se trata de la gruta conocida como la Prisión de Sócrates. Es un dicho popular, no un lugar confirmado por los científicos.
¿Pudo estar encerrado allí el gran filósofo y maestro en sus últimos días antes de ser juzgado injustamente? Quién sabe. Ay, cuánta historia se respira aquí! anoté en mi diario esa misma noche.
La visita a la Acrópolis de Atenas
Voy a intentar dar el mínimo de detalles históricos y arquitectónicos porque los encontrarás en muchísimos libros, de verdad. Quiero centrarme en explicar qué se siente en este mítico lugar sin eternizar el post.
Saltamos en el tiempo. Llega la mañana del día 26 de Marzo, día en que debía coger un avión rumbo a Madrid. A las 8.00 a.m. abren la Acrópolis y ahí estaba yo, cinco minutos más tarde de esa hora, teniendo que esperar sólo un par de turnos para comprar mi entrada y subir.
Nunca madrugar me había costado menos
¿Sabías que una patrulla del ejército griego guarda la Acrópolis en las horas en que está cerrada al público?
Pues si vas a esta hora temprana en la que sólo uno o dos grupos de 20 turistas promedio invaden el recinto, les verás bajar por la escalinata de los Propileos para irse por un sendero del bosque que empieza allí mismo.
Precisamente yo quería empezar por recomendarte esto, que vayas a la hora de apertura de la Acrópolis. Tan sólo una hora después, las colas para entrar son enormes. El recinto estará demasiado lleno de risas, algarabía, gentes haciéndose selfies con y sin palos, y un ambiente que se te antoja sacrílego.
Aunque quizá en sus tiempos aquello tampoco fuera un lugar de paz y recogimiento. Al menos no en las fiestas. Quién sabe, pero de verdad que merece la pena estar en la Acrópolis con más tranquilidad. Ah, y con la luz de la mañana, que aunque no sea la del atardecer también tiene su aquél.
👉 Si quieres visitar la Acrópolis o el museo con un guía que te lo cuente todo bien, puedes reservar aquí un tour.
Entrando en la Acrópolis
Los Propileos
He mencionado los Propileos, y quizá te preguntes qué coñ… es eso. Pues es el pórtico, la entrada, el vestíbulo a «la ciudad en las alturas». El Oráculo de Delfos decidió en el año 510 a.C. que debía de ser dedicada sólo a sus dioses.
Es por donde se entra hoy en día y se agradece muchísimo que sea así, que siga siendo así, en vez de tener que entrar por una puerta distinta, lateral y quizá aséptica como ocurre en otros yacimientos arqueológicos. Aquí no. Aquí pisas la misma piedra que los griegos de aquél entonces. Los de hace 2.500 años.
Y ya sólo eso, nunca me cansaré de decirlo porque así lo pienso, emociona.
A la derecha, mientras subes por las escalinatas, un pequeño templo resplandece con la luz de la mañana.
El templo de Atenea Niké
El templo de Atenea Niké es precioso. Aunque esté muy restaurado. Se desmontó completamente en 2003 para hacer dicha restauración fuera de allí. Una de esas excentricidades ¿de los arqueólogos?
Dicen que guardaba una estatua de la diosa del mismo nombre. No se sabe a ciencia cierta, pero allí se encontró un precioso relieve de Atenea atándose una sandalia. Se puede ver en el Museo de la Acrópolis.
Entonces ya sí, pasas por las enormes columnas de capiteles dóricos y jónicos de los Propileos.
Quizá oigas a una madre (española) preguntar a su hijo por los mismos, para hacer que repase la lección de Historia que ha estudiado precisamente el trimestre pasado. Qué bien hace esa madre, tanto llevando allí a su hijo como aprovechando el directo para que repase una lección que quizá no le sea útil en la vida. O sí, porque el saber no ocupa lugar y quizá hasta nos haga ciudadanos con más cabeza.
Ah, dicen que los techos de los Propileos estaban pintados de azul y estrellas.
Recuerdo que cuando fui en el año 1988 podías andar entre esas columnas. Hoy ya no tanto. El camino está más delimitado por unos cordones, pero no me parece del todo mal si así se protege esta maravilla.
La gran explanada de la Acrópolis
Dejando atrás los Propileos de repente te encuentras en la gran explanada de la Acrópolis. Irregular, la piedra de la colina marcó y marca el camino.
Olvídate de subir con tacones y si es posible también de calzado plano planísimo. No hay camino «civilizado» excepto en el primer tramo. Además estarás embobado mirando el gran Partenón o el elegante Erecteión donde las réplicas de las Cariátides te esperan, así que un tropiezo puede ser bastante probable 😉
El Partenón
Al Partenón hay que quererle con sus andamios del siglo XX . Sí, has leído bien, siglo veinte y no veintiuno. Porque la tecnología punta no parece haber llegado aquí y porque dudo de si han sido tocados o renovados desde entonces. Por lo menos, no lo parece. Para muchos es una gran decepción encontrarse así el Partenón. Y también la excusa perfecta para criticar a los griegos contemporáneos. Hay que ver, cómo lo tienen.
Pues a mí me da igual. Yo quiero al Partenón incluso con sus andamios. Como siempre lo he conocido, ea.
Hay que esforzarse en imaginar cómo sería antes de que estallara el polvorín que los turcos tuvieron a bien guardar entre sus columnas, allá por 1687.
Hay que esforzarse en imaginar cómo sería con todas sus metopas, las enormes placas de piedra donde se talló el relato de la guerra de Troya y las luchas contra las Amazonas y los centauros.
Aún queda algún resto, o igual son réplicas. Todavía se ve una cabeza de caballo guerrero desafiando la gravedad, en el lado sin andamios. Parece que rebufa por el esfuerzo, que va a saltar de la piedra de un momento a otro.
También hay que imaginar la estatua de Atenea que se guardaba en su interior. De oro y marfil según cuentan los cronistas antiguos. Fue trasladada a Constantinopla (Estambul) y acabó siendo destruida para siempre.
Pero si lo haces, si te esfuerzas, serás recompensado. Y si no, da igual. Disfruta de las vistas porque no hay que esforzarse para nada en contemplar las medidas gigantescas, a la par que elegantes, que siguen en pie.
Esas columnas poderosas. Esos escalones que ya los humanos no recorren en procesión para honrar a Palas Atenea, la diosa femenina de la Sabiduría y también de la Guerra, las Artes, la Civilización, la Estrategia, la Justicia. La diosa que nació de la cabeza de Zeus directamente. Los romanos, mucho después, le cambiaron el nombre por Minerva, también bonito, pero… para mí Atenea siempre será Atenea.
El Erecteión
Desde mi punto de vista, si algo disputa tu atención en la Acrópolis es el Erecteión. Un templo pequeño si lo comparas con el Partenón, elegante pero un poco extraño en disposición. Coqueto.
Aquí dicen que Poseidón, el dios de los mares, golpeó el suelo con su tridente desafiando a Atenea, que creó el olivo.
Ay ¡cómo me gustaban las historias de estos dioses más humanos que los propios humanos cuando era pequeña!
Mis padres nos regalaron una colección ilustrada preciosa en la que se contaba la vida, obra y milagros de cada dios y diosa. Los leí quién sabe cuántas veces, cambiando además de diosa favorita, je, je. En unas épocas fue Atenea, en otras Deméter, la diosa de la agricultura, mientras que Hera (la diosa del hogar) siempre me pareció un tanto aburrida. Y Afrodita demasiado presumida y metomentodo.
Y en el Erecteion están las famosas Cariátides. Estatuas femeninas que soportan el peso de un pórtico. Elegantes, voluptuosas, hieráticas.
¿Sabes por qué a las Cariátides se las llama así? pues porque las jóvenes que posaron para esas estatuas venían de Karyai, la actual Karyes, en la región de Laconia cuya ciudad más importante era Esparta. Curioso, si pensamos en la guerra entre Atenas y Esparta.
El torreón de la Acrópolis
Ya sólo queda ir al extremo opuesto a la entrada de la Acrópolis. Desde el torreón de la fortaleza te puedes asomar y obtener una vista de 360º de Atenas. Puedes estar el rato que quieras, o el que te deje la gente.
Después no te olvides de darte la vuelta y contemplar otro rato el Partenón, el Erecteión, los Propileos y el templo de Atenea Niké desde ese lado. Porque parece que estás en un sueño, o que lo estás viendo en la tele, y a la vez es real.
El Museo de la Acrópolis
Antes o después de deambular por las antiguas piedras de la colina de la Acrópolis, tienes que ir a este nuevo y modernísimo museo inaugurado en 2008 o 2009.
El anterior museo de la Acrópolis estaba en un edificio feo y gris, que continúa en pie, en la parte trasera del Partenón. Ahora, ocupando una superficie similar a la de la Acrópolis aunque distribuida en un par de pisos, alzados además sobre la antigua Atenas, está en un nuevo edificio.
Por lo visto también tuvo su polémica, como todo en estos tiempos. El caso es que aquí se exhiben los restos auténticos encontrados en la Acrópolis y sus inmediaciones.
Hay algunas metopas del Partenón -la mayoría siguen en el British Museum-, las Cariátides auténticas (excepto una que está en Londres), estatuas y cerámica de los templos. Y están las preciosas versiones de Atenea en todos los tamaños usadas en las ceremonias y fiestas en su honor.
La Galería Arcaica es un verdadero bosque de estatuas que se inundan de sol gracias a las enormes cristaleras
Pasear por la Galería Arcaica es un placer. No está permitido hacer fotos, pero te cuento un pequeño secreto: desde el piso de arriba hay una zona donde te puedes asomar y discretamente…
No tengo mucho más que contar de este museo salvo mostrar algunas fotos más y decirte que es imperdible. No es demasiado grande, no te puede cansar, y tiene piezas bellísimas además de emocionantes si las pones en el contexto de lo que acabas de ver o estás a punto de ver.
Yo, desde luego, me lo pasé genial observando desde una «bola mágica» de piedra, hasta los rostros de los antepasados mediterráneos.
Información práctica para visitar la Acrópolis de Atenas y su Museo
Horario y precio de entrada de la Acrópolis
- Las entradas se pueden comprar tanto en el acceso al Teatro de Dionisio como en la puerta principal de la Acrópolis.
- El horario como ya he comentado cambia según la época del año en que vayamos. Así, de Noviembre a Marzo abre de 8 a 15 h., mientras que de Abril a Octubre abre de 8 a 20 h.
- La entrada de la Acrópolis cuesta 30€ en verano y menos en invierno (2022) ¡Atención! incluye otros yacimientos arqueológicos muy importantes e interesantes, todos en el centro de Atenas (te hablo de ellos aquí): el Ágora griega y el Ágora romana, el Keramikós (cementerio del s. XII a.C.), el templo de Zeus Olímpico y el de Dionisos. También puedes comprar esta entrada con antelación aquí., y así podrás entrar sin colas.
- Tiene una validez de 4 días, así que puedes organizarte sin tener que pegarte una pechada para verlo todo en el mismo día.
Horario y precio de entrada del Museo de la Acrópolis
El Museo de la Acrópolis tiene un horario algo distinto que el de la Acrópolis:
- Entre Noviembre y Marzo abre de 9 a 17 h. (30 minutos antes se cierra el acceso)
- De Abril a Octubre abre de 8 a 20 h.
- Los lunes está cerrado.
La entrada al Museo de la Acrópolis es independiente y cuesta 12 € en verano y 6€ en invierno (2022). Por una vez el 25 de marzo me vino bien, porque justamente ese año el gobierno griego decidió hacer una jornada de puertas abiertas. Ese día estuvo abierto al público de manera gratuita y además en el horario de Abril aunque estuviéramos en Marzo, je, je. Por lo visto es la primera vez que lo hacían (2015).
Sólo se permite hacer fotografías en el último piso y su terraza con magníficas vistas a la Acrópolis.
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Muy fan de tus relatos. Me han entrado unas ganas de ir que espérate que no la prepare…
Ja, ja, muchas gracias Ana! Pues adelanteeee!! ?
Hola Alicia,
Me ha encantado esta entrada. He disfrutado mucho leyéndola y las fotos son una maravilla. ^^ Lo que he visto de la Acrópolis es lo que se encuentra en el Museo Británico (que no es poco jaja), pero nunca he tenido la oportunidad de visitar Grecia. Gracias por llevarme por un día :)
¡Saludos!
Joaquín
Hola Joaquín, muchas gracias, me alegro de que te haya gustado y transportado! Ya solo te queda ir, que en directo es mucho mejor ?
Gracias por la información! Voy a Grecia en algunos días más y me vino muy bien tu entusiasmo para preparar mi visita 🙂
Me alegro!! Espero que te guste! 🙂
Hola! Muy bueno tu relato. Recuerdas donde se encuentra exactamente la Iglesia de Agios Dimitrios?
Tu información me será muy útil!
Muchas gracias!
Hola, gracias! Está en el camino a colina de Filopapo, es continuación de la avenida empedrada que hay junto a la Acrópolis, no tiene pérdida
Enhorabuena por este reportaje, Alicia. Tanto por su palabra como por su imagen. Saludos desde Atenas.
Muchas gracias Pedro, encantada de que te guste! :)